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26 de abril de 2024

La expedición de Xu Fu que en 219 a. C. partió en busca del elixir de la vida por orden de Qin Shi Huang. Pintura japonesa del siglo XIX

La expedición de Xu Fu que en 219 a. C. partió en busca del elixir de la vida por orden de Qin Shi Huang. Pintura japonesa del siglo XIX

Picotazos de historia

La búsqueda de la inmortalidad acabó con la vida de Qin Shi Huang, el unificador de China

Qin temía a la muerte, nunca hablaba de ella ni jamás hizo testamento, sino que mandó exploradores a cada lugar en que existiera leyendas sobre la vida eterna

Considerado como el gran unificador de China, Qin Shi Huang (259 a.C. - 210 a.C.), fue un gran guerrero, un conquistador que unificó, estructuró y dio una nueva visión a una civilización que se veía a sí misma como el centro del mundo.
Hijo del Rey de Qin, el más poderoso (en ese momento) de los siete reinos en que se había dividido el antiguo Imperio Zhou y que combatían los unos contra los otros en el denominado periodo de los reinos combatientes (476 a.C- 221 a.C.), heredó el reino de su padre con doce años. Con veintiuno eliminó a los regentes y tomó el poder en sus manos, iniciando un periodo de tenaces campañas que concluirían en el año 221 a. C. con la asimilación del último de los siete reinos y la unificación total. A él se deben las primeras construcciones de la Gran Muralla y su mausoleo (más de 98 kilómetros cuadrados) todavía está por explorar y es digno de un artículo aparte.
Qin tuvo una personalidad apabullante que imprimió en cuanta empresa iniciaba. Autócrata, rigorista, legalista, su figura fue muy denigrada por la dinastía Han, quienes se aprovecharon de los logros políticos de Qin –llegaron a redactar un escrito titulado Los diez crímenes de Qin, obra denigratoria y auto-justificativa del gobierno Han–. Pero, como todo ser humano, Qin tuvo también flaquezas que lo hacían muy humano, y también sería atacado por este flanco.
Qin temía a la muerte, nunca hablaba de ella ni jamás hizo testamento. Al contrario, mandó exploradores y emisarios a cada lugar en que existiera alguna leyenda relacionada con un mítico elixir de la vida. Ordenó que se buscara por toda la tierra a un mago llamado Anqi Sheng, un personaje mitológico que en tiempos de Qin debía tener más de mil años de vida y se puso en manos de alquimistas y sabios que prometieron alargar su vida. Se considera que Qin Shi Huang murió envenenado por las pócimas que le preparaban, en las que destacaban el jade y el mercurio. Curiosamente, hay constancia histórica de varios emperadores que murieron por el mismo motivo, el último de los cuales fue el cuarto de la dinastía Qing: el Emperador Yong Zheng (muerto 1735).
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