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20 de abril de 2024

Jaime Rocha exespía CNI

El exespía del CNI, Jaime Rocha, en la entrevista con El DebatePaula Argüelles

Jaime Rocha, exespía: «El CNI no es merecedor de las cosas que se han dicho»

El exagente del Servicio secreto español habla para El Debate sobre la crisis del CNI y el nuevo enfrentamiento de bloques en Ucrania

Jaime Rocha es un verdadero espía. Veterano del CESID, hoy Centro Nacional de Inteligencia (CNI), contribuyó a localizar al dictador libio Muammar al-Gadafi tras la Operación El Dorado Canyon, en 1986, y participó en el «juego de espías» de la Guerra Fría durante la Revolución de Terciopelo de 1989 en Praga.
Retirado a sus 80 años, Rocha es ahora un escritor de éxito que plasma sus vivencias en novelas de espías, editadas por Lantia.
En 2020 publicó Operación El Dorado Canyon, basada en la operación militar de Estados Unidos en Libia en 1986 en respuesta a una serie de atentados promovidos por Gadafi.
La continuación de aquella novela, El Muro, publicada en 2021, se desarrolla en los estertores del bloque comunista. El protagonista de ambas novelas es Julián Roig, un agente español del CESID.
Tocado con un veraniego sombrero Panamá, en un sofá del stand de la editorial Lantia de la Feria del Libro de Madrid, recibe a El Debate, con quien comparte los entresijos de su experiencia en los servicios de inteligencia españoles, su vocación literaria y su visión sobre aspectos de la candente actualidad.
−El CNI se ha visto mezclado en la polémica política en las últimas semanas y se pretende limitarla en la nueva Ley de Secretos Oficiales. ¿Cómo ha vivido esta crisis del CNI?
–Personalmente me ha supuesto un disgusto, una preocupación. Me parece que el Servicio no es merecedor de las cosas que se han dicho ni lo que se está haciendo con él. Estoy seguro de que el Servicio es un Servicio de profesionales, saben lo que tienen que hacer, lo hacen con rigor, con profesionalidad, están al servicio del país.
Yo he estado en el Servicio de Inteligencia español 28 años. Entré en 1979 y salí en 2007, ya cuando era CNI. Me consta la profesionalidad, el trabajo responsable y el rigor que tienen en su trabajo.

Mezclar la política con el Servicio de Inteligencia es absolutamente pernicioso para el país

Todo esto que está pasando, el mezclar la política con el Servicio de Inteligencia, me parece de un efecto absolutamente pernicioso para el Servicio y para el país. Los que lo han promovido sabrán por qué lo han hecho, pero el efecto es absolutamente negativo.
Además, desprestigia al Servicio ante los Servicios extranjeros y para nosotros es fundamental la relación con ellos, sobre todo con los occidentales, con los que tenemos una relación de colaboración.
−Algunos políticos españoles se han escandalizado al descubrir que el CNI espía…
−Claro, ahora van a hacer una Ley de Secretos Oficiales para quitar los secretos oficiales, cuando es un servicio secreto. Lo que hace el Servicio secreto, es secreto. No es una ONG, es un servicio secreto, y los servicios secretos trabajan en secreto. Si lo publican dejan de tener su objetivo.
−Si los espías no pueden espiar, ¿qué es lo que pueden hacer?
−Pues se dedicarán a jugar a las cartas, pero lo suyo es espiar. Para eso están. Si no, cierra el chiringuito y se acabó, lo dedicas a otra cosa.
−Después de décadas centrados en Oriente Medio y en la lucha contra el yihadismo, ¿parece que hemos vuelto a una nueva guerra fría entre bloques?
-Sí, pero hay un factor nuevo que es China. China es la gran potencia del siglo XXI. China está construyendo una armada que supera en mucho a la armada de los Estados Unidos. China ha aprovechado la pandemia para hacerse con cantidad de empresas occidentales.
China está progresando mucho económica y militarmente. China tiene colonizada a buena parte de África y a buena parte de Sudamérica, con préstamos que son absolutamente imposibles de devolver.
Lo que pasa es que la guerra fría, que antes era entre el Pacto de Varsovia y la OTAN, ahora tiene tres actores, que son la OTAN, Rusia y China.

Europa ha perdido un tiempo precioso con ideas de desarme y pacifismo

Europa ha perdido un tiempo precioso con ideas de desarme y pacifismo, que le ha hecho descuidar un deber ineludible, que es armarse y prepararse para hacer frente a esas grandes potencias que lo mejor que quieren para Europa es que desaparezca.
Una Europa unida de 500 millones de habitantes sería un competidor en todos los órdenes, en el económico, en el militar y en todos los órdenes.
−¿Qué le empuja a escribir novelas históricas sobre espionaje, un género en auge?
−Yo pertenezco a una asociación de antiguos agentes de inteligencia cuyo objetivo, uno de ellos, es dar a conocer a la sociedad española que tenemos un magnífico Servicio de Inteligencia, la eficacia de ese servicio y, sobre todo, que estamos ahí para la defensa de los intereses de nuestro país y de nuestra gente.
Uno de los objetivos de estos libros es dar a conocer la cultura de inteligencia que, hasta ahora, era muy desconocida. Ahora la actualidad nos ha puesto en el candelero.
Con el tema de Ucrania me han hecho muchísimas entrevistas porque, en mi segundo libro, El Muro, hablo de la caída de la Unión Soviética, la caída del Muro de Berlín.
−¿Qué papel juega la Unión Europea en el mundo posterior a la Guerra Fría?
−Europa no ha hecho los deberes. Europa, después de la caída del Muro de Berlín, tenía que haberse hecho autónoma en energía, autónoma en fuerzas armadas.
Somos absolutamente dependientes de la OTAN. Europa tenía que haber tenido unos servicios de inteligencia comunes, unas fuerzas armadas comunes, tenía que haber tenido una autonomía energética.
Europa se ha dormido en los laureles. Desde la caída del Muro de Berlín, en el año 1989, hasta la invasión de Ucrania, ha habido tiempo suficiente para que el Viejo Continente hubiera hecho algo más por esa unidad que tantos europeos propugnan y que, realmente, hoy por hoy, prácticamente se queda en una unión económica y poco más.
Entonces, ahí ha habido un tiempo perdido que, imagino que ahora con la experiencia de Ucrania, los políticos europeos se pondrán a la tarea y harán lo que no han hecho durante tantos años.
En todo esto, los servicios de inteligencia tienen un papel fundamental, porque la información es vital para la toma de decisiones.

Un Servicio de inteligencia no es una ONG, hacemos cosas que a la moral tradicional le puede llamar la atención

No hay ningún gobierno que tome decisiones sin que haya un servicio de inteligencia que le asesore, que le informe, que le diga por dónde debe ir.
Un Servicio de Inteligencia no es una ONG, hacemos cosas que a la moral tradicional le puede llamar la atención, como es la extorsión, como es la amenaza, como son todas esas cosas.
Tiene que ser así, porque es un toma y daca: lo mismo que hacemos a otros lo hacen ellos con nosotros. Pero, gracias a eso, podemos tener una información que es vital para el país.
Nosotros, a nuestros gobiernos, les aconsejamos, les damos la información que ellos necesitan para tomar decisiones importantes. De ahí que los servicios de inteligencia tengan la importancia que tienen y la vigencia que tienen.
−Usted vivió en primera persona la caída del bloque soviético en Praga en 1989. La Guerra Fría fue un hervidero de espías en Berlín, Viena, o la misma Praga. ¿Cómo describiría aquella Edad de Oro del espionaje?
−La edad de oro del espionaje está por escribir todavía. Es verdad que en aquella época Praga era un hervidero de periodistas y espías. Yo asistía a ruedas de prensa a las 3 de la mañana, cuando el cambio de régimen, y aquello todo eran espías. No era la edad de oro, pero sí una época muy importante, porque era la transformación de Europa, la caída del Muro de Berlín.
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