Mihailo Milovanović con su familia
Picotazos de historia
Mihailo Milovanovic, el gran artista serbio borrado de la historia por el régimen de Tito
El pintor fue secuestrado, torturado y asesinado el 28 de noviembre de 1941. Terminada la guerra, el gobierno comunista de Tito hizo cuanto pudo por hacer desaparecer la memoria del artista
Hoy me gustaría hablarles a ustedes de una persona, un artista considerado como el más importante de su país en su tiempo. Una persona que destacó por su dedicación al arte y que fue asesinado por no pensar como los otros. Para tapar el crimen, se decidió volver a asesinar a la víctima; se eliminó su existencia de la historia oficial del país y su obra fue atribuida a otra persona. Así sucedió durante décadas. Ahora les relataré su historia.
Mihailo Milovanovic nació en la aldea de Gastićnica en el año de 1879. De origen humilde, empezó temprano a trabajar como aprendiz de cantero en el distrito de Užice, al que pertenecía su aldea. Con mucho esfuerzo logró reunir un pequeño peculio al tiempo que aprendía dibujo y pintura de manera autodidacta. Su familia y amigos, viendo su inclinación y las facultades artísticas que mostraba, decidieron ayudarle y le pagaron el viaje a Múnich, al tiempo que conseguían lo suficiente para permitirle vivir allí durante un año y pagarle la matrícula en la escuela de pintura del maestro Anton Ažbe.
Ažbe rechazaba los patrones de pensamiento y animaba a cada alumno a encontrar el estilo que le fuera más propio. Está claro que el aprendizaje en la escuela de Anton Ažbe dio sus frutos, pues Mihailo aprobó los exámenes para el ingreso en la prestigiosa Academia de Bellas Artes de Múnich. En 1909 se graduó con honores y se estableció en la ciudad, integrándose en la colonia artística local.
Combatientes serbios en las guerras balcánicas
Con el inicio de la guerra balcánica de 1912, Milovanovic sintió la necesidad de regresar a Serbia para combatir por su patria. Terminado el conflicto y desmovilizado, viajó hasta Praga. Allí asistió a las clases de su Academia de Artes, en donde acabaría impartiendo clases.
La vida de Mihailo estaba orientada hacia el arte, básicamente como maestro y como creador, y en ello estaba centrado. Hasta que estalló la Primera Guerra Mundial.
Fue detenido por ser serbio; Praga, como capital del reino de Bohemia, pertenecía al Imperio austrohúngaro. Consiguió escaparse e inició una larga huida que le llevó a atravesar territorio alemán, polaco, ucraniano, el mar Negro y Rumanía.
Un agotado y andrajoso Milovanovic se presentó en la caja de reclutamiento de Užice, después de pasar a saludar a su familia y amigos de la infancia. Fue encuadrado en su antigua unidad –la división Drina– y partió al frente a cumplir con su deber.
En octubre de 1915, las Potencias Centrales (Alemania, Austro-Hungría y Bulgaria) llevaron a cabo una ofensiva general sobre Serbia con el objeto de eliminarla de la guerra. El ejército serbio, salvajemente presionado, fue obligado a retirarse hacia el sur. El Estado Mayor serbio intentaba unirse a las tropas de la Entente que estaban desplegadas en Salónica.
Empujados a la llanura de Kosovo y no pudiendo continuar con la idea inicial, los generales serbios decidieron arriesgarse a una retirada a través de las montañas de Montenegro y Albania en pleno invierno.
Conocido como el Gólgota albanés o la Gran Retirada, esta acción de la guerra se llevó a cabo en una situación horrorosa y con las peores condiciones climatológicas posibles. La Gran Retirada fue un acontecimiento humano que marcó al país y un desastre humano sin paliativos.
'Paz'. Cuadro de Mihailo Milovanovic
De los más de 400.000 individuos, entre civiles y militares, que participaron en la retirada, alcanzaron la costa adriática menos de 120.000. Trasladados a Corfú, continuaron muriendo por agotamiento, enfermedad, etc.
Mihailo Milovanovic estuvo allí, junto con los restos de su división, y consiguió sobrevivir a la terrible ordalía. En su obra dejó claro testimonio de lo que había vivido. Su obra Paz, pintada en 1917, es una buena prueba de ello.
El artista sobrevivió a la guerra mundial, pero esta había dejado una profunda impresión en su espíritu. Su obra, de un realismo impresionista, se volvió más simbólica y los colores se oscurecieron.
Empezó a trabajar en otros campos, desarrollando la faceta de escultor y el trabajo sobre la piedra. Diseñó cenotafios y monumentos en recuerdo de los caídos durante la guerra. Siempre tuvo tiempo para la ejecución de estos encargos, no importándole trabajar gratis.
Milovanovic fue aclamado por la crítica de su país. Se transformó en el más brillante y laureado artista de la nueva Yugoslavia. Sus exposiciones en el pabellón «Cvijeta Zuzorić» de Belgrado se convertían en acontecimientos sociales. Hasta que estalló una nueva guerra.
Al inicio de la guerra, Mihailo decidió abandonar la capital y retirarse a una pequeña casa que había adquirido en su natal Užice. Durante la ocupación por las tropas alemanas, se dio la afortunada –al principio, posteriormente se demostraría como trágica– circunstancia de que el comandante era un antiguo amigo suyo.
Hans Adalbert von Stockhausen era coronel y estaba al mando del 655.º regimiento de infantería de la 379.ª división, perteneciente al 2.º Ejército alemán. Aunque militar e hijo de militar, Hans siempre había tenido una inclinación artística. Y es que von Stockhausen había sido alumno del profesor Hugo von Habermann en Múnich. Había sido compañero de aula y compañero de piso de Mihailo Milovanovic. Ahora el destino los había vuelto a reunir.
Mihailo se aprovechó de sus buenas relaciones con el comandante del sector para solicitar la liberación de rehenes y hacer lo más llevadera posible la ocupación para los habitantes de Užice. Lamentablemente, esta relación personal lo señaló, a los ojos de los grupos de partisanos de Tito, como un colaborador de los nazis y un espía inglés. Lo que oyen.
El pintor fue secuestrado, torturado y asesinado el 28 de noviembre de 1941. Terminada la guerra, el gobierno comunista de Tito hizo cuanto pudo por hacer desaparecer la memoria de Mihailo Milovanovic. Su obra, incluso la mejor conocida, fue atribuida a otro pintor impresionista llamado Milan Milovanovic (1876–1946). La obra era patrimonio de la nación, pero el autor era una figura incómoda que tenía que desaparecer.
Mihailo Milovanovic será rehabilitado en el año 2007 por sentencia de un tribunal de justicia del distrito de Užice. La misma sentencia declara que el artista «fue asesinado por no querer unirse ni apoyar a las partidas comunistas. Fue un asesinato por razones ideológicas y económicas».
No podían admitir que se habían equivocado, que habían hecho mal. Era más cómodo y natural para ellos tratar de matar también su recuerdo y su obra.