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29 de abril de 2024

Tropas italianas disparando contra los turcos en Trípoli, 1911

Tropas italianas disparando contra los turcos en Trípoli, 1911

La guerra ítalo-turca de 1911: la consecuencia de las aspiraciones imperialista de Italia

El 29 de septiembre de 1911, el primer ministro italiano Giolitti firmó la declaración de guerra y una fuerza mandada por el general Caneva invadió la Tripolitana. Tres semanas después, Trípoli y caería en manos italianas

Los primeros años del siglo XX fueron decisivos para culminar el proceso de reparto de África por las potencias europeas. Todo se hizo en virtud de tratados internacionales para que unos países admitiesen la soberanía colonial de los otros sobre las zonas de influencia previamente señaladas. La opinión de los habitantes nativos no importaba. Como es lógico, los países más fuertes impusieron sus puntos de vista y se quedaron con las mejores regiones.
Caricatura sobre la conferencia de Berlín, 1885

Caricatura sobre la conferencia de Berlín, 1885

La Entente Cordiale entre Francia e Inglaterra en 1904, dio lugar al Convenio de 8 de abril de 1904 por el que se dejaban para Inglaterra Egipto y Sudán y Francia impondría el protectorado en Marruecos. Alemania no quedó satisfecha y, tras el incidente de Agadir de 1911 cuando el destructor Panther apareció frente a la ciudad, se la contentó con algunas colonias en el sur del continente, en el Congo y ventajas comerciales en Marruecos, según lo firmado en el Tratado de 4 de noviembre de 1911.
Los dos países más débiles en el reparto fueron adjudicatarios de zonas residuales, con poco interés económico y con pobladores rebeldes y belicosos. A Italia, que ya había sufrido la derrota de Adua (Abisinia) en 1898, se le excluyó de Túnez, pero se le reconoció en 1902 el derecho a ocupar Libia. Y España se conformó con el Rif, Guinea y parte del Sahara.
Italia tenía un grave problema en sus aspiraciones en Libia porque esos territorios formaban parte del Imperio otomano. Entonces eran tres regiones distintas: Tripolitana, Cirenaica y Fezán. El Imperio turco estaba muy debilitado tras las guerras con Rusia y no tenía muchas fuerzas en la región, su capacidad de resistencia era débil. Libia era un país poco poblado, muy desértico y las fuerzas imperiales se concentraban en las ciudades y algunos fortines que defendían los oasis. El 29 de septiembre de 1911, el primer ministro italiano Giolitti firmó la declaración de guerra y una fuerza mandada por el general Caneva invadió la Tripolitana. Tres semanas después, Trípoli y caería en manos italianas.
La guerra fue muy seguida en Europa y España mostró la misma curiosidad con una abundante información periodística y la traducción inmediata de algunos libros italianos como La guerra Ítalo-turca del coronel Oreste Vittali o el del mismo título de José Brissa, ambos publicados en Barcelona entre 1912 y 1913. La campaña hay que observarla desde dos momentos distintos.

El avance italiano

La primera parte fue de avance de Italia que tenía una superioridad de cuatro a uno frente a los turcos y mejor material bélico. El 4 de octubre de 1911, los primeros italianos desembarcaron en Tobruk y mandaron una intimación a los defensores de Trípoli para que se rindieran. El 5 de octubre los italianos entraron en esa ciudad y fueron recibidos amigablemente por los habitantes. El 5 de noviembre de 1911, Italia declaró su soberanía en el país africano. En noviembre se emplearon por primera vez en la historia de la guerra aeroplanos y dirigibles como bombarderos y, también por primera vez, uno de ellos fue abatido por un tiro de fusil.
Postal italiana de 1911

Postal italiana de 1911

Después los italianos entrarían en Bengasi el 18 de noviembre. Seis días más tarde, los barcos italianos hacen estallar el depósito de municiones de Hamidié. El 4 de diciembre tomaron Ain Zara y el 19 de enero Gargaresch, que fortifican. El 2 de marzo se produjo la batalla de las palmeras en la que los árabes tuvieron grandes pérdidas. Y ese mismo mes consiguen que el ferrocarril llegara al oasis de Ain Zara, de gran importancia estratégica por estar comunicado con Trípoli y con una línea de retirada otomana. En abril llegaron a Macabez y Forusa y cortaban los suministros otomanos. Mientras, en una maniobra de distracción, el general Ameglio desembarcó en Rodas el 4 de mayo.

Los otomanos, derrotados y sin potencia para seguir la guerra, firmaron la paz en Ouchy el 20 de octubre de 1912

Los aliados europeos impidieron que los italianos atacaran a la armada turca de los Balcanes por miedo a que estallara una guerra en la zona, por lo que Italia debió limitarse a combatir al enemigo solo en las regiones libias. Los intentos turcos de reconquistar Bengasi y Ain Zara fracasaron. Como remate, en octubre de ese año Montenegro declaró la guerra a Turquía y esto precipitó la paz en Libia. En junio cayeron Zanzur, Bu Sceifa y Misrata. Los otomanos, derrotados y sin potencia para seguir la guerra, firmaron la paz en Ouchy el 20 de octubre de 1912.
Habían intentado, en un último esfuerzo sin éxito, cambiar Libia por Eritrea. Las tres provincias otomanas de Libia pasaban a ser italianas. El coste económico para Italia fue tan grande que aún hoy no se ha terminado de amortizar la deuda contraída.
Baterías italianas cerca de Trípoli, en 1911

Baterías italianas cerca de Trípoli, en 1911

Resistencia de los habitantes

La paz dio lugar a una segunda fase de guerra irregular. Italia se enfrentaba a la resistencia pertinaz de los habitantes del país, sobre todo de la Cirenaica. En 1913 seguían los combates por el control de esta región. Los turcos se habían retirado oficialmente, pero apoyaban y mantenían la sublevación local. Los senusíes de la Cirenaica, casi independientes en la etapa otomana, se lanzaron a la guerra abierta contra los italianos. El estallido de la Primera Guerra Mundial provocó que la mayor parte de las tropas italianas evacuaran Libia hacia Italia y, más tarde, los que quedaron se refugiaron en el Túnez francés. Los territorios abandonados quedaron como independientes durante ese periodo y parecía que la guerra de 1911 no había servido para nada.

Los senusíes de la Cirenaica, casi independientes en la etapa otomana, se lanzaron a la guerra abierta contra los italianos

Esta situación pareció humillante a Mussolini que, en la década 1920, decidió reconquistar lo que consideraba italiano. En ese momento, los libios actuaban unidos primero bajo Sayid Idris y luego con el liderazgo incuestionado de Omar Mukthar. Fue otra larga y costosa guerra que duró hasta 1932 cuando Mukthar fue capturado por las tropas de Graziani y ejecutado tras un juicio sumario. El efecto fundamental de esa campaña es que Badoglio unió todos los territorios creando la Libia que perdura. Pero la necesidad de aliarse con Alemania para mantener la posición, obligó a Mussolini a entrar en la Segunda Guerra Mundial y su derrota implicó la pérdida de las colonias.
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