Un campanario
Picotazos de historia
El curioso caso de la campana de Velilla de Ebro que sonaba sola
Dejando aparte las leyendas, más o menos fantasiosas, sobre el origen de la campana, el hecho es que ésta sonaba sin intervención humana
En la ribera baja del Ebro, en la provincia de Zaragoza, encontramos el pequeño municipio de Velilla del Ebro. Este lugar, que ya era antiguo cuando marco Emilio Lepido, en el año 44 a.C., fundó la Colonia Victrix Iulia Lepida, fue muy conocido durante largo tiempo por una curiosa historia: la de la campana de Velilla. En las inmediaciones de la villa se encuentra una colina, lindando con los Monegros, en donde se alza la ermita de san Nicolás. Tenía, la dicha ermita, dos campanas. La mayor, que un texto del siglo XVII describe como: «De diez palmos de circunferencia, de metal limpio, claro y liso... hendida, por un lado, por lo cual suena como quebrada». Tenía, la campana, cuatro cruces en relieve, las figuras de la Virgen María y san Juan Evangelista y la leyenda «Christus Rex venit in pace, et deus homo factus est...».
Ermita de de san Nicolás en Velilla de Ebro
Pero, dejando aparte las leyendas, más o menos fantasiosas, sobre el origen de la campana, el hecho es que esta sonaba sin intervención humana. De vez en cuando y como nos dejó escrito la baronesa de Aulnoy en su Relación del viaje a España (1691): «Empieza con un tintineo y luego, de tanto en tanto, suena a voleo, ya sea de día o de noche». Esta sobrenatural señal indicaba un suceso luctuoso o desgracia, lo que ponía de los nervios a los autóctonos al escuchar su tañido.
Bandera de Velilla de Ebro (Aragón)
Se sabe que sonó con motivo de la partida de Alfonso V de Argón hacia Nápoles, en aviso del atentado que sufriría en Barcelona Fernando el Católico –quien en agradeciendo donó una campana a la ermita que todavía permanece–, anunciando la muerte de Carlos V, la partida del desdichado rey Sebastián de Portugal, por el fallecimiento del Rey Felipe II, de Felipe IV... La última vez, documentada, que sonó fue en 1686. Hablaron, bien a favor bien en contra, de la veracidad de estos fantásticos hechos: Don Francisco de Quevedo, Lope de Vega, el padre Feijoó, fray Hortensio Félix de Paravicino, Bartolomé Leonardo de Argensola y el mismo Baltasar Gracián dijo haber sido testigo del milagroso hecho.
Se desconoce el motivo por el cual la campana interrumpió, definitivamente, su sobrenatural aviso. ¿Acaso influyó el que los autóctonos y curioso habían tomado la costumbre de llevarse trocitos del bronce de la campana como recuerdos o amuletos? Tal vez. El hecho es que dejó de sonar, pero el recuerdo permanece. En la heráldica de la villa se refleja la importancia que tuvo, ya que el escudo representa a la campana.