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19 de abril de 2024

Icono de san Simeón estilita de Kostarowce

Icono de san Simeón

Picotazos de historia

La solución de san Simeón para que le dejaran en paz

Mandó construir una columna de tres metros de altura con una pequeña plataforma en la cúspide, y allí se subió

Su vida fue tan alucinante que pensaríamos que son todo inventos y exageraciones, si no estuviera todo documentado. El director de cine Luis Buñuel dirigiría una película sobre él.
Se sabe que nació el año 388 d. C. en la ciudad de Sisan, cerca de Alepo, junto a la frontera norte de Siria. A los 16 años abandonó el hogar para ingresar en un convento. Allí se impuso un régimen de ayunos y disciplinas –se le considera el creador del ingenioso artificio denominado cilicio– que los propios monjes del convento consideraron excesivo. Al final estos le insinuaron que, tal vez, no estuviera llamado a la vida en comunidad. Les hizo caso y abandonó el convento, sustituyéndolo por la solitaria existencia en el fondo de una cisterna seca en pleno desierto. La experiencia fue positiva ya que inventó el ayuno absoluto durante la cuaresma y el permanecer en pie el mayor tiempo posible (estando o no encadenado por el cuello a una roca) pero faltaba algo, por lo que se trasladó a la cima de un cerro –en pleno desierto– que apenas tenía unos 15 metros cuadrados.

Su fama de hombre santo, de gran virtud y mérito, se extendió y empezaron a peregrinar a la cima de la que había hecho morada

Simeón, por fin, pareció haber encontrado su lugar. Allí tenía silencio y soledad para la oración, carecía de techo, vivía a la intemperie, dormía en el suelo, comía menos que un gorrión... Vamos, que era feliz. Entonces no había internet pero 'radio macuto' funcionaba de maravilla y comenzó a comentarse en las ferias y mercados sobre ese individuo que vivía, en medio de terribles rigores, en la cima de un cerro perdido en el desierto. Su fama de hombre santo, de gran virtud y mérito, se extendió y empezaron a peregrinar a la cima de la que había hecho morada. A estos primeros le siguieron más y más y pronto se fue «al guano» la paz y soledad necesarias para la oración de Simeón. Este determinó que no tenía escapatoria.
San Simeón el Estilita

San Simeón el Estilita

Le habían encontrado en el desierto y le seguirían donde quiera que fuera, así que decidió huir en vertical: mandó construir una columna de tres metros de altura con una pequeña plataforma en la cúspide, y allí se subió. Después de un tiempo se dio cuenta que había sido una mejora pero no era suficiente, por lo que hizo reformas en el piso y elevó la columna a siete metros. Al final la columna tendría diecisiete metros de altura. Esa sería la definitiva y allí se quedó la friolera de treinta y siete años. Su ascetismo desató una enorme corriente de admiración y dio lugar a una moda: el estilismo (nada que ver con lo que significa ahora). Por su parte, pasó a ser conocido como Simeón el Estilita o el Grande para diferenciar de emuladores tocayos.
Al pie de la columna se creó una comunidad de seguidores que se encargaba de apoyar sobre la columna escaleras de diferentes longitudes, en función de la importancia de la persona que deseara hablar con él. Se sabe que el Emperador Teodosio II y su esposa, la Emperatriz Eudocia, eran grandes admiradores suyos. Incluso llegaron a enviarle un paraguas si tenían noticia de próximas lluvias. El Emperador León I «el Matarife» fue otro de sus admiradores.
Simeón falleció el 2 de septiembre del año 459 d. C. y sus restos fueron conducidos a Antioquía. Donde se levantó un enorme edificio, compuesto por cuatro basílicas dentro de un patio octogonal, en cuyo centro se encontraba la bendita columna de san Simeón. Hoy solo quedan ruinas.
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