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25 de abril de 2024

Acuarela de guerrillas atacando a columna de tropas francesas (1907)

Acuarela de guerrillas atacando a columna de tropas francesas (1907)Alfredo Roque Gameiro

Picotazos de historia

Durante la Guerra de Independencia ser mensajero francés era lo peor

Estando en Sevilla, Brun de Villeret tuvo la misión de llevar despachos al propio Napoleón y explicarle la verdadera situación del ejército francés en España

Louis Bertrand Pierre Brun de Villeret (1773 – 1845) a pesar de sus orígenes nobles, cuando fue movilizado para el ejército revolucionario de 1796, se entregó a la causa militar de su país. Sirvió a la Revolución Francesa, al Imperio de Napoleón y a los Borbones de la Restauración. A lo largo de su vida participó en numerosas campañas, alcanzó el grado de Teniente General, fue nombrado barón por el Imperio y confirmado como Par de Francia por los Borbones. Además fue Gran Oficial de la Legión de Honor y caballero de la Orden de San Luis.
Brun de Villeret nos dejó unas entretenidas memorias de sus años de guerra con Napoleón. Especialmente interesantes son los años 1809-1812 en los que participa en la campaña española. En su libro –Les cahiers du General Brun– nos relata que, estando en Sevilla, el mariscal Soult le encomendó la misión de llevar despachos al propio Napoleón y explicarle la verdadera situación del ejército francés en España.

Un viaje por España con escolta

Brun, siempre acompañado por una fuerte escolta, consiguió atravesar Andalucía por el estrecho de Despeñaperros sin sufrir demasiados contratiempos, ni excesivas bajas. En La Mancha, zona de guerrilla muy activa, se vio obligado a viajar a mayor lentitud y con escolta reforzada. En Madrid fue recibido por José Bonaparte y cenó con él en el Palacio Real, poniéndole al tanto de los últimos sucesos en el sur. Al día siguiente abandonó la capital con una escolta de ochenta jinetes de un regimiento de Hesse. En Segovia fueron atacados por una partida de más de cuatrocientos guerrilleros a caballo. Brun consiguió salvar la vida gracias a que encontraron una empalizada, donde se hicieron fuerte, en el bosque de san Ildefonso. Allí consiguieron resistir tres horas hasta que fueron rescatados por un destacamento francés que venía de Segovia y escuchó los disparos. Sin embargo perdieron todos los caballos, el bagaje y tuvieron treinta muertos ( por algún motivo los heridos no se consideran de interés y no los menciona).
Continuo Brun con su azaroso viaje. Volverá a ser atacado a la altura de Olmedo y eso a pesar de llevar una escolta de más de trescientos soldados. Desde Burgos hasta Vitoria, en comparación con lo anterior, el viaje fue hasta agradable. En el paso de Arlabán fueron emboscados, salvando la vida gracias a un fuerte francés que se había construido a la entrada del valle y que, afortunadamente, estaba bien guarnicionado y artillado. El comandante Brun consiguió llegar a la frontera con Francia, sacudido pero relativamente indemne. Según el propio protagonista, que nada más llegar a suelo francés se arrojó para besarlo, pues «era un país que durante este viaje había perdido, en ocasiones, la esperanza de ver».
El caso de Brun sirve como ejemplo ilustrativo de lo que fue la guerra de Independencia. Una guerra de muy alta intensidad para los baremos de la época y especialmente despiadada debido al sistema de represalias, practicado por ambos bandos. En este último campo –el de las represalias y crueldad con los prisioneros que sería magistralmente representado por Goya– destacarían los lanceros polacos y los regimientos de Hanover. Claro que tan delicadas atenciones serían devueltas con refinada crueldad por parte de la guerrilla y de la población.
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