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Carro de combate del modelo sovietico T-26, usado por el Gobierno de la Republica en la Guerra Civil Española.

Carro de combate del modelo sovietico T-26, usado por el Gobierno de la Republica en la Guerra Civil Española

La batalla de Seseña, la primera intervención de los carros de combate soviéticos T-26 durante la Guerra Civil Española

Seseña; un pequeño pueblo que pasaría a la historia por ser el primer ataque de carros con la silueta arquetípica para un «tanque»; torreta giratoria con pieza de artillería sobre blindado

La Infantería de Marina (IM) era un cuerpo muy pequeño en el 36; básicamente, un batallón en cada una de las cabeceras navales. Hay que tenerlo presente a la hora de hacer comparaciones con cuerpos más grandes, ya divididos en la Península, o unitarios en su bandera, por estar en África.

El alzamiento hizo que se repartiera geográficamente dos tercios con los nacionales; Ferrol y Cádiz, y otro tercio con el Frente Popular; Cartagena.

En ambos bandos, efectuarían misiones de guarnición en Buques y Trozos de Desembarco y presa, así como dotación de montajes y piezas antiaéreas. El laureado Lois, por ejemplo, era un IM destinado a bordo del crucero «Baleares». La artillería y ametralladoras las manejaban la IMs más habitualmente que marineros. Fuera de su plaza destino, se denominarían batallones expedicionarios, y engrosarían sus efectivos. En el Ejército de Franco usarían dos uniformidades; la misma que el ET salvo anclas en el cuello, y la gris cañón.

De un modo más heterogéneo, en campo republicano, fue dignísimo en comportamiento de un batallón de marina, aunque discutible su identificación con el cuerpo, que resistió hasta sucumbir en la cumbre de la Montaña Blanca, Sierra del Cuera, cerca de Llanes, frente a la marcha de las brigadas de Navarra sobre Gijón.

El batallón de Cádiz participó en las columnas de Andalucía-Extremadura-Madrid. En ese contexto, estaba alguna fuerza en Seseña el 29 de octubre del 36, bajo el mando del general Varela, curiosamente él mismo procedente de tropa de IM, y con importante papel del arma de caballería y su general Monasterio.

Estreno mundial de los carros T-26

Es entonces cuando se produjo el estreno mundial del carro de combate en cuanto «tanque» con torre giratoria; los 15 carros T-26, fueron punta de lanza de un ataque de la I Brigada, junto con Guardia de Asalto y Milicias, dentro de la cual también había IM republicana. Sumaban 10.000 hombres y 50 blindados.

La guarnición de Seseña estaba constituida por el escuadrón Villarrobledo a pie, dos compañías de marinería, sección de ametralladoras de infantería de marina y un Harka de Tiradores del Rif. En la noche del 28 recibieron como refuerzo dos mías de la Mehal-la de Melilla, una sección de obuses de montaña Schneider 105/11 y otra de cañones legionarios de 65/17. Las fuerzas estaban bajo el mando del capitán Sánchez Pérez y subía el total a unos 700 hombres.

Entre tanto, los carros habían efectuado su avance protegidos por la neblina lo que les permitió presentarse ante Seseña, a una distancia corta. Los defensores no sabían si eran enemigos o amigos. Contribuyó a la confusión que los carros llegaban con las escotillas abiertas y los tripulantes asomados a ellas y no en orden de combate. La compañía de carros T-26B empleó la noche del 28 al 29 en desplazarse de su acantonamiento manchego hasta la base de partida en Cuesta de la Reina. Pasó al ataque a las 6:30h y al mismo tiempo comenzó la preparación artillera y aérea sobre Torrejón de Velasco, donde fueron destruidas varias casas y la iglesia.

La batería del capitán Arjona, con los escuadrones de Cebollino que habían abandonado el pueblo hacia las 6:00h, fue localizada por la aviación gubernamental a la altura del arroyo de las Cárcabas y bombardeada sin que se produjesen bajas. Junto a las bombas lanzaron octavillas del discurso de Largo Caballero del día 28, cuyo éxito puede adivinarse. Los soldados siempre andan escasos de papel.

Ante la duda el capitán Sánchez Pérez acompañado por un pequeño grupo avanzó a su encuentro a la ermita de la Concepción. Allí tras hacer un gesto para detener el primer carro de la columna, intentó aclarar a voces si se trataba de la columna italiana que se tenía que unir al coronel Monasterio. El malentendido duró unos segundos. Los carros hicieron fuego. Dispararon tan apresuradamente que fallaron dando lugar a que se refugiaran los soldados en las primeras casas del pueblo. Ahora los carros tenían el camino libre y siguiendo la carretera general se internaron en Seseña disparando a diestro y siniestro.

En las callejuelas había varios vehículos insurgentes que fueron atravesados para entorpecer la marcha de los blindados. A ellos agregaron varios obstáculos y muebles. Los T-26B cañonearon y embistieron las defensas. Hubo una foto en la que un T-26 se atascó en una calleja, sin lograr arrollar del todo a un carro de los nacionales; un carro en el sentido estricto de la palabra, de los de mulas.

Asimismo, las piezas de artillería atacaron los carros pero estos las neutralizaron causando bajas entre sus sirvientes. A las 7:45 un carro se detuvo en una calle cercana a la plaza. En ese momento lanzaron un paquete explosivo que lo inmovilizó. El resto de los carros fue atacado con gasolina produciendo algunos incendios que las tripulaciones sofocaron. Este sería el antecedente del arma bautizada, tres años más tarde, durante la guerra ruso-finlandesa como «Cóctel Molotov» en honor al ministro de exteriores Vyacheslav Molotov. El ministro soviético afirmaba que sus tropas no estaban bombardeando sino enviando elementos, a lo que el ejército finlandés contestó que, ya que «Molotov ponía la comida, ellos pondrían los cócteles».

A las 9:20 la infantería republicana alcanzó las defensas de Seseña, intactas. A esa hora los carros abandonaban la población por el extremo opuesto permitiendo a los defensores concentrarse sobre la infantería causándole numerosas bajas.

Los batallones republicanos, se estrellaban contra las defensas del pueblo, mientras que en el interior el T-26B inmovilizado era destruido.

El resto de los carros prosiguió hacia Esquivias donde se concentraban los escuadrones del coronel Monasterio. Allí se repitió poco más o menos lo mismo que en Seseña. Los blindados ocuparon las calles, aplastando vehículos y ametrallando caballos, mientras los jinetes se refugiaban en las casas, desde las cuales hacían fuego si bien con nula eficacia. Los carros privados del apoyo de la infantería no podían hacer nada mas contra un enemigo que no se retiraba y continuaba resistiendo. En el cerro de Santa Bárbara, al norte de la población las fuerzas de la Mehala de Rodrigo Suárez hostigaban a los carros y estos no se decidieron a atacarles.

Los T-26B atravesaron el pueblo y se encontraron al oeste con una batería de 65/17 legionarias y una sección de carritos Fiat, que llegaban de refuerzo.

El encuentro tuvo el interés de ser la primera confrontación entre carros de combate de uno y otro bando en la guerra de España. A las inofensivas ráfagas de ametralladora de los carros italianos se les respondió con los cañones de 45mm, que averiaron y volcaron al carro del teniente Tamariz Martel Fabra, resultando este y sus tripulantes ilesos. Los cañones de 65/17 fueron empleados contra los carros y un disparo alcanzó a un T-26B que se refugió en el muro de un corral. No pudo hacer más la batería, que fue atacada por los demás carros, le desmontaron una pieza y le causaron bajas. Los artilleros ante el fuego enemigo abandonaron las piezas buscando refugio.

El destacamento del teniente coronel Cebollino había alcanzado la carretera a la altura del arroyo de Guatén, al este de Yeles y observaba lo que pasaba en Esquivias. Se desplegaron los escuadrones y la batería de Arjona fue emplazada con la misión de sostener a las tropas que se defendían en el Cerro de Santa Bárbara. Cebollino, con su ayudante, galopó hasta el cerro, un último homenaje a la vieja caballería, para informarse de la situación lo mismo que Arjona en coche. Al mediodía como los carros no se atrevían a salir del pueblo, Arjona ordenó el avance de su batería hasta las proximidades del pueblo, donde emplazó una sección en apoyo del Cerro de Santa Bárbara, nombre óptimo para los artilleros, mientras la otra sección cubría la salida oeste de Esquivias.

Mientras, apareció un L-3/35 Fiat equipado con un lanzallamas que marchó al encuentro de los T-26B. El solitario carro italiano en una zona descubierta enfrentó a un enemigo superior. Al doblar una esquina recibió un impacto que lo destruyó matando a los tripulantes.

En vista de la situación, el capitán Arjona decidió entrar en Esquivias con uno de sus 75 atravesando la zona batida a toda velocidad. Esta maniobra estaría cubierta por todas las piezas de su batería.

Al iniciar la maniobra el teniente Ramos Izquierdo comprobó que los T-26B abandonaban el pueblo en dirección a Borox, dejando al carro inmovilizado en la tapia del corral.

A 500 metros abrieron fuego contra los muros del corral. El carro respondió al fuego. El combate duró media hora, el teniente Ramos Izquierdo hizo 150 disparos. Cuando por fin se redujo al silencio al carro enemigo se comprobó que un proyectil había atravesado la base de la torre y mató a sus ocupantes.

En Seseña entretanto los defensores se habían desembarazado de la infantería enemiga y se dedicaron a prevenirse contra el regreso de los carros. Se instalaron nuevos obstáculos. Los carristas rusos prefirieron en todo momento utilizar como líneas de maniobra las carreteras de la zona y así al caer la tarde volvieron a atravesar el centro de Seseña en sentido contrario. Las previsiones de la guarnición dieron como resultado el incendio de alguno de los carros de los que uno se quedó inutilizado en la plaza del pueblo, en tanto que los demás consiguieron retirarse.

Los defensores de Seseña tuvieron 13 muertos y 60 heridos y entre los habitantes del pueblo tres muertos y siete heridos. Los carros destruyeron o averiaron a 16 automóviles, 10 cañones y 2 obuses de montaña. Las tripulaciones sufrieron 10 bajas entre los que figuraban 3 capitanes rusos.

Pese a la superioridad cualitativa y cuantitativa, el ataque rojo fue un fracaso. La falta de coordinación entre la infantería y los carros, y la determinación y alta moral de los defensores, hizo posible lo imposible.

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