El paradero de la tumba de Alejandro Magno, quien llegó a gobernar sobre el imperio más grande de la Antigüedad –comprendía Macedonia, Grecia, Persia, Egipto e India– sigue siendo un misterio. Según las fuentes históricas, el cuerpo se conservó en un recipiente de arcilla lleno de miel, que se introdujo en un ataúd de oro. Ptolomeo I trasladaría el ataúd a Alejandría, donde sería visitada por grandes personajes como Julio César, Octavio Augusto, Calígula o Caracalla hasta el siglo III cuando desapareció. Algunas de las teorías que se contemplan son que está en el santuario egipcio de Siwa, que continúa en Alejandría o que se trasladó a Macedonia, su tierra natal.