Batalla de Famagusta
Picotazos de historia
El trágico final del héroe de Famagusta
Una a una fueron cayendo, en manos turcas, las plazas de Chipre hasta que solo quedó la ciudad y fortaleza de Famagusta
En septiembre de 1569 se produjo una gran explosión en el arsenal de Venecia. La deflagración destruyó una gran cantidad de edificios, cuatro iglesias y afectó a las defensas de la ciudad, pero –milagrosamente– solo destruyó cuatro galeras. Por algún motivo al sultán Selim II, conocido por la historia con el sobrenombre de «el Beodo», se le presentó la noticia como si se hubiera destruido la mayor parte de la flota veneciana así como su capacidad de producción de galeras. En enero de 1570 el Gran Visir Sokolli comunicó al bailío de Venecia en Estambul que el sultán Selim se había declarado señor de Chipre y exigía a la Serenísima República que abandonara inmediatamente la isla.
Entre marzo y mayo de ese año el sultán reunió una flota de más de 150 galeras y el doble de barcos de transporte para las tropas, caballos, bastimentos, etc. Lala Mustafá Pasha estaba al mando de la flota y de un ejército de más de cien mil soldados y su primer objetivo fue la capital de la isla. Nicosia cayó el 9 de septiembre y ese mismo día se escabechinó a veinte mil de sus habitantes. Una a una fueron cayendo, en manos turcas, las plazas de Chipre hasta que solo quedó la ciudad y fortaleza de Famagusta. El 15 de septiembre la caballería turca se presentó frente a sus murallas, iniciándose el sitio. La defensa de Famagusta había sido confiada a Marco Antonio Bragadino, quien apenas contaba con 8.500 soldados para defender las murallas pero que mantuvo a raya, durante once meses, a una fuerza turca que llegará a alcanzar los doscientos mil, con 150 cañones.
Famagusta en la segunda mitad del siglo xvi (Civitates orbis terrarum)
La defensa veneciana se llevó a cabo con firmeza y disciplina; por su parte, los turcos probaron ser maestros en la guerra de asedio. Se cavaron minas y contraminas, se asaltó reductos y se erosionó, poco a poco, las defensas y la guarnición de Famagusta. En julio, los turcos tomaron las murallas exteriores, rotas en varios sitios, y se combatió en la ciudad. El 1 de agosto, agotadas las provisiones, a punto de agotarse la pólvora y sin esperanza de ayuda exterior, Bragadino solicitó términos para la rendición de la ciudadela. El comandante turco Lala Mustafá Pasha acordó conceder generosos términos de rendición.
El día 5 de agosto tuvo lugar la ceremonia de rendición. Durante la misma Lala Mustafá atacó a Bragadino con un cuchillo, cortándole la oreja derecha. Como si fuera una señal, el resto de los turcos saltaron sobre los venecianos, los redujeron y les cortaron nariz y orejas antes de ser degollados. Dejaron vivo a Bragadino, quien fue desnudado y obligado a cargar sacos de piedra y tierra. Durante dos semanas, el valiente comandante veneciano, sufrió todo tipo de abusos y humillaciones por parte del ejercito y la flota turca. Por último fue atado desnudo a una columna y desollado vivo. Según algunos testimonios que nos han llegado, durante el tiempo que duró el tormento entonó el Miserere. Era de fuerte constitución y la muerte no llegó pronto, aguantó hasta que los verdugos llegaron a la cintura.
Algunos investigadores especulan con que el desollamiento de Bragadin sirvió de inspiración para este cuadro.
El pellejo de Bragadino fue rellenado con paja y enviado al sultán, quien lo utilizó como cojín. En 1580 un joven veneciano, de nombre Girolamo Polidori, consiguió huir de Estambul llevándose consigo los restos de Marco Antonio Bragadino. La piel del infortunado general fue recibida como si de una reliquia se tratara y fue depositada, con todo honor y reverencia, en una hermosa tumba de la basílica de San Juan y San Pablo.
En 1961 se consiguió autorización de la iglesia y de la familia para abrir la tumba. En su interior encontraron restos de cuero que resultó ser humano.
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