
Una representación del siglo XIX de la rendición de Acre en 1191
El asedio más largo y extraño de las Cruzadas tuvo lugar en Acre en 1189
Los cristianos asediaron Acre, después las tropas del sultán sitiaron a los sitiadores, y pasaron casi dos años entre escaramuzas y treguas
En el verano de 1189, las costas de Palestina vivieron uno de los asedios más épicos de las cruzadas. En un contexto de combates entre cruzados y musulmanes, Saladino venció en la batalla de Cuernos de Hattin, y sus tropas avanzaron por los castillos y bastiones cruzados hasta que alcanzaron Jerusalén. La joya de la cristiandad se rindió después de un breve asedio.
Otro de los focos de conflicto era Acre, ciudad amurallada y un puerto importante que ahora estaba en manos de los musulmanes. Los cristianos asediaron Acre, después las tropas del sultán sitiaron a los sitiadores, y pasaron casi dos años entre escaramuzas y treguas.
La historia comienza con la derrota cristiana de Hattin en la que fue capturado el rey de Jerusalén, Guido de Lusignan. Tras ser liberado, el monarca emprendió la marcha hacia Acre con un pequeño contingente. Se presentó ante las murallas de Acre, montó un campamento y esperó refuerzos.
En los meses siguientes llegaron caballeros de todas las partes de la Cristiandad: Inglaterra, Flandes, Alemania e Italia. El campamento cristiano se extendió en un arco semicircular desde la costa hasta la costa, donde navíos genoveses y pisanos bloquearon el acceso por mar. Con el asedio montado, en septiembre de 1189, Saladino movilizó a su ejército y marchó hacia Acre, donde estableció su propio campamento al este de los cristianos.
El Sitio de Acre
Los sitiadores fueron sitiados y empezó una larga guerra de escaramuzas entre cristianos y musulmanes que duró meses. El cambio del clima y la falta de agua provocó la aparición de enfermedades que afectaron a gran parte de los cristianos, «la guerra, paralizada por la enfermedad y la descoordinación, se convirtió en rutina», como explica el historiador Steven Runciman en su Historia de las Cruzadas.
Treguas e intercambios amistosos
Las treguas se hicieron cada vez más comunes. Las crónicas de ambos bandos destacan que hubo momentos de acercamiento entre los dos ejércitos, similar a la famosa tregua de Navidad de la Primera Guerra Mundial. Hubo intercambio de alimentos, conversaciones entre enemigos e incluso los niños cristianos y musulmanes que había en ambos campos jugaron juntos a la guerra, pero sin hacerse daño.
El respeto entre ambos se extendió a tal escala que los caballeros cristianos que llegaron desde Europa para unirse al asedio se escandalizaron de la pacifica situación que se vivía en pleno asedio. En mayo de 1190 llegaron a Acre nuevos contingentes enviados por el famoso Federico Barbarroja (no confundirlo con el pirata), que había muerto en Anatolia pocos meses antes.
Su hijo, el duque Federico de Suabia, asumió el mando del contingente germano, que reforzó el asedio. Al invierno siguiente una epidemia de peste asoló los dos campamentos, y el Duque de Suabia murió. El largo asedio se había convertido en una cuestión de supervivencia.

Ricardo Corazón de León camino de Jerusalén, James William Glass
El 8 de junio de 1191, desembarcó en Acre Ricardo Corazón de León, rey de Inglaterra, que procedía de Chipre, que se sumó al contingente franco liderado por Felipe II Augusto de Francia. Las fuerzas y los equipos se renovaron, dando un impulso al asedio. Las máquinas de guerra golpearon las murallas día y noche, sin descanso.
El 12 de julio de 1191, la guarnición musulmana de Acre capituló, y Saladino, incapaz de romper el cerco, aceptó la derrota tras una negociación. Los cristianos recuperaron Acre, pero los problemas no habían hecho más que empezar por disputas de poder entre los reyes cristianos y el poder militar de Saladino, que seguía controlando gran parte del territorio.