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Del hospital blindado al funeral de Estado: así fueron las últimas horas de Francisco Franco

A las 10:00 horas, Carlos Arias Navarro, con solemnidad y emoción, pronunció el «Españoles, Franco ha muerto», antes de leer lo que se conoce como el testamento político del caudillo

En la mañana del 19 de noviembre de 1975, el Hospital de La Paz inició una de las jornadas médicas y políticas más intensas de su historia. Francisco Franco había ingresado el 7 de noviembre. Según las crónicas de la época, aquel día tuvieron que extirparle gran parte del estómago. Desde entonces, permaneció ingresado y sometido a múltiples intervenciones y procedimientos.

La última intervención se realizó el 14 de noviembre y, el 18, el doctor Manuel Hidalgo Huerta decidió no operarle más: «Ya no había nada que hacer, pensé, y, cuando finalizada la reunión con el equipo, subo nuevamente a la habitación del Caudillo, [Cristóbal] Martínez-Bordiú (yerno de Franco y cirujano) me interrogó por última vez: «¿Cree que puede hacerse algo más?». Mi respuesta fue negativa», recordó Hidalgo Huerta en su obra Cómo y por qué operé a Franco.

A partir de entonces, transcurrieron horas de monitorización constante y decisiones clínicas límite.

«El pronóstico sigue siendo crítico»

A primera hora del día 19, el equipo médico informó a la familia de que Franco se encontraba en estado terminal, con un cuadro complejo: «La fase crítica en el curso posoperatorio de Su Excelencia el Generalísimo está evolucionando desfavorablemente en las últimas horas», comenzaba el parte médico de aquel día.

«No hay signos objetivos actuales de hemorragia digestiva. La situación cardiocirculatoria se ha deteriorado paralelamente. Continúan los trastornos del ritmo cardíaco. Presenta tendencia a la hipotensión arterial y al aumento de presión venosa central. El empeoramiento de su función respiratoria obliga a continuar la respiración controlada. La temperatura está regulada a 34 grados. Persiste la situación de fallo renal agudo que continúa tratándose con hemodiálisis», detallaba.

En virtud de ello, el equipo médico se centró en un tratamiento paliativo, con el uso de las «medidas terapéuticas conservadoras necesarias e imprescindibles que no produzcan sufrimiento físico». Terminaban el comunicado advirtiendo que «el pronóstico sigue siendo crítico».

Durante el día, el Gobierno y la Casa Real fueron informados de que el fallecimiento era inminente. Los médicos ajustaron las medidas de soporte vital según la respuesta de su organismo. Mientras tanto, en Madrid se reforzaba discretamente la seguridad, y los ministros y altos cargos seguían la evolución de cerca. El equipo médico priorizó la comodidad y la dignidad del paciente, evitando procedimientos invasivos que no ofrecieran beneficio real.

En torno a las once de la noche acudieron al hospital Carmen Polo, esposa de Franco, Carlos Arias Navarro, así como otras personas del entorno familiar. Aquella convocatoria fue el origen de la teoría de que, para cuando llegasen al hospital, Franco ya había fallecido y que, si no se dijo nada aún, era para que coincidiera con el día 20, aniversario de la muerte de José Antonio Primo de Rivera.

La muerte del jefe del Estado

El equipo médico certificó la muerte de Francisco Franco Bahamonde a las 04:20. La causa oficial fue insuficiencia cardíaca aguda en un cuadro de fallo multiorgánico irreversible. Sin embargo, no coinciden las horas en las que llegaron los embalsamadores con la primera noticia sobre el fallecimiento, a las 4:58 horas, a través de un 'flash' de Europa Press.

Según recuerda Antonio Piga, uno de los doctores que se encargó de embalsamarlo, en una entrevista concedida a laSexta, Vicente Pozuelo, médico personal del caudillo, le confesó que Franco estaba más grave de lo que se estaba diciendo, por lo que, pasadas las 23:00 horas, le pidió que su equipo estuviese preparado.

Minutos después de la certificación de la muerte del jefe del Estado, Carlos Arias Navarro fue despertado para recibir la comunicación. Inmediatamente, se activó el dispositivo político: la sucesión, automática según las Leyes Fundamentales, situaba a Juan Carlos de Borbón como jefe del Estado en funciones.

Franco junto al Rey de España D. Juan Carlos durante el desfile militar de 1973

Franco junto al Rey de España D. Juan Carlos durante el desfile militar de 1973

Mientras España dormía, el cuerpo fue sometido a un embalsamamiento provisional en el propio hospital. También se notificó el fallecimiento a las principales autoridades, se elaboró el comunicado que pronunciaría Arias Navarro y se activó el dispositivo de seguridad en Madrid, especialmente en torno al Palacio de Oriente.

Se instruyó a Televisión Española y Radio Nacional para preparar una programación especial, y a las 9:00 horas todo estaba listo para el anuncio al público.

«Españoles, Franco ha muerto»

El mensaje del presidente del Gobierno, grabado minutos antes, interrumpió la programación televisiva. Fue una aparición breve, solemne y serena, que marcó oficialmente el fin de casi cuatro décadas de dictadura: «Españoles, Franco ha muerto», dijo antes de leer lo que se conoce como el testamento político del caudillo, unas líneas escritas por Franco a mediados de octubre y mecanografiadas por su hija Carmen.

De inmediato, las redacciones de prensa lanzaron ediciones extraordinarias, las radios adoptaron programación monográfica, los ministerios activaron planes de continuidad y las agencias internacionales difundieron la noticia.

Tras presidir el Consejo de Ministros para poner en marcha las previsiones de la Ley de Sucesión y decretar luto oficial durante 30 días, Arias se trasladó a El Pardo, donde llegaría al mismo tiempo que el féretro. Allí sería velado de forma privada. Por la tarde, se volvería a trasladar al Palacio de Oriente, donde ya se había acondicionado el Salón de Columnas para acoger la capilla ardiente para el público. Fue escoltado bajo una vigilancia militar y policial estricta, pero sin anuncio público previo para evitar aglomeraciones.

Carmen Polo de Franco y su hija la marquesa de Villaverde, asisten a la misa "corpore insepulto" por el jefe del Estado, Francisco Franco, en el Palacio de El Pardo

Carmen Polo de Franco y su hija la marquesa de Villaverde, asisten a la misa «corpore insepulto» por el jefe del Estado, Francisco Franco, en el Palacio de El PardoEFE

Al llegar, se colocó el féretro cubierto con la bandera, se instaló la guardia de honor y se delimitó el recorrido interno de autoridades y público. Los primeros en acceder fueron miembros del Gobierno, altos mandos militares y autoridades eclesiásticas. Según estimaciones de la época, cientos de miles de personas desfilaron entre el 20 por la noche y el 21 por la tarde.

Todos los actos funerarios fueron retransmitidos en directo por Televisión Española. El día 22, Juan Carlos I, que había sido proclamado Rey ese mismo día, dirigió una carta al abad del Valle de los Caídos, donde le pide que reciba los restos mortales de Franco y los sitúe «en el sepulcro destinado al efecto, sito en el presbiterio entre el altar mayor y el coro de la basílica», tal y como recoge el portal del Ministerio de Política Territorial y Memoria Democrática.

La capilla ardiente funcionó de forma ininterrumpida hasta las siete de la mañana del día 23, cuando el obispo de Toledo y cardenal primado de España, Marcelo González, ofició un funeral corpore insepulto en la Plaza de Oriente de Madrid, presidido por los Reyes. Posteriormente, Franco fue trasladado a la basílica del Valle de los Caídos, donde fue enterrado según su voluntad.

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