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Niños holandeses comiendo sopa durante la hambruna de 1944-1945

Niños holandeses comiendo sopa durante la hambruna de 1944-1945

Picotazos de historia

La terrible hambruna del invierno de 1944 que marcó para siempre la vida de Audrey Hepburn

La actriz siempre recordó las cenas de sopa de ortigas o el sabor de los bulbos de tulipán que se vieron forzados a comer y, en especial, el hambre. El omnipresente hambre que todo lo condicionaba

El invierno, en los Países Bajos, del año 1944 al 1945 fue el invierno de la Liberación. El último invierno de una guerra que había asolado toda Europa y dejado un saldo de muerte y destrucción inigualado en la historia y, a pesar de todo esto, está muy lejos de ser recordado con alegría. Todo lo contrario: en los Países Bajos recuerdan cómo se abatió sobre ellos una hambruna terrible, como jamás se había conocido en este rico país y que se cobraría la vida de más de 20.000 personas, dejando a varias decenas de miles más con secuelas de por vida.

Ese invierno, el mes de diciembre fue algo más frío de lo normal (con una temperatura media de 2,3 °C) y enero bastante más frío de lo normal (temperatura media de -1,6 °C). Las privaciones de los meses anteriores se notarían cruelmente en aquel invierno riguroso. Pero empecemos por el principio.

Tras el desembarco de Normandía, las fuerzas alemanas en Francia sufrieron un intenso castigo, principalmente debido al abrumador dominio aéreo por parte de los Aliados. Las defensas alemanas se derrumbaron y las tropas aliadas, una vez que dejaron atrás los cerrados bocages normandos, empezaron a avanzar rápidamente, forzando su precaria línea de suministros.

En septiembre de 1944, siguiendo un llamamiento del gobierno holandés en el exilio, los ferrocarriles holandeses iniciaron una huelga que coincidió con la liberación de las provincias del sur y la operación Market Garden. Esta última fue una operación militar diseñada por el mariscal Montgomery y cuyo objetivo final era la captura del puente sobre el río Rin de la ciudad holandesa de Arnhem.

Los paracaídas se abren mientras oleadas de paracaidistas aterrizan en Holanda durante las operaciones del 1er Ejército Aerotransportado Aliado

Oleadas de paracaidistas aterrizan en Holanda durante las operaciones del 1er Ejército Aerotransportado Aliado

Las provincias del sur de los Países Bajos son agrícolamente mucho más ricas que las del este, que cuentan con una mayor densidad de población. La huelga y la campaña bélica dislocaron y colapsaron completamente las líneas de comunicación y, por ello mismo, la estructura de suministro, transporte y aprovisionamiento a la población holandesa dentro de su propio país.

Para complicar más las cosas, y como medida de represalia, el comandante militar alemán en los Países Bajos —general Friedrich Christiansen— dio orden de embargar todos los transportes de alimentos destinados a las provincias del este y, por lo tanto, bajo control alemán.

Esta medida supuso una drástica escasez de alimentos en la población civil. Aunque el embargo duró seis semanas y se levantó a principios de noviembre, no por ello se reanudó el suministro, ni de la Holanda liberada ni de ningún otro lugar. La capacidad de conseguir alimentos por parte de las familias quedó cada vez más limitada.

Los pocos productores (hortelanos, granjeros, etc.) preferían destinar sus productos a un mercado negro que les proporcionaba un buen beneficio. Así, ese año, el invierno, más frío de lo normal, se encontró en la parte este del Reino de los Países Bajos con una población muy debilitada por la falta de alimento, con apenas electricidad (o esta muy restringida) y sin carbón con el que calentarse, al encontrarse las zonas hulleras en territorio bajo el control de las tropas aliadas.

Entretanto, el vital puerto de Amberes no estuvo operativo hasta que no terminó la batalla del río Escalda (8 de noviembre de 1944) y no empezó a estar a pleno funcionamiento hasta enero de 1945.

Mientras tanto, para la población civil, desde el mes de octubre, la ración de alimentos que recibían había quedado reducida a 1.000 calorías diarias (está calculado el consumo diario de los hombres entre 2.000 y 2.500 calorías y en las mujeres de 1.500 a 2.000 calorías diarias). Pronto empezaron a desaparecer importantes elementos de las raciones (hortalizas, verduras y mantequilla). Sin gas, carbón o electricidad alguna, la población empezó a quemar los muebles de las casas y los árboles de los parques. Si en todo el país había un problema de malnutrición producto de la guerra, en las provincias del este era de inanición.

Dos mujeres holandesas transportan alimentos durante la hambruna

Dos mujeres holandesas transportan alimentos durante la hambruna

Para diciembre, habían desaparecido todo el azúcar, la avena, la cebada y el trigo; lo mismo que las legumbres, las verduras y la fruta. Se repartían 157 gramos de pan por persona y día, 18 gramos de carne, 6 gramos de sucedáneo de café y 143 gramos de patata. Esta era la ración de un hombre adulto que se supone que tiene que desarrollar un trabajo físico.

Los ancianos empezaron a fallecer de hambre. Muchos, ante las privaciones de su familia, voluntariamente renunciaban a las raciones que les correspondían en beneficio de sus hijos y nietos; a otros los dejaban de alimentar, pues se consideraba un desperdicio.

Decenas de miles de niños, en diferentes grados de desnutrición, fueron trasladados por organizaciones religiosas o estructuras clandestinas y llevados al Reino Unido, Dinamarca o Suecia.

Niño holandés desnutrido en La Haya

Niño holandés desnutrido en La Haya

Una de las niñas desnutridas que sufrió las secuelas físicas y psicológicas del terrible invierno de 1944 - 45 a lo largo de toda su vida fue la actriz Audrey Hepburn. Siempre recordó las cenas de sopa de ortigas o el sabor de los bulbos de tulipán que se vieron forzados a comer y, en especial, el hambre. El omnipresente hambre que todo lo condicionaba.

La hambruna que sufrieron las provincias holandesas aquel invierno fue excepcional, porque permitió el estudio del impacto de una hambruna en un país altamente desarrollado, alfabetizado y rico, así como las consecuencias que se derivaron de ello.

Se calcula que entre 20.000 y 30.000 personas murieron de hambre ese cruel invierno. Posiblemente más. Y resultaron afectados unos cinco millones de individuos, que quedaron marcados de por vida.

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