El adiós de Isabel Preysler a Mario Vargas Llosa: «Estás muy mal educado, esto no es un hotel»

No tuvo ocasión de despedirse de él antes de su muerte y tampoco se lo hubiese permitido la familia. La historia de ocho años de amor de Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa regresa a la actualidad tras las publicación de las memorias de la socialité Mi verdadera historia. Los celos dieron al traste con su noviazgo. O al menos, esa es la versión de ella. La del premio Nobel no la conoceremos, tras su fallecimiento el pasado abril. Él no quiso hablar nunca.

En la autobiografía de Isabel se incluye el manuscrito, con una caligrafía impecable, en la que le pidió a Mario que no volviese. «Después de unos años en los que hemos sido muy felices, la situación entre nosotros se ha ido deteriorando. Estarás de acuerdo conmigo en que nuestra relación ya no se parece en nada a la que teníamos al principio», comienza escribiendo Isabel, en una carta, fechada el 12 de diciembre de 2022. Le expuso los motivos por los que ya no quería seguir con él y le pedía que fuese alguien a su casa de Puerta de Hierro a recoger sus enseres.

Menciona esa fatídica noche en la que tras un acto de Moët&Chandon, el premio Nobel le gritó que se «estaba tomando demasiadas libertades». Ella le recuerda que era una fiesta a la que acudió como parte de su trabajo. Y cuando, al día siguiente se sentó a cenar, Isabel se enteró por el servicio de que el escritor se había ido a vivir a su casa de la calle de Flora, en el Madrid de los Austrias.

«El origen social y el nivel económico diferente en dos personas que deciden vivir juntas no tiene importancia. Lo que de verdad hace imposible la convivencia es la mala educación y tú estás muy mal educado», añade.

Cansada de que Mario desapareciese en cada discusión, tomó la decisión de que esta vez no volviera. «Mi casa no es un hotel en el que las personas van y vienen sin tener en cuenta a los demás y yo no voy a soportar tus idas y venidas sin, por lo menos, una explicación», criticó en su misiva Isabel Preysler.

Sobre sus ataques de celos, la autora aseguró en ese momento que ya lo había hecho dos veces, pero que no iba a «haber una tercera porque, por respeto» a ella misma y porque se lo merece, no iba a «dar por bueno ese comportamiento» que consideraba «totalmente inaceptable». «Por favor, manda a alguien a recoger todas tus cosas», concluyó en su carta, no sin antes despedirse. «Un abrazo».