soldados belgas rindiéndose a los alemanes en el puente de Veldwezelt, 11 de mayo de 1940
Picotazos de historia
La toma del fuerte de Eben Emael o el espectacular asalto de paracaidistas alemanes en la II Guerra Mundial
Considerada la mayor y más inexpugnable de las fortalezas de Europa, Eben Emael fue escenario de un espectacular golpe de mano durante la contienda mundial
El fuerte de Eben Emael fue una fortaleza belga, construida en el periodo de entre guerras del siglo XX y considerada la mayor y más inexpugnable de Europa. Esta enorme fortaleza fue la respuesta belga a su experiencia durante los años 1914-18, complementando la línea Maginot francesa.
Construida entre 1932 y 1939, era la estructura defensiva más septentrional del anillo de fortificaciones que protegían el área de la ciudad de Lieja. La fortaleza de Eben Emael recibió ese nombre al encontrarse entre dos pueblos que se llamaban así, en el distrito de Bassenge.
Entrada principal al fuerte
El fuerte está situado situado sobre un pequeño cerro estratégico que controla el canal Alberto (canal navegable que conecta las ciudades de Amberes y Lieja) haciendo imposible la navegación por este tramo y por el río Mosa, que se separa del canal en dirección a la ciudad de Amberes justo debajo del fuerte. La fortaleza tenía una extensión de casi un kilómetro cuadrado de la que emergía y era visible poco menos de la mitad.
Más de ocho kilómetros de túneles y galerías subterráneas conectaban los depósitos y casamatas junto con los principales puntos de defensa y observación. La cúpula principal, que se elevaba y era giratoria, contaba con un armamento de dos cañones de 120 milímetros y la masa total de la cúpula de metal, que podía elevarse para disparar y ocultarse después, superaba las 450 toneladas de peso. Tanto el norte como el sur estaban protegidos por otras dos cúpulas defensivas giratorias y que podían ocultarse bajo la superficie.
Ambas contaban como armamento con dos cañones de tiro rápido de 75 milímetros, amén de las ametralladoras que se considerarse oportunas, lo mismo que la cúpula principal. A estas dos cúpulas se les sumaban sendas casamatas de observación. Las dos del norte se las conocía como casamatas Maastrich I y II y las dos del sur como Vise I y II. Cada casamata contaba con tres cañones de tiro rápido de 75 milímetros y varias ametralladoras.
Cúpula del Fuerte Eben-Emael penetrada mediante cargas huecas
El fuerte tenía un sistema de triple cúpula en la zona visible. Estas cúpulas de 120 milímetros de espesor no tenían otra función más que engañar y distraer al fuego de artillería enemigo de las verdaderas cúpulas defensivas.
El interior de la fortaleza estaba dividido en bloques interconectados entre si por medio de pasadizos subterráneos. Cada bloque del perímetro contaba con sus propios reflectores, puntos de observación y cañones de 60 milímetros. La fortificación se completaba con un complejo sistema de trincheras exteriores, algunas parcialmente inundada, así como muros, obstáculos antitanques y zonas minadas. Este conjunto estaba diseñado tanto para facilitar la defensa como para confundir al atacante. Toda la zona alrededor del la fortaleza había sido limpiada de arbolado y vegetación a si como de cualquier otro impedimento, permitiendo un perfecto campo de visión y de tiro a los defensores.
Cúpula de observación de nivel 3 en la casamata Maastricht 2
La fortaleza contaba con una guarnición de 1.200 soldados, de los cuales la mitad se turnaba para permanecer de servicio en el fuerte mientras la otra mitad se alojaba en los cuarteles cercanos.
Entre el 10 y el 11 de mayo de 1940 tuvieron lugar los combates por la toma del fuerte de Eben Emael. Este había sido diseñado para crear un obstáculo que frenara el avance del enemigo, dando así tiempo para reunir y preparar las fuerzas de defensa mientras las las del enemigo se desgastaban contra el fuerte. A esta noción de guerra estática los alemanes opusieron la flexibilidad, la imaginación y un tremendo arrojo.
El asalto contra la fortaleza fue realizada por una unidad de paracaidistas (Fallschimjäger) del 1er batallón del 1er regimiento. La unidad de asalto fue denominada Koch, se componía de 353 soldados y oficiales y fueron transportados en 41 planeadores que aterrizaron sobre las cúpulas y en los alrededores de la fortaleza. Se utilizaron planeadores, en vez de saltar con paracaídas, precisamente para evitar la dispersión de la unidad. La fuerza Koch se dividía en cuatro grupos de asalto: Grant, Beton, Stahl y Eisen, cada uno de ellos con una misión concreta. Cada grupo estaba formado, a su vez, por: un teniente, dos sargentos, veintidós suboficiales y cincuenta y siete soldados y se subdividía en once escuadrones formados por seis a ocho paracaídas. Estas tropas llevaron a cabo un audaz golpe de mano que asombró al mundo.
Los Fallschirmjäger del Destacamento de Asalto Koch
Nada más tomar tierra, los Fallschimjägers utilizaron cargas huecas ( una novedad entonces) para penetrar el blindaje. Así se perforó la casamata Maastrich I y toda su dotación pereció a consecuencia del nuevo tipo de explosivo, mientras se tomaba el alto de la fortaleza controlando la altura e impidiendo que pudieran retomar la posición, al tiempo que dejaban encerrados a la guarnición interior dentro de la fortaleza. Los paracaidistas aguantaron el cerrojo que habían echado sobre la guarnición, impidiendo que los del interior pudieran moverse a voluntad y que los que estaban en los cuarteles adyacentes pudieran reforzar la guarnición del interior.
A las 11 de la mañana del día 11 de mayo llegó el 151º regimiento de infantería alemán, el cual había sido separado de su unidad –formaba parte de la 61ª división de infantería, que participará en la bolsa del Volchov junto con la División Azul– con el encargo de romper las líneas belgas y ayudar a los paracaidistas. A las 11:30 de la mañana el comandante Jottrand, convencido de la inutilidad de continuar, rindió la fortaleza junto con toda guarnición que la defendía.
La espectacular acción, un golpe de mano de novela, marcaría el inicio de las actuaciones de los paracaidistas alemanes del general Student a lo largo de la guerra. Los diablos verdes, como serían bautizados por sus enemigos durante los salvajes combates que se desarrollaron en la campaña italiana, se ganaron una fama legendaria y el respeto de todos aquellos contra los que se enfrentaron.