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29 de abril de 2024

Matilde de Canossa a caballo, pintura de Paolo Farinati

Matilde de Canossa a caballo, pintura de Paolo Farinati

Picotazos de historia

La terrible condesa Matilde de Canossa, la mujer más poderosa del siglo XI

La fiera condesa continuaría con la guerra y lucharía contra el Emperador hasta derrotar a las tropas imperiales en la batalla de Sorbara, cerca de Módena, en el 1084

Matilde de Canossa (1046 – 1115) es una de las figuras más interesantes de la edad media italiana y la prueba de que las mujeres con carácter tenían mucho que decir en esos tiempos. Nació siendo la tercera hija de Bonifacio de Canossa, marqués de Tuscia –le llamaban «el Tirano»–, a los seis años de edad presenció como un súbdito descontento atravesó la garganta de su padre con una flecha envenenada. A pesar de que el Emperador Enrique III «el Negro» concedió a Matilde y a sus hermanos Federico y Beatriz un privilegio de protección imperial, aquello no pudo impedir que ese mismo año murieran sus hermanos por una intoxicación alimenticia. Hubo consabidos rumores de envenenamiento, pero no de intención criminal, por lo que se consideró como un accidente muy común.
Hugo de Cluny, Enrique IV, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, y Matilde de Toscana

Hugo de Cluny, Enrique IV y Matilde de Canossa

Beatriz de Lotaringia, madre de Matilde, se encontró viuda y con una única hija y heredera de un gran patrimonio, así que buscó alianzas casándose con Godofredo de Lorena –conocido como «el Barbudo»–, duque de la Baja Lotaringia y primo suyo. Con este matrimonio la familia Canossa –señores de toda la Italia al norte de los estados papales y de parte de la Lotaringia– pasó a ser la familia más poderosa de Europa.
Una de las cláusulas del matrimonio establecía que Matilde debería casarse con el hijo y heredero de Godofredo, también llamado Godofredo y conocido como «el Jorobado». La boda de los chiquillos se adelantó –la boda se celebró en 1069– al enfermar Godofredo, quien moriría la víspera de la navidad de ese año. Por su puesto se habló de envenenamiento pero no hay datos suficientes.

Al año siguiente, Matilde, harta de un marido al que no quería y del entorno tóxico de la corte de Lorena, abandona Lotaringia y se establece en sus tierras de Canossa

El pobre Godofredo «el Jorobado» era un joven inteligente y lleno de virtudes de todo tipo pero con evidentes defectos físicos como una notoria joroba y bocio, lo que no gustaba nada a Matilde. En 1071 Matilde dio a luz una niña a la que bautizaron como Beatriz y que vivió solo unos pocos meses. Al año siguiente, Matilde, harta de un marido al que no quería y del entorno tóxico de la corte de Lorena, abandona Lotaringia y se establece en sus tierras de Canossa.
Tres veces viajó Godofredo a Canossa para intentar congraciarse con su esposa, de la que estaba verdaderamente enamorado, y tres veces tuvo que volver al encontrarse con el rechazo frontal de la bravía señora. En 1076, mientras atendía una llamada de la naturaleza, un sicario le metió a Godofredo una espada entre las ducales nalgas. Por supuesto hubo rumores de que Matilde había tenido una influencia directa en el asunto. Una semana después del terrible suceso Godofredo rindió su alma a Dios después de haber sufrido una horrorosa agonía. Ahora Matilde era viuda y feliz.
Ese mismo año, el destinó acabó con la madre de Matilde, por lo que se encontró como dueña y señora de su destino y de un enorme patrimonio. Durante la lucha por las investiduras que enfrentó al papado y al Imperio, Matilde se puso de parte del primero, encarnado en la persona del Papa Gregorio VII, con quien se llevaba de maravilla. Estando el Papa invitado en Canossa tuvo lugar el conocido encuentro con Enrique IV y que sería conocido como la «Humillación de Canossa» (1077).
En 1077, y en claro desafío a Enrique IV, entregó todos sus dominios al papado; un acto fue visto por el monarca como una afrenta, ya que los territorios de Matilde estaban bajo la jurisdicción del Sacro Romano Imperio. En respuesta, el futuro Emperador (fue coronado en el año 1084) convocó un concilio que depuso al Papa Gregorio VII, nombró un antipapa (Clemente III) y ordenó avanzar al frente a sus tropas para someter los territorios que formaban el patrimonio de Matilde.
Afirmado su señorío sobre estos, desterró a Matilde de los territorios imperiales. En el 1079 derrotó a Matilde y al Papa Gregorio VII en la batalla de Volta Mantovana. Pero la fiera condesa continuaría con la guerra y lucharía contra el Emperador hasta derrotar a las tropas imperiales en la batalla de Sorbara, cerca de Módena, en el 1084.
En el 1088 la terrible condesa, de 43 años de edad, realizó un matrimonio político al casarse con Guelfo IV, duque de Baviera, que contaba con apenas diecisiete primaveras. El jovencito no cumplió y mucho menos cuando descubrió que el patrimonio de su esposa lo había dejado al Papado. Matilde furiosa lo despidió con cajas destempladas: «Fuera de aquí, monstruo, no contamines nuestro reino, eres más vil que un gusano, más vil que un alga podrida, si mañana te mostraras morirás de mala muerte».
Matilde murió de gota en 1115. En 1632, a instancias del Papa Urbano VIII su cuerpo fue trasladado a Roma y, en 1644, enterrada en la Basílica de San Pedro. Una distinción singular para una mujer muy singular. Bernini esculpiría su tumba.
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