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Soldados ucranianos sobre un tanque militar en Kiev.

Soldados ucranianos sobre un tanque militar en Kiev.GTRES

Guerra Ucrania Rusia

La Rusia de Putin

El deterioro de la situación entre Occidente y Rusia puede llevar a una segunda «guerra fría», si no lo estamos ya

Rusia está de actualidad, y eso ya es un triunfo para el flamante, agresivo, y prácticamente vitalicio, Presidente Putin que, sin una oposición de garantía, sometida siempre a un hostigamiento político y a menudo policial, cuando no a acciones encubiertas, reina y gobierna sin límites en una Federación que pretende convertirse en Imperio.

Rusia, históricamente, permanece sometida a un ciclo irremediable que se viene cumpliendo en los últimos tiempos. Al deseo de su jerarquía de mantener el Imperio, sacándolo de una etapa de caos económico, político, social y militar, sucede una fase de resurgimiento, una etapa de expansión fructífera, un declinar y la vuelta al caos.

Permanece entonces una situación de fragilidad en la que la cohesión interna es lograda a base de la utilización, sobre todo en el exterior de sus fronteras, de la herramienta militar de manera harto agresiva, como se constata en la invasión de Ucrania y la amenaza tous azimouts a quién se opone a sus designios; esta sería la situación de este momento estratégico.

Seguridad

También lo es apreciar que el mundo euro atlántico se considere amenazado por las nuevas y recientes acciones agresivas de la Federación Rusa, ya que ha incorporado a su soberanía territorios que pertenecían a otros países en los que había una presencia rusófona variable, mayoritaria en Crimea, anexionada fuera de todo derecho objetivo, variable pero importante en Georgia, en sus regiones de Osetia del Sur y Abjasia, anexionadas tras una guerra ganada por Rusia, y ahora con la invasión de Ucrania que rompe la paz en Europa y pretende «colonizar» política y militarmente a su vecino hasta ahora independiente y soberano.

OTAN y la UE

Es evidente que la OTAN y la UE han practicado una política de acercamiento geográfico y político a las fronteras de la Federación Rusa, apostando por la mejora de la seguridad del extranjero próximo ruso, dando como resultado una visión, quizás lógica, de una estrategia occidental para «contener», de nuevo, al gigante geográfico ruso, cuando es el resultado de la inseguridad que proyecta este último, dado que ninguno de los países atacados atentaban contra la seguridad de la Federación, ni tampoco la OTAN ni la UE.

Sin embargo, aprovechando la mejora en las rentas de la energía que posee, y evitando la fragilidad de las mismas a corto plazo, Putin se mantiene por su política exterior, apoyada por las intervenciones militares, para la recuperación del papel destacado en el concierto internacional que les acerque a los mejores momentos de la ex URSS y del Imperio.

Sus operaciones en Siria, ganándole la iniciativa a Estados Unidos, adversario sempiterno y leitmotiv de todas las discrepancias con Occidente, su habilidad en las conversaciones sobre el «deal nuclear» con Irán, su renovada presencia en el Mediterráneo, su exhibición de excelencia militar, y la recuperación del papel de país protector de sus aliados, aunque Assad tenga un cariz dictatorial indudable y, últimamente, el acercamiento a China, paulatino y rotundo , como contrafuerte de su política, le sitúan en una posición internacional que es previsible desde los últimos 20 años, y eso es aceptado por los rusos, hasta por los más jóvenes y universitarios, por el momento.

Putin saca gran parte de su carácter nacionalista ruso, de su capacidad de organizador, de su talento en el ámbito de la ingeniería política, de su defensa de los valores que forjaron siempre el Imperio ruso, incluso la recuperación de la religión, de su paso intenso por el KGB; de ahí su carácter desconfiado, corto de relaciones próximas, su capacidad de desinformar , y de mentir llegado el caso, y su visión de la Defensa del Estado, temerosa de las revoluciones internas y de su desestabilización por Occidente, que como antiguo, y siempre Oficial de Inteligencia, conoce los procedimientos.

Putin ha sido un KGB en la RDA(Dresde), sirviéndose e impulsando a la entonces temible STASI para la expansión del terror, en el país más cercano a la OTAN, donde estaban las fuerzas más eficientes para lanzarse contra Occidente; después en su trayectoria en estos servicios de inteligencia autocráticos, ha sido Director de una de las evoluciones del KGB, el FSB, también heredero de antiguos” estados del alma” pro soviéticos, y poseedor, en su organigrama, de un Departamento de Asesinatos.

Sin perdón

Putin no ha perdonado a Occidente su derrota en la Guerra Fría, un ex KGB, un FSB, no puede perdonarlo, cuando con sus aportaciones de inteligencia, en su día, no han sido capaces de alcanzar sus objetivos y anular las amenazas sobre el gran imperio impuesto.

Putin ha modernizado sus Fuerzas Armadas, bien es sabido que su política exterior agresiva depende en gran medida del músculo de su aparato militar y de la ausencia de fallos en el mismo, como sucedió en el pasado, que le harían caer humillado, este proceso ha sido seguido, y denunciado, por los analistas occidentales insistentemente.

El deterioro de la situación entre Occidente y Rusia puede llevar a una segunda «guerra fría», si no lo estamos ya, responsabilidad de las dos partes, dado que las dos siguen adelante en su política de lenta escalada; la banalización y anulación de los Tratados, FACE, INF, ABM, y la renovación apresurada del START, pueden debilitar los efectos de la disuasión ya que la confianza y sus medidas han desaparecido.

Putin ha amenazado a Occidente con emplear todo tipo de fuerzas si interfiere en Ucrania, aspecto que incluye, obviamente, las armas nucleares, abundantes, sofisticadas, hipersónicas en su velocidad de llegada, indetectables en su origen, prácticamente todas móviles sobre vehículos todo terreno, pero tampoco es una sorpresa pues en su doctrina militar lo anuncia claramente, e indica que no renuncia al «first use».

Puentes de diálogo

Si bien sociológicamente hay que ponerse en el lugar de los rusos y mirar hacia los movimientos occidentales, si diplomáticamente hay que volver, y volver, a tender los puentes del diálogo, si militarmente no es probable el inicio de una nueva guerra con la OTAN, en especial por la disuasión nuclear, es necesario admitir que un «accidente desencadenante» es siempre posible.

La amenaza a Finlandia y Suecia tampoco es nueva en la historia reciente de estas zonas clave en la vecindad de la ex URSS; ya en los ochenta del pasado siglo, en plena Guerra Fría, el discurso soviético «inducía» a estos países, incluida Noruega, a mantenerse neutrales, a constituir «zonas libres de armas nucleares», fomentando un pacifismo movido por los partidos comunistas afines; en el caso de Finlandia, recordemos su invasión por los soviéticos, su enorme resistencia militar y el desistimiento final de la URSS con un resultado «de tablas».

En lo que se refiere a España, miembro activo de la OTAN y de la UE, es necesario precisar que su contribución con fuerzas e infraestructura, su disponibilidad en beneficio de las líneas de acción de la OTAN y la aceptación de las posibles sanciones a imponer, la convierten en un país objetivo de las posibles políticas de reacción de la Federación Rusa, como ya las sufrieran los agricultores españoles, y comunitarios, que vieron cerradas sus exportaciones a ese país, además de sus repercusiones en el turismo, precios energéticos, comercio y operaciones financieras.

La desinformación y la propaganda rusa sobre España pueden darse por iniciadas a través de los medios de información de habla hispana que tratan los asuntos españoles. La tentación de cerrar la pinza energética sobre Europa, afectando a la situación de independencia de que goza España en el abastecimiento de gas procedente de Argelia, ahora mermada, es otra opción posible para la que debe estar preparado nuestro país, que ve también como la Marina rusa accede y se establece en el Mediterráneo, quizás para permanecer.

Vladimir Putin, según sus propias declaraciones, es opuesto al actual orden internacional que considera obsoleto y que según él oprime a su país, y que está dominado, por Estados Unidos, la OTAN y la Unión Europea, y sus acciones para evitarlo están siendo puestas en práctica militarmente, de forma decisiva pero prevista por los analistas que conocen a Putin y le siguen desde su llegada al poder en la Federación Rusa.

Quizás la gran lección para Occidente, y para Europa en especial, reside en la famosa frase, siempre olvidada y desterrada por muchos políticos,” Si vis pacem para bellum” (Si quieres la paz, prepárate para la guerra).

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