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01 de mayo de 2024

Vladimir Putin, presidente de Rusia

Vladimir Putin, presidente de RusiaSergei Guneyev / Sputnik

Día 36 de guerra en Ucrania

El factor Putin: ¿una dificultad para la paz?

La Rusia de Putin no iba nada mal pero, igual que Hitler entre 1938 y 1939, quería más

Nuevamente se han abierto expectativas de paz pero quedan grandes dudas de si habrá algo prometedor en las conversaciones. EE. UU. pone en duda la «seriedad» de Rusia en estas negociaciones, decía Antony Blinken: «No he visto nada que sugiera que se esté avanzando de manera efectiva (…) Una cosa es lo que Rusia dice y otra lo que Rusia hace. Miramos esto último». El problema de siempre: Construir es difícil, destruir facilísimo y reconstruir y regenerar es una labor posible pero enormemente compleja.
El historiador inglés Max Hastings defendía que la Alemania de 1914 era la sociedad «más eficaz, más educada e industrializada» y que «podría haber conquistado la hegemonía en Europa» sin necesidad de lanzarse a la guerra. En una situación como la nuestra podríamos llegar a conclusiones parecidas con respecto a Rusia, incluso querríamos esperar que el Kremlin frenase, pero vemos que la mayor dificultad para la paz se llama: Vladimir Putin. Fue él quien decidió iniciar esta guerra en Europa y emprendió la invasión a gran escala de Ucrania. Una decisión difícil de entender racionalmente puesto que la Rusia de Putin era, hasta el momento, ganadora en muchos aspectos.
Repasemos algunos:
  • De una parte, la política exterior rusa había conseguido fomentar numerosas divisiones en Europa y en el seno de la OTAN.
  • También el Kremlin había vencido los movimientos de protesta a favor de occidente en Bielorrusia y Kazajstán, logrando que estos países no escaparan del abrazo de Moscú.
  • Putin había sido un estratega exitoso: como primer ministro de Boris Yeltsin, ordenó, a finales de 1990 el control de Grozny, en Chechenia; luego, como presidente, emprendió la guerra en Georgia, en 2008 y en Siria, durante la guerra civil, ayudó a Bashar al-Assad a destruir Alepo.
  • En 2014 Putin se apoderó de Crimea y creó las dos repúblicas secesionistas del Donbás.
En definitiva, Putin en otoño de 2021, podía sentarse y disfrutar de la debilidad y la división de sus enemigos: La OTAN estaba casi fuera de lugar.
De otra parte, tras el primer año de presidencia de Joe Biden, poco se podía temer de Estados Unidos: más preocupado por Asia que por Europa, Oriente Medio y África. Rusia y China le habían ocupado el patio trasero fomentando la victoria de fuerzas populistas de izquierda en Latinoamérica e, incluso, la retirada mal gestionada de las tropas estadounidenses de Afganistán daba prueba de su debilidad y decadencia.
Rusia, además, se podía congratular de sus crecientes beneficios en el sector energético y comercial, a punto de cerrar el Nord Stream 2, el gran gaseoducto que aumentaba notablemente la dependencia de Alemania y de buena parte de Europa del gas y el petróleo ruso.

Putin quería más

Los lazos comerciales con la Eurozona eran muy importantes y crecientes. Pero al igual que Hitler (entre 1938 y 1939), Putin quería más. Quería una Rusia hegemónica, tratada como potencia mundial y con él mismo como líder.
A nivel interno, Putin, ha logrado un régimen donde no se le cuestiona: ni por la Duma, ni por los medios de comunicación (la mayoría bajo su control), ni por el poder judicial. Incluso, hasta ahora, una gran mayoría de rusos parecen creerle.
Putin se considera a sí mismo un historiador que revisa, no sólo, a la Unión Soviética cuya caída calificó de «la mayor catástrofe geopolítica del siglo XX» sino, más allá, al reinado de Pedro el Grande (1672 - 1725), cuando Rusia era la potencia dominante en el noreste de Europa.
En su extenso ensayo «Sobre la unidad histórica de rusos y ucranianos» (2021) Putin argumenta que nunca hubo una nación ucraniana separada, llegando, en el siglo IX, a la Rus de Kiev, primer estado eslavo; habla de la conversión de los eslavos a la ortodoxia en el siglo X, convirtiendo a Rusia en el heredero legítimo del Imperio Bizantino. Pero tras su visión nacionalista, si Putin estuviese realmente comprometido con la protección de Rusia, su expansión y la garantía de su seguridad en el exterior, no habría apostado por esta guerra.

¿Qué ha conseguido Putin?

  • Ha convertido a Ucrania en una nación más unida que nunca.
  • Ha propiciado la ascensión de Zelensky como héroe para reunir a su pueblo contra lo imposible. Ha hecho de Zelensky un líder aún más improbable que Churchill en 1940, cuando hizo su famoso discurso de: «Lucharemos en las playas» (We shall fight on the beaches); uniendo a los ingleses contra Hitler.
  • Ha fortalecido a la OTAN, su mortal enemigo, favoreciendo un cambio de política radical en todos sus miembros. Por fin ha conseguido que todos aumenten sus presupuestos en defensa y seguridad.
  • Ha recobrado el sentido de una Unión Europea, sin mayores ideales que los monetarios y algunas frivolidades «neo ideologías».
  • Ha provocado la firme y contundente respuesta de Estados Unidos dando a Biden liderazgo mundial. Ahora, EE.UU., se ha interesado por Europa como no había ocurrido desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
  • Incluso ante China, su país más amigo, una Rusia debilitada tendrá ahora que plegarse a la voluntad de Pekín.
Nos preguntamos: ¿Utilizará Xi Jinping, como muchos esperan, su influencia para convencer a Putin de que llegue cuanto antes a un acuerdo? ¿Conseguirá Biden mantener unida la alianza occidental, proporcionando apoyo a Ucrania en una respuesta calibrada ante las acciones rusas?
Y en el mejor de los escenarios posibles: ¿aceptaría Putin una salida en Ucrania?
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