Picotazos de historia
Frances (Fanny) Isabella Duberly, esposa del oficial pagador del 8º de Reales Húsares Irlandeses, acompañó a su marido durante toda la campaña de la guerra de Crimea y nos dejó unas divertidas e interesantes impresiones en un diario que escribió a lo largo de esos meses.
La descripción que nos dejó del estado del puerto y población de Balaclava, base del Ejército británico en Crimea, pone los pelos de punta y nos hace comprender por qué las bajas del Ejército aliado (británicos, turcos, franceses y súbditos del reino de Cerdeña) por enfermedad fueron más de diez veces que las producidas en combate.
–«Tomar una aldea de casas y chozas ruinosas y mugrientas, deje que la lluvia se filtre en su interior, hasta que todo el lugar se convierta en una ciénaga de porquería hasta la altura de las rodillas; consígase un promedio de 1.000 turcos azotados por la peste, y apíñelos en las casas de manera indiscriminadas, mate alrededor de 100 al día y entiérrelos superficialmente como para que estén apenas cubiertos de tierra, permítales que se pudran tranquilamente, y tenga la precaución de mantener constante el suministro diario. En una parte de la playa amontone a todos los caballos exhaustos, los bueyes agonizantes y camellos a punto de derrumbarse y déjelos que se mueran de hambre, tardarán aproximadamente tres días. Rápidamente empezaran a pudrirse, oliendo de manera acorde. Recoja del agua del puerto las vísceras de los animales sacrificados para alimentar a los ocupantes de más de 100 barcos –vísceras y desechos que, junto algún cadáver humano, flotan abundantes en el agua– y póngalos a estofar en un puerto angosto, y así tendrá una imitación aceptable de la verdadera esencia de Balaclava».
¡Y la que nos montan en casa si una humilde cucaracha osa asomar las antenas!
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