Fundado en 1910
Galileo ante la Oficina Santa, una pintura del siglo XIX por Joseph-Nicolas Robert-Fleury

Galileo ante la Oficina Santa, una pintura del siglo XIX por Joseph-Nicolas Robert-Fleury

IV Congreso de la Sociedad de Científicos Católicos de España

Ignacio Sols: «Son los profesores laicos de las universidades quienes comienzan una campaña contra Galileo»

«Todo comenzó con los laicos, quienes están molestos porque Galileo ha desautorizado lo que ellos enseñan en la universidad», afirma el doctor en Matemáticas

Arranca la primera jornada del IV Congreso de la Sociedad de Científicos Católicos de España, que acoge la Universidad San Pablo CEU los días 2, 3 y 4 de octubre. La conferencia inaugural ha corrido a cargo del doctor en Matemáticas Ignacio Sols, quien ha versado sobre el caso «aún no cerrado» —según ha indicado— de Galileo, un ejemplo de controversia entre ciencia y religión.

Galileo fue un científico clave en los inicios de la ciencia moderna. Entre sus aportaciones destacan la mejora del telescopio y descubrimientos como los cráteres de la Luna, las fases de Venus o los satélites de Júpiter. Estas observaciones apoyaban el sistema copernicano, según el cual el Sol está en reposo y la Tierra gira a su alrededor, según ha explicado Sols en su conferencia.

Sin embargo, sus ideas encontraron las primeras oposiciones entre profesores laicos de orientación aristotélica, que terminaron promoviendo una denuncia ante la Inquisición.

Según ha indicado Sols, fue en 1612 cuando estos profesores laicos crearon una liga contra Galileo. «Todo comenzó con los profesores laicos, quienes están molestos porque Galileo ha desautorizado lo que ellos enseñan en la universidad». Estos «serán quienes opongan el copernicanismo a la Sagrada Escritura para convencer a sacerdotes de que prediquen en contra de Galileo», añade.

«Galileo nunca fue declarado hereje»

Esto provocó que se abriese un primer proceso contra Galileo por defender las doctrinas copernicanas. En 1616, el Santo Oficio declaró que dos afirmaciones atribuidas a Copérnico —aquella que afirmaba que «el Sol es el centro del mundo y, por tanto, inmóvil» y la que aseguraba que «la Tierra no es el centro del mundo, no está inmóvil, sino que se mueve verdaderamente, con movimiento diurno»— eran formalmente herética, la primera, y errónea en lo teológico, la segunda.

Las principales consecuencias de este primer proceso fueron que la obra de Copérnico fue incluida en el Índice de libros prohibidos y que a Galileo se le prohibió enseñar según las doctrinas copernicanas, permitiéndosele únicamente presentarlas como una mera hipótesis.

Por otro lado, el también autor del libro El proceso a Galileo a través de sus textos indicó que, de este primer proceso, se desprende que fue el cardenal Belarmino quien informó al matemático italiano «que existía este decreto del Índice y, por lo tanto, estaba prohibido mantener o defender el sistema copernicano».

Y apunta que el propio Belarmino le indica en una carta a Galileo que, aunque no se podía defender como verdad, sí se podía presentar el sistema de Copérnico como una hipótesis. El científico obedeció y, durante varios años, se dedicó a sus estudios —sin publicar nada— y a perfeccionar los distintos inventos en los que estaba trabajando.

A diferencia de lo que se ha afirmado, el Papa Urbano VIII «nunca declaró hereje» a Galileo, según afirmó Sols. Es más: «El Papa se había dirigido al Pontífice anterior, Paulo V, para decirle que, aunque en la comisión se había propuesto declararlo hereje, de ninguna manera lo hiciese, porque cómo se podía llamar herejía a una doctrina natural», explicó el doctor en Matemáticas durante su intervención.

Sin embargo, en 1632 publicó Diálogo sobre los dos máximos sistemas del mundo, en el que tres personajes debatían sobre los sistemas tolemaico y copernicano, uno de los cuales era un aristotélico llamado Simplicio, presentado como un filósofo mediocre. El texto recibió permiso de impresión, pero con la condición de que tratase el tema como una hipótesis y no como una verdad.

Galileo publicó el Diálogo en Florencia sin incluir las indicaciones requeridas. Cuando el texto llegó a Urbano VIII, este se «sintió engañado». El Papa prohibió entonces la publicación del libro e hizo que Galileo se presentara ante el Santo Oficio romano, acusado de haber incumplido la prohibición de enseñar las doctrinas copernicanas.

Desde mediados de abril de 1633 hasta principios de junio de ese mismo año, Galileo fue interrogado sobre su posición respecto a las teorías copernicanas. Finalmente, el Papa insistió en que se le interrogase sobre la intención que había tenido al publicar el Diálogo. El científico aseguró no haber tomado partido por ninguna de las dos teorías en litigio, pero el Santo Oficio lo condenó a pena de prisión perpetua, que se cumplió en forma de arresto domiciliario en la villa florentina de Arcetri, donde falleció en 1642.

Fueron necesarios 359 años, 4 meses y 9 días para que el Papa Juan Pablo II se disculpara por la injusta sentencia y rehabilitara al filósofo y matemático. Desde entonces, la Iglesia ha sabido diferenciar entre el método científico y el método teológico: aquello que es posible debatir, por ser opinable, y aquello que es fruto de la fe y debe ser creído y comprendido desde la Revelación y la razón.

comentarios
tracking

Compartir

Herramientas