El mayor golpe que un marino español propinó a la Royal Navy
A casi 245 años recordamos el golpe mortal que, el eficaz marino Luis de Córdova propinó a las aspiraciones de los británicos en la Guerra de Independencia de los EE.UU.
Hoy 9 de agosto de 2024 se cumplen 244 años de la Batalla del Cabo de Santa María o Acción del 9 de agosto de 1780, en que la Real Armada, al mando de un eficaz Luis de Córdova, asestaría un golpe mortal a las aspiraciones de los británicos en la Guerra de las Trece Colonias o de Independencia de los Estados Unidos.
Durante el siglo XVIII, españoles, franceses y británicos intercambiaron golpes estratégicos y tácticos en numerosas ocasiones, buscando atacar posiciones claves del enemigo o a su comercio marítimo, entre otros muchos objetivos y siempre aprovechando los momentos más propicios.
La búsqueda de la libertad que iniciarían los revolucionarios estadounidenses en el Boston del Motín del Te, sería la excusa perfecta para que Francia y España se cobraran la revancha por la pasada Guerra de los Siete Años (1756-1763), en que la Monarquía de Carlos III tuvo que hacer frente a la amarga pérdida de La Habana y Manila. Pero, en esta ocasión, la Real Armada y el Real Ejército de España pudieron alzarse con la victoria, pese a algunos reveses, gracias a espectaculares combates como esta Acción del 9 de agosto.
El 4 de julio de 1776 los representantes de las Trece Colonias firmarían la Declaración de Independencia, lo que, naturalmente, implicaba una declaración de guerra a la Gran Bretaña de Jorge III. La Secretaría de Estado francesa, encabeza por Charles Gravier –conde de Vergennes– fue rápida en aprovechar esta oportunidad y desde el primer momento apoyaron a los revolucionarios estadounidenses, desde 1776 de manera secreta y desde 1778 en guerra abierta con Londres. La política exterior española, gestionada por Carlos III y por una Secretaría de Estado encabezada por el conde de Floridablanca, también decidió aprovechar este escenario y empezó a dar apoyo logístico a los Estados Unidos de George Washington en 1776, algo que sería vital para las aspiraciones de unos recién creados US Army y US Navy en 1775.
España aportaría enormes cantidades económicas y materiales militares a la causa independentista, apoyo que no siempre ha sido reconocido a ambos lados del Atlántico y puesto en valor. Sin embargo, tardó algo más en decidirse a entrar oficialmente en la guerra, ya que, sólo tras un largo proceso de decisión, la nación firmaría con Francia el Tratado de Aranjuez en 1779, lo que implicaba la entrada de iure en la contienda y la declaración de guerra a Londres.
En el verano de 1780 la escuadra española estaba patrullando el Atlántico, esperando una oportunidad para interceptar a las unidades británicas que cruzaban el océano en ambos sentidos entre Gran Bretaña y sus Trece Colonias. En su diario de navegación, el comandante Luis de Córdova recoge que la flota estaba navegando de manera satisfactoria, pero que la calma de los días precedentes iba a ser abruptamente interrumpida.
Durante el siglo XVIII, la comunicación entre navíos se podía hacer con cañonazos o señales, y en esta ocasión, la flota española pudo percibir que una fragata realizó disparos, pero al no poder contarlos no pudieron esclarecer si era un buque amigo o enemigo, pero resolvieron esta incógnita a través del velamen, concluyendo que era una fragata enemiga.
Tras conocer esta información, don Luis ordenó a los suyos que forzaran velas y viraran en dirección al bajel sospechoso. Ya siendo día 9, uno de los navíos más próximos a esta fragata, indicó a la flota hispana que se trataba de una escuadra enemiga, y al rato pudieron divisar un enorme convoy británico de más de 50 buques con las primeras luces del día. Naturalmente, el comandante Córdova dio la señal de caza general, es decir, que los navíos españoles eran libres de escoger a su presa y atacarla hasta que pudieran rendirla, sin tener que realizar maniobras más propias del combate en escuadra, como la formación en línea de batalla.
En una mélee que recuerda a los combates navales de la época de los Austrias, la Real Armada pudo apresar a 52 buques enemigos, fundamentalmente, transportes de la Royal Navy o buques privados que habían sido fletados por el gobierno de Londres, por ejemplo, de la Compañía de las Indias. Este convoy estaba protegido por un pequeño número de unidades de guerra de la Marina Real que pudieron escubillerse de la flota española y del combate, lo que no resta valor a esta enorme gesta. Estos recién apresados buques fueron llevados a Cádiz por el jefe de escuadra Vicente Doz, al tiempo que don Luis se quedaba en la zona, próxima al Cabo de Santa María, patrullando.