Vladimir Putin ha liberado sus ansias de prohibir. El todopoderoso presidente de la Federación Rusa ya no intenta ni disimular. En las últimas 48 horas ha ilegalizado el periódico Novaya Gazeya y vetada la entrada al país de Sean Penn y Ben Stiller por visitar a Volodimir Zelenski.
De paso, facilitó una lista con una veintena de estadounidenses que tampoco podrán poner un pie en el territorio del que, hoy por hoy, es dueño y señor.
La excusa oficial para negar la entrada a los americanos y a los actores, la explica el Kremlin como «respuesta a las sanciones cada vez más extensas de la administración de Joe Biden contra ciudadanos rusos», tal y como indica el Ministerio de Asuntos Exteriores en su página web.
La versión que asoma como real es la decepción de Putin con los artistas que admiraba, al adoptar posiciones a favor de Ucrania y acudir personalmente a Kiev a dar su respaldo al presidente de la antigua provincia de la Unión Soviética.
«Las acciones hostiles de las autoridades estadounidenses que continúan adoptando una postura rusófoba, destruyendo los lazos bilaterales e intensificando la confrontación entre Rusia y estados Unidos, seguirán siendo repelidas firmemente», insiste Exteriores.
Esta medida se suma a la prohibición, a finales de junio, de ir a Rusia a toda la familia Biden y prácticamente, se produce en simultáneo al cierre del periódico que hacía malabares para sortear la censura del régimen después de haber estado clausurado por el Kremlin.
Objetivo: la prensa
El Novaya Gazeta, fundado por Mijail Gorbachov, no ha podido salvarse y no volverá a salir. Después de tres décadas de vida, Putin le ha dado la puntilla al suspenderle la licencia. «Hoy han matado al periódico. Le han robado 30 años de vida a sus trabajadores, han privado a los lectores del derecho a recibir información», publicó el ya proscrito diario.
El Novaya Gazeta recuerda el asesinato de siete periodistas suyos desde 1993. Entre ellos, Anna Politkovskaya y Natalia Estemírova
En un comunicado dirigido a la población rusa, el Novaya Gazeta recuerda el asesinato de siete periodistas y colaboradores desde 1993. Entre ellos, Anna Politkovskaya y Natalia Estemírova.
A Roscomnadzor, nombre en ruso del Servicio Federal de Supervisión de Comunicaciones, tecnología de la Información y Medios, le acusa el periódico de estar detrás de estos crímenes. Su actual director, Dmitri Murátov, fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz en 2021.
Según el Roscomnadzor, -informa Efe- la revocación de la licencia se debe a que la redacción, que lo niega, no presentó los estatutos de la publicación en el período de tiempo establecido por las leyes, pese a que fue advertida con antelación.
El periódico mantiene que presentó los documentos hace muchos años, por lo que recurrirán el fallo, según adelantó hoy Murátov. «Pero 'Nóvaya Gazeta' no necesita sus papeles. Fue, es y será», concluye el comunicado.
El periódico, que lanzó su primera tirada de mil ejemplares el 1 de abril de 1993, se vio obligado a fines de marzo a suspender su publicación en su versión en papel y digital «hasta el fin de la operación especial en territorio de Ucrania» iniciada el 24 de febrero por el ejército ruso.
La noticia del cierre se produjo después de que Murátov participara junto a otros medios independientes rusos en una entrevista al presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski.
«Hemos recibido dos advertencias del Roskomnadzor. Mejor cerramos, ya que si recibimos una tercera advertencia nos pueden retirar la licencia y eso significaría nuestra desaparición», informó entonces Nadezhda Prusenkova, jefa de prensa del rotativo.
El periódico independiente, el más crítico con el presidente ruso, Vladímir Putin, había sido multado hace menos de un mes por difundir supuestamente «noticias falsas» y «abusar de la libertad de prensa».
Gorbachov compró los primeros ordenadores del rotativo con el dinero que recibió del Nobel en 1990.
«Nóvaya Gazeta» había dejado de informar sobre la campaña militar tras la aprobación de una ley que castiga con graves multas y hasta 15 años de cárcel la difusión de «información falsa» sobre el Ejército ruso.
La retirada de la licencia se consumó una semana después de la muerte de Gorbachov, que compró los primeros ordenadores del rotativo con el dinero que recibió del Nobel en 1990.
Las autoridades rusas han cerrado en los últimos meses los otros dos medios más críticos con el Kremlin: la emisora de radio Eco de Moscú y el canal de televisión Dozhd