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29 de abril de 2024

Tánger en 1923

Tánger en 1923

El estatuto internacional de Tánger o cómo se convirtió en sitio de acogida de escritores, espías y estafadores

Se había creado un ámbito extraño de libertad, un espacio donde las leyes y las costumbres fueron permisivas. Pero esa misma tolerancia hizo que la ciudad fuera sitio de acogida de delincuentes, traficantes, espías y vividores de toda suerte

Hace cien años se acordó finalizar un largo contencioso internacional en Marruecos y, tras un acuerdo multilateral, se decidió dotar de un Estatuto especial a la ciudad de Tánger y declararla zona internacional. Pero esto era solo el final de una larga historia.

El reparto de África

A partir de la Conferencia de Berlín en 1884-85, las potencias coloniales europeas decidieron que el reparto de África se realizaría mediante acuerdos entre los países para reconocerse mutuamente los territorios de unos y otros, y que se evitaría siempre la guerra entre europeos. Sin embargo, en 1898 estuvo a punto de estallar una guerra entre Francia y el Reino Unido en Fachoda (Sudán). Francia deseaba construir una línea ferroviaria entre sus colonias del este y oeste del continente, entre el Sahara y Yibuti. Y el Reino Unido buscaba lo mismo entre el norte y el sur, desde Egipto a Sudáfrica.
Las expediciones militares enviadas por ambos países para despejar el terreno se encontraron en Fachoda y estuvieron una frente a otra, a punto del choque armado. Al mando de ambas iban hombres bien conocidos en la historia colonial: Marchand mandaba a los franceses y Kitchener a los británicos. Las conversaciones diplomáticas evitaron la guerra y tuvieron consecuencias definitivas: ningún país europeo (esto incluía también a Alemania y Portugal) debía unir el continente africano de norte a sur o de este a oeste con sus territorios. Y, en segundo lugar, dio paso a la Entente Cordiale entre Francia e Inglaterra en 1904, un gran pacto de alianza. A partir de aquí, los dos aliados decidieron repartirse las zonas de influencia en el Convenio de 8 de abril de 1904.

Ningún país europeo debía unir el continente africano de norte a sur o de este a oeste con sus territorios

A Inglaterra se le dejó puerta abierta en Egipto y Sudán, con el régimen especial de navegación por Suez a favor de otras potencias. Francia vio la puerta abierta para Marruecos. A Alemania se la contentó con algunas colonias en el sur del continente y ventajas comerciales en Marruecos y el Congo, según lo firmado en el Tratado de 4 de noviembre de 1911. A Italia con Libia y Abisinia y España se contentó con Guinea, Sahara y una parte de Marruecos. Había otra cuestión palpitante: ninguna potencia quería que otra poseyera territorios a ambos lados del estrecho de Gibraltar y por eso se decidió crear una zona internacional en Tánger e impedir que España fortificara sus posesiones en Marruecos. Tánger era la ciudad abierta a los extranjeros del Imperio de Marruecos, donde residía el cuerpo diplomático.

Tánger, zona internacional

El Acta Final de la Conferencia de Algeciras de 1906 le daba a Francia un gran respaldo porque, a diferencia de 1904, ya no era un solo país el que respaldaba la acción francesa en Marruecos sino todos los signatarios. En ese momento, era solo un acuerdo de policía y comercial, pero se estaban ya minando las bases de la soberanía del sultán. Una serie de incidentes dentro de Marruecos y los ataques a súbditos europeos, provocaron a intervención de Francia y España. Los hechos desembocaron en la instauración de un Protectorado francés en 1912 mediante el convenio entre Francia y Marruecos de 30 de marzo. Este convenio contenía la obligación francesa de ceder la zona norte a España, lo que se concretó mediante el Acuerdo franco-español de 27 de noviembre de ese mismo año.

Sería neutral y desmilitarizada, y la vigilancia del contrabando de armas y municiones quedaba encomendada a las armadas británica, francesa y española

Decidido entre las potencias que Tánger y su hinterland iban a constituir una zona especial, España sostenía que debía estar bajo la autoridad del jalifa (representante del Estado marroquí en la zona española) y Francia entendía que era el sultán el encargado de personalizar al Estado. Más de once años duraron las negociaciones hasta la firma del Tratado de 18 de diciembre de 1923. Se creaba una zona internacional bajo la autoridad del mendub y con instituciones creadas al efecto para administrar y gestionarla.
Sería neutral y desmilitarizada, y la vigilancia del contrabando de armas y municiones quedaba encomendada a las armadas británica, francesa y española. Se crearon una asamblea legislativa internacional, un tribunal mixto y un comité de control que velarían por el régimen especial tangerino, que tenía un miembro por cada país, aunque Rusia y Estados Unidos nunca nombraron a los suyos.
La Asamblea Legislativa estaría compuesta por miembros de los Estados signatarios: seis marroquíes, cuatro franceses, cuatro españoles, tres británicos, dos italianos y un belga, americano, holandés y portugués. La autoridad máxima sería el administrador (francés durante los seis primeros años) con dos subadministradores (español y americano). El Tribunal Mixto lo integraban magistrados españoles, franceses y americanos con dos fiscales de España y Francia. La policía la mandaría un belga con cuadros españoles y franceses.
Mapa de Baedeker de Tánger en 1901, que muestra la Medina amurallada y múltiples consulados y legaciones extranjeros

Mapa de Baedeker de Tánger en 1901, que muestra la Medina amurallada y múltiples consulados y legaciones extranjeros

La solución era novedosa y complicada. Como señalaba Graham H. Stuart en The international city of Tangier (Stanford 1931): una solución irracional e insatisfactoria, pero la única posible en esas circunstancias. Era una zona sometida a una administración de varios países, en la que se daban situaciones muy amplias de extraterritorialidad. No satisfacía a nadie y, menos que a ningún otro país a España por ver menoscabada su zona norte. Se había creado un ámbito extraño de libertad, un espacio donde las leyes y las costumbres fueron permisivas, el régimen fiscal favorable permitió transacciones comerciales ventajosas. Pero esa misma tolerancia hizo que la ciudad fuera sitio de acogida de delincuentes, traficantes, espías y vividores de toda suerte. Llegaron grandes escritores a la vez que estafadores y falsificadores. En la Guerra Civil sirvió de refugio a exiliados españoles y, más tarde, lugar de paso hacia el exilio.
Durante la Segunda Guerra Mundial se produjo la intervención de la zona por las tropas jalifianas al servicio del Protectorado español al mando del coronel Yuste. Era una intervención prevista en el Estatuto cuando la seguridad lo aconsejara y, en ese momento, se temía una posible invasión italiana o alemana. El hecho, pactado con otras potencias, se quiso ver como un intento de ocupación definitiva por parte española. Quizás si la guerra hubiera seguido otro rumbo, esto se hubiera producido. Pero tras la derrota alemana, los españoles volvieron a abandonar la ciudad. La independencia de Marruecos tuvo lugar en 1956, un año después se extinguió el régimen estatutario, aunque Tánger no se incorporó definitivamente al reino de Marruecos hasta 1960.
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