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La gesta del Contramaestre Casado: hombres y barcos de gloria y redención

Grandes gestas españolas

La gesta del Contramaestre Casado: hombres y barcos de gloria y redención

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La historia de la Armada Española está jalonada de gestas memorables, de hombres y barcos que han dejado una huella imborrable. Entre esta larga lista aparece un nombre: Contramaestre Casado. No solo fue un marino que se convirtió en ejemplo de coraje y compañerismo, sino también la denominación de un buque que este verano de 2025 decía adios y que atesoraba una extraordinaria y curiosa historia de redención.

¿ Quién era el Contramaestre Casado?

José Casado Ferreiro nacía en 1867 en la prodigiosa ría de Ferrol en la villa pesquera de Mugardos, pequeña pero nada menos que dos veces con la condición de Real. A los diecisiete años se embarcó como marinero aprendiz en la corbeta «Villa de Bilbao» y durante más de dos décadas surcó los mares a bordo de una veintena de buques y navegó entre tres continentes. Aunque distinguió por su valor comandando uno de los botes de salvamento en el naufragio del crucero Cristóbal Colón, sería en la batalla naval de Santiago de Cuba en la Guerra Hispano-americana, cuando su nombre pasaría a la historia. En la debacle de la escuadra española -hoy conocida como Desastre del 1898- ostentaba el cargo de tercer Contramaestre en el crucero-acorazado Infanta María Teresa, que durante el combate recibía múltiples impactos que lo incendiaban, inutilizaban su armamento y en el que morían gran parte de sus hombres.

Imagen de Mugardos, villa natal del Contramaestre Casado

Imagen de Mugardos, villa natal del Contramaestre Casado

Por ello, se ordenó abandonarla y la dotación superviviente se lanzó al mar, intentando alcanzar a nado la costa. Ardua tarea frenada por disparos enemigos desde la misma orilla e incluso por la amenaza de tiburones que infestaban las aguas. Muchos no lo lograron por estar heridos o no saber nadar. Casado, sin embargo, consiguió junto a más de quinientos compañeros llegar a la playa de Punta Cabrera.

Contramaestre Casado

Contramaestre Casado

Sacrificio y compañerismo

Era el 3 de julio de 1898. Bajo un sol caribeño el Infanta María Teresa se consumía, el incendio llegaba hasta la altura de las chimeneas y estallaban proyectiles por doquier. Llamas y metralla lo convertían en un fantasma de humo y acero. Casado observaba la catástrofe desde tierra firme y, pese al estruendo de los cañones que marcaban el final de una era, y cuando se creía que no había alma viviente en el crucero, se oyeron los gritos de un compañero que desde el portalón del buque pedía auxilio. El gallego no dudó. Los testigos narraron cómo gritó a viva voz «que no iba a dejar morir a ese hombre» y sin pensarlo, después de encomendar sus hijos a sus más cercanos -por si no sobrevivía- se lanzó al mar. No midió el peligro, ni atendió a las voces que le pedían prudencia.

El Crucero-Acorazado Infanta Teresa del que Casado era tercer Contramaestre

El Crucero-Acorazado Infanta Teresa del que Casado era tercer Contramaestre

Tuvo que nadar contra la corriente, pero como buen ferrolano era buen nadador—algo que, paradójicamente, no era común entre los marinos de la época. Subió al barco por los costados enrojecidos, localizó en llamas al compañero ensangrentado y lo cargó sobre sus hombros. A duras penas, con su propio peso y el fardo humano a remolque, pudo regresar con él a la playa sin soltarlo un momento. Como dice la crónica «aquel desgraciado, era el Cabo Ricardo Bellas, una masa informe con catorce heridas», un padre de dos hijos que, gracias a Casado, no quedaron huérfanos. Ante aquel acto de heroísmo, el medio millar de españoles de la playa, rompieron en aplausos Pese a la desventura que estaban viviendo quedaron sobrecogidos del valor y compañerismo que se habían impuesto al instinto de supervivencia. Con naturalidad, Casado «se sacudió el agua al llegar, como si no hubiese hecho nada de particular» y se integraba en el contingente de prisioneros que iría destinado a Portsmouth (USA). Meses después era liberado y recibiría la Cruz al Mérito Naval con distintivo rojo.

El marino, continuó sirviendo en la Armada en operaciones militares en Melilla durante el año del Desastre del Barranco del Lobo, colaboró en bombardeos costeros, maniobras de apoyo naval, desembarcos y protección de posiciones y por su conducta ejemplar recibió la Cruz Roja al Mérito Naval.

Siguió ligado al mar. La Constructora Ferrolana

Con el tiempo, su salud comenzó a resentirse y solicitó el retiro de la Armada, pero su vida siguió ligada al mar en los astilleros ferrolanos de la Sociedad Española de Construcción Naval, conocida como La Constructora y hoy Navantia. Allí, a Casado el destino le jugaría una mala pasada. Lo que no hizo la guerra, ni las llamas lo haría la rotura de una estacha de amarre durante la entrada en el dique del acorazado España. Le provocó una caída que le fracturó el cráneo y fallecería pocas horas después. Tenía 47 años.

Su funeral fue multitudinario con centenas de miembros de la Marina. No faltó emocionado el Cabo Ricardo Bellas que daba el último adiós al valiente y extraordinario compañero que le había salvado la vida en Santiago de Cuba, tal y como narran Blanco y Leal en su biografía.

Historia del contramaestre Casado: valor y abnegación

Historia del contramaestre Casado: valor y abnegación

Un barco que llevará su nombre

Años después, la Armada consideró que su actuación en Cuba había sido más que meritorio, un gran ejemplo. Se adquirió un vapor inglés preparado para el transporte de carbón y se bautizaba con su nombre en 1921.

El ya español Comandante Casado, de tres mil toneladas, y más de cien metros de eslora, iba propulsado por un motor de triple expansión alimentado por tres calderas. Llevaba una dotación de 107 tripulantes y para su autodefensa se le instalaron cuatro cañones. Le esperarían acontecimientos de alto voltaje: la Campaña de Marruecos, en la que llevó el combustible a los buques de guerra, ser escenario de un motín en 1936 en Ferrol y hasta ser usado como prisión en la Guerra civil. Siguió sirviendo a la Armada hasta 1953, año en el que fue desguazado en Málaga.

Primer Contramaestre Casado

Primer Contramaestre Casado

Una nave redimida

Pero ese mismo año, 1953, se botaba en Suecia un barco mercante, platanero para más señas, que se vería inmerso en turbios asuntos. Pasó por varias manos comerciales, distintos nombres y variadas banderas como Bahamas, Grecia o Panamá. Y a comienzos de los 80 una corbeta española de Clase Descubierta curiosamente llamada Vencedora, que cooperaba con el Servicio de Vigilancia Fiscal, lo sorprendía en plena operación de contrabando en las rías gallegas. La nave fue capturada y tras desembarcar el alijo en Vigo, quedó intervenida y abandonada por sus armadores. Podría haber acabado desguazada u oxidándose en algún astillero. Pero la Armada vio una oportunidad de redención: estaba en bastante buen estado, su casco de acero sueco era de muy buena calidad, y recomendaron al Ministerio de Defensa que la adquiriera en pública subasta. Pero durante su reparación en los Talleres Ascón y Vulcano de Vigo la popa se incendió, y podría haberla hecho inservible, pero eso no frenó su rehabilitación y entraba en servicio activo en 1983. ¿Y cómo la bautizaron? No con cualquier nombre, tal vez por su incendio o tal vez no, pero le volvieron a poner el de quien había desafiado las llamas para salvar a un compañero en Cuba: Contramaestre Casado, y su lema fue 'Valor y abnegación'. La nave pasaba de ser una indeseable fuera de la ley a servir a la nación y recibía su bandera de combate en las hermosas aguas de Mugardos, villa natal del marino en plena ría de Ferrol. En una vuelta de tuerca, su primer comandante sería el Capitán de Corbeta D. Jaime Cervera, descendiente de una gran saga de hombres de la Armada, entre ellos, el Almirante que comandó a Casado en la terrible batalla de Cuba.

Legionarios en el Contramaestre Casado

Militares en el Contramaestre Casado

La discreción y aspecto, su gran valor

Así nacía el tercer Contramaestre Casado. No era un buque de guerra, era un barco gris muy discreto, hasta anodino. Pero resultó que poseía un extraordinario valor añadido que quizás no habían previsto; su estructura de mercante lo convertía perfecta para entrenamientos de la Armada. Generaciones de marinos se formaron en él con ejercicios tácticos en los que interpretaba el papel de objetivo o de enemigo. Se convirtió en protagonista en maniobras y ejercicios en escenarios simulados que transgredían todo tipo de legalidad: contrabandista de armas, traficante de personas, mercante con epidemia a bordo, o simplemente ser un barco en apuros. Incluso vinieron Unidades de Operaciones Especiales de países aliados para entrenarse con él. También colaboró con la Guardia Civil y los GEO del Cuerpo Nacional de Policía, simulando realizar un tráfico ilegal de estupefacientes o haciéndose pasar por un buque que provocaba de problemas de seguridad o que vivía una emergencia sanitaria.

Contramaestre Casado

Contramaestre Casado

También vivió otro tipo de periplos variopintos como desplazar a miles de «quintos» de la mili a las Islas Canarias, en tiempos en los que gente no había visto el mar, ni salido de la península, viajes que entonces suponían una experiencia única de la que nunca se olvidaron. Transportó de tropas de Infantería de Marina para ejercicios de la OTAN, a las embarcaciones hidrográficas Astrolabio y Escandallo para el Instituto Hidrográfico de la Marina, o veleros de regatas de la Armada para competiciones náuticas, como el Aifos desde la Escuela Naval Militar de Marín para la Copa del Rey. Pero quizás el transporte más curioso fue el de llevar hasta Las Palmas un avión DC-9 donado por la compañía Iberia al Museo de Elder.

La tarea más emocional

La gracia gaditana le había apodado «Contrabandista Casado» o «Sandokán de la Bahía», pero con el tiempo tras el J. Sebastián. Elcano se convirtió en el más veterano de la Flota y comenzó a llamársele con cariño el “abuelo gris». No por su edad, sino por su sabiduría. Porque su cubierta, sus escotillas hasta cada tornillo, contaba una historia. También era un símbolo de las segundas oportunidades… de cómo un barco puede cambiar de rumbo… como un hombre. Y quizás por ello, o por una extraña casualidad le llegaría su misión más emocional en aquel Tercio que se creó para que hombres valientes pudieran redimirse en el servicio a la Patria, aquellos a los que nadie preguntó su pasado, ni de los que nadie sabía su historia. Del abuelo gris los marinos sí la sabían y no solo no les importaba, lo valoraban aún más por ello.

Contramaestre Casado

Y una vez al año, el Jueves Santo, durante 24 jueves santos el Contramaestre Casado soltaba amarras. Y tras un toque de oración, un «buenas noches» propio de la Armada, el himno de La Legión, y un arriado de bandera, en su cubierta se entonaba el ‘Novio de la muerte’. Y horas después, desembarcaba en el muelle de Málaga a los Caballeros Legionarios al ritmo marcado por los tambores y cornetas. Les esperaba una sagrada misión: escoltar al Santísimo Cristo de la Buena Muerte que despedazado por la furia anticlerical de 1931 emergió en plenitud y santidad gracias a la talla del gran escultor Palma Burgos. Así «el abuelo gris», durante 24 Jueves santos se transfiguraba en «El Barco de La Legión».

Legionarios en el Contramaestre Casado

Legionarios en el Contramaestre Casado

Y tras casi un cuarto de siglo algún barco tendría que relevarle en el Desembarco legionario. Y de nuevo, hombres e Historia volvían a entrelazarse. Sería el primer Buque de Acción Marítima construido en los astilleros de Navantia en Ferrol, donde el Contramaestre Casado trabajaba. Y se llamaba Furor, como una de las naves que combatió en Cuba junto al Infanta María Teresa escenario de la gesta del marino.

Legionarios en el Contramaestre Casado

Legionarios en el Contramaestre Casado

Una triste despedida

La edad no perdona y este julio de 2025 la Armada despedía con nostalgia, pero gran orgullo, al Contramaestre Casado en un acto presidido por el Almirante Jefe del Arsenal de Cádiz, Rodríguez Peña, el Comandante General de Infantería de Marina, Souto Aguirre, el Almirante Jefe de La Carraca, Poole Quintana, y antiguos mandos que estuvieron al frente en su larga carrera. Y el último de treinta y tres, el capitán de corbeta Ignacio Vicente Salas, arriaba del asta de popa por última vez la Bandera Nacional. Y, tal y como indica el ceremonial marítimo, ordenaba desembarcar a la última dotación.

Los marinos y el Contramaestre Casado

Los marinos y el Contramaestre Casado, en su último acto

Más de mil marinos habían navegado en el Contramaestre Casado, había recorrido más de medio millón de millas naúticas y su travesía final tuvo como destino el Arsenal Militar de Ferrol, en la ría en la que había nacido el marino por el que llevaba el nombre.

Otra vista del Contramaestre Casado en su último acto

Otra vista del Contramaestre Casado en su último acto

En el Panteón de Marinos Ilustres de San Fernando una hermosa lápida recuerda su heroica acción. Una acción que, sin el saberlo, iba a llevar consigo la historia viva de barcos de la Armada Española: el heroísmo individual, la apuesta institucional, la formación de sus hombres, un trocito de alma legionaria y la fidelidad a la Patria. Y por todo ello merece que hombres de bien consideren que un nuevo buque siga recogiendo su nombre. A veces las gestas no necesitan medallas, pero sí su memoria en la Historia de España.

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