Almeida, 'San Solterín', deja solo a López Miras
El sábado 6 de abril, a pocos días de cumplir los 49, el alcalde madrileño se casa con Teresa Urquijo
El 14 de febrero, San Valentín, el equipo de trabajo del Alcalde de Madrid, José Luis Martínez- Almeida, le regalaba una tarta de nata y fresas con forma de corazón en la que podía leerse «San Solterín». Se lo tomó con sorna porque dada su larga y persistente soltería ha tenido que manifestarse en varias ocasiones al respecto.
Sin embargo, «San Solterín» hace su magia y pocos meses más tarde, conoce a una mujer 22 años más joven que él. A toda velocidad, no hay tiempo que perder, el alcalde decide saltarse los preludios que la situación requeriría, si fueran los dos veinteañeros. Intercambio de teléfonos, primeras citas, romance, petición de mano en Cantabria y anuncio de boda. Un Firts Date en toda regla. El 5 de enero, el alcalde madrileño, como si fuera un regalo de Reyes, les comunica a los 200.000 seguidores de su comunidad de Instagram que se casa. «Una vez me preguntaron por cuestiones sentimentales. Respondí que ni precipitarse ni resignarse, es obvio que no me he precipitado, pero estaba casi resignado. Hasta que apareció ella. Y Teresa me ha dicho sí». 48.200 le dieron un like y 3.700 le comentaron la noticia. La suerte estaba echada.
El sábado 6 de abril, a pocos días de cumplir los 49, el alcalde madrileño se casa y deja solo a su compañero político, López Miras, en la soltería. «Me dejas solo, je,je» le contestaba el presidente de la Región de Murcia al madrileño, al anunciar su casamiento. Tampoco estará, por obvios motivos, el sábado en la gran Fiesta musical de la Resurrección delante del ayuntamiento de Madrid, como hizo el año pasado.
El alcalde, que también atiende el hipocoristico Pepe, es un hombre marcado por el cronómetro. Al haber preparado, y aprobado, oposiciones a abogado del Estado, sabe la importancia de no perder un minuto de tiempo y más, cuando en palabras suyas, estaba casi resignado a la soltería. Se le pasaba el arroz.
Familia Numerosa
José Luis Martínez Almeida es el pequeño de seis hermanos. Le gustan las familias numerosas, y a su novia Teresa también, y si Dios quiere y el tiempo lo permite, formará la suya en breve. Es aficionado al fútbol del atlético de Madrid, de ahí aprendió que «nunca hay que rendirse aunque se sufra». De sus padres, que ya han fallecido por eso en la invitación de boda consta Familia Martínez Almeida y no los nombres paternos, valora la educación en la fe que le transmitieron y de ahí su espera para casarse por la iglesia. Su madre era una mujer de carácter y es posible que Teresa, su prometida, también lo tenga. En cualquier caso, ella ha demostrado, en los pocos meses de noviazgo, que sabe estar en un segundo plano, aún llevando un Borbón entre sus apellidos. Si tiene que estar en segunda fila viendo el traslado, por parte de la Legión del Cristo de Mena en Málaga, pues se está y se canta el Novio de la Muerte desde esa posición, mientras su novio permanece en primera fila a poca distancia de la reina Sofia, pariente lejana de su prometida. Ha sido su primera Semana Santa juntos y también la última como novios.
Martínez-Almeida, al que algunos veteranos aún le llaman «Pepito», se define como un hombre tranquilo, sereno y con manías de opositor obsesivo con el tiempo y por tanto, riguroso con no llegar tarde a las citas y con el orden. A él le gusta recurrir a San Ignacio de Loyola «en tiempo de tormenta no hacer mudanza». Es abogado del Estado, más que por vocación personal, por seguir la ilusión de sus padres. Es Alcalde de Madrid por el PP con mayoría absoluta. De sus bienes más preciados es su abono del Atleti y acude al estadio como uno más para disfrutar sufriendo, que es lo que hacen los colchoneros, en el estadio de su club del alma. Juega al golf con un handicap 5. Es bueno gracias a su concentración mental. También se defiende jugando al padel y lo mismo hace treking, que un tramo del Camino de Santiago.
Está en capilla y eso que su curso de Curso de Preparación matrimonial no lo ha llevado a cabo, durante tres sábados seguidos, en la parroquia en la que se casa porque sus obligaciones ediles se han tenido en cuenta.