Fundado en 1910

02 de mayo de 2024

Tropas belgas defendiendo un suburbio de Herstal, justo al noreste de Lieja

Tropas belgas defendiendo un suburbio de Herstal, justo al noreste de Lieja

Picotazos de historia

La promesa del general Leman: «si cae Lieja antes habré caído yo»

La batalla de Lieja fue el primer choque del conflicto que acabaría siendo conocido como la Primera Guerra Mundial

La Primera Guerra Mundial se inició el 28 de julio de 1914 como consecuencia del asesinato del archiduque heredero de la corona austro húngara Francisco Fernando y su esposa en la ciudad de Sarajevo. Durante años el estado mayor alemán había estado trabajando en el llamado Plan Schlieffen, caso de que tuvieran algún día que enfrentarse con la contingencia de una guerra en dos frentes: contra la república francesa y el Imperio ruso al mismo tiempo.
El Plan Schlieffen buscaba una rápida victoria sobre Francia y para lograrlo era imperativo la invasión de la neutral Bélgica para, de esta manera, evitar las líneas de fortificación que protegían la frontera este de Francia. El plan no valoró adecuadamente, o lisa y llanamente se equivocó, en dos cosas: en la calidad de las defensas belgas y en la determinación de su ejército. El error les costaría tiempo, el elemento más valioso y escaso con el que contaban.
General Georges Leman, comandante de la ciudad fortificada de Lieja

General Georges Leman, comandante de la ciudad fortificada de LiejaObra de Edmund Tarbell

La ciudad de Lieja estaba protegida por un cinturón de 12 fuertes (seis grandes y seis pequeños), cada uno de ellos cubierto por el fuego de artillería de, al menos, los dos más próximos. Los fuertes, construidos con gruesos muros de hormigón, estaban defendidos por obuses de 210 mm y cañones de 150, 120 y 57 mm, además de ametralladoras. La guarnición total de la ciudad de Lieja y su perímetro la formaba la 3ª división de infantería y el mando se confió a un viejo caballo de batalla que había sido tutor del Rey Alberto I: el teniente general Gerard Leman. «Diga a Su majestad que si cae Lieja antes habré caído yo», respondió Leman al recibir el encargo de la defensa.

La defensa de la ciudad de Lieja

La batalla de Lieja fue el primer choque del conflicto que acabaría siendo conocido como la Primera Guerra Mundial. El 5 de agosto se inició la batalla. El primer y segundo ejército alemán bajo las ordenes del general Otto von Emmich inició un ataque por sorpresa buscando la infiltración.
De las seis brigadas alemanas que participaron en el ataque solo una tuvo éxito, gracias a la iniciativa y determinación de un oficial de Estado Mayor que, por casualidades de la vida, tuvo que tomar el mando de la unidad y conducir el ataque. El oficial, que se llamaba Erich Ludendorff, se haría muy conocido. La brigada logró atravesar una brecha entre los fuertes Evegnèe y Fleron. Leman, informado de esta acción y viendo amenazado su puesto de mando, ordenó el traslado al fuerte Loncin, al día siguiente.
Fuerte de Loncin destruido por un disparo de un canon Krupp de 420mm

Fuerte de Loncin destruido por un disparo de un canon Krupp de 420mm

El avance entre las defensas belgas fue difícil debido a la determinación de los defensores y cada paso que se avanzaba era caro en vidas, pero el destino de la guarnición belga estaba sellado. Estaban de camino los pesados obuses Krupp (Gran Bertha) de 420 mm y Skoda de 305 mm y los fuertes belgas se encontraron indefensos frente a estas piezas de artillería. Los obuses llegaron al frente el día 10 y el 12 entraron en funcionamiento destruyendo el Fuerte Pontisse. Uno a uno irán cayendo todos.
El día 15 de agosto le tocó el turno al Fuerte Loncin donde el general Leman tenía su puesto de mando. Desde el día 9 habían estado sufriendo el martilleo de la artillería alemana de 150 y 120 mm pero ahora se trataba de proyectiles de más de trescientos kilogramos que llegan con una trayectoria de 45º.
A media mañana, el fuerte –bajo el mando del coronel Naessens y con una guarnición de 550 soldados– fue alcanzado por un proyectil que atravesó las gruesas capas de hormigón y hace volar uno de los dos depósitos de municiones. La explosión fue tan brutal que desmanteló completamente la fortaleza y mató a más de 350 soldados y oficiales. Entre las ruinas del desastre los soldados alemanes encontraron al general Leman herido e inconsciente.
Cuando recuperó la consciencia los comandantes alemanes se negaron a retirarle su espada, que permaneció con él a lo largo de todo su cautiverio como muestra de respeto, y comunicaron al Rey Alberto I que el viejo general había cumplido su palabra, pues jamás se rindió.
Comentarios
tracking