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24 de abril de 2024

Soldados rusos en Mariupol

Soldados rusos patrullan en las ruinas de MariúpolAFP

Mariúpol-Guernica: ¿cómo terminará la guerra de Ucrania?

La invasión evoluciona hacia un conflicto entre la Federación Rusa y la OTAN

Los medios occidentales muestran la debilidad de Rusia, su lento avance en esta guerra, su gran ineficacia y estrepitoso fracaso durante las primeras fases de campaña militar.
Es cierto que no ha sido una invasión rápida y generalizada, con rendición incondicional. Es cierto que incluso la conquista del este del país les está resultando más costosa de lo esperado.
Pero Mariúpol ha caído tras ochenta días de feroz asedio donde los adversarios, de uno y otro lado, han combatido intensamente y Rusia ha ganado, reconozcámoslo.
De otro lado, a pesar de la asimetría de partida, el esfuerzo bélico de Moscú ha obtenido mayor resistencia por parte de las fuerzas ucranianas.
El notable rendimiento de los militares ucranianos es resultado directo de un esfuerzo de asistencia intensiva emprendido por Estados Unidos y sus aliados de la OTAN.
Un apoyo que se había ido fraguando desde la invasión rusa de Crimea en 2014. En esos ocho años, la asistencia en forma de equipamiento, entrenamiento y planificación transformó al Ejército ucraniano en una fuerza de combate mucho más capaz de lo que parecía.

La ayuda occidental unificada ha marcado la diferencia en el campo de batalla

Pero fundamentalmente, en estos tres meses guerra, la ayuda occidental unificada ha marcado la diferencia en el campo de batalla.
Decenas de países se han unido para compartir información, ofrecer ayuda militar, logística y económica e imponer graves costes económicos y políticos a Rusia.
La guerra de Ucrania es, cada vez más, un conflicto entre la Federación Rusa y la OTAN y, quién sabe si a semejanza de la Guerra Civil Española, salvando las cuestiones ideológicas, este campo de batalla actual es una probación y un preludio de una guerra a mayor escala.
Una guerra asimétrica donde una potencia temible ha ocupado un territorio libre que se defiende valientemente.
Pero también es cierto que la potencia invasora pelea por su hegemonía y por un espacio vital que, hasta el pasado 25 de febrero, había expandido con éxito.
Por eso los estrategas occidentales deben evaluar bien las capacidades militares de sus adversarios en el futuro.
En el caso de Taiwán, donde se prevé una futura acción militar de China, la posición disuasoria de Estados Unidos es mucho más débil para dar una respuesta eficaz, dada la compleja situación de sus alianzas en el Indo-Pacífico.
La propaganda occidental presenta, frecuentemente, que ejércitos dirigidos por líderes autoritarios, que no toleran la disidencia, son vulnerables a una serie de problemas, desde los errores de cálculo estratégico y logística inadecuada, hasta un mando deficiente en el campo de batalla que repercute en la moral de las tropas.
Es el argumento con el que la prensa occidental presenta el mal curso de Rusia en este conflicto, pero ¿es real esta debilidad sistémica de los regímenes autoritarios o sólo forma parte del imaginario demoliberal?
Las tropas de Hitler mostraron una gran eficacia en sus campañas iniciales en occidente y, más tarde, Europa oriental.

A Rusia no le está yendo tan mal, aunque el hecho en sí de una guerra hace que a todos les vaya mal

Hoy apenas sí podemos acceder a las versiones prorrusas de esta guerra y los analistas apenas podemos contrastar versiones.
Pero no está claro que las palabras o las ideas con sus visiones maniqueas, conjuren los males.
Considero que a Rusia no le está yendo tan mal, aunque el hecho en sí de una guerra hace que, a todos les vaya mal, particularmente a las partes contendientes.
La realidad de una guerra es más prosaica y reside en lo inesperado de los acontecimientos y en las dificultades que surgen, una vez entrados en el conflicto: luchar eficazmente; adaptarse en tiempo real a las tácticas del adversario.
Juegan, además, los factores asimétricos, como la labor de inteligencia, los satélites, drones, apoyo externo y, muy importante, la logística.
Una conocida frase entre los estrategas norteamericanos, atribuida al jefe del Estado Mayor Conjunto tras la Segunda Guerra Mundial, el general Omar Bradley, afirma: «Los aficionados hablan de estrategia. Los profesionales estudian la logística».

Esta guerra no está ni acabada, ni ganada por parte de nadie

Puede que la logística ucraniana haya estado eficazmente organizada gracias a la ayuda de la OTAN.
No hace mucho el general Tony Thomas, excomandante del Mando de Operaciones Especiales de Estados Unidos afirmaba que Ucrania era indigerible como «un puercoespín» para «para el gran oso ruso», porque desde 2014, con la ayuda de Estados Unidos, había desarrollado un esfuerzo concertado para entrenar y equipar a sus fuerzas, preparadas para una invasión.
En el proceso, el Ejército ucraniano se hizo más ágil y, tras la invasión, en poco tiempo han dominado el uso del sistema de misiles Javelin; de drones para derribar tanques rusos; así como de misiles Stinger y otros misiles tierra-aire para derribar aviones.
Y ha aprendido a realizar operaciones de sabotaje muy eficaces al amparo de la oscuridad. Los historiadores militares ya consideran esta guerra como un punto de inflexión en estos nuevos usos en el campo de batalla.
Pero, en cualquier caso, más allá del optimismo de la prensa y la propaganda occidental esta guerra no está ni acabada, ni ganada por parte de nadie. No parece, realmente, que a Rusia le esté yendo tan mal.
¿Acaso, no nos deslizamos en este campo de batalla a una guerra mayor, como ocurrió con la Guerra Civil española? ¿Es Mariúpol otro mural como el Guernica, de Picasso, que preludia simbólicamente una nueva era de conflictos?
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