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28 de abril de 2024

El presidente ruso, Vladimir Putin, durante una conferencia en Moscú

El presidente ruso, Vladimir Putin, durante una conferencia de prensa en MoscúEFE

419 días de guerra en Ucrania

¿Qué destino tienen los opositores de Putin?

Tres son los caminos que el Kremlin tiene elegidos para los críticos del régimen; la cárcel, la muerte o el exilio

La condena a 25 años de prisión del opositor y columnista ruso, Vladimir Kara-Murza, ha conmocionado a Rusia, pero su caso no es el único. Los críticos a la invasión de Ucrania, tienen prohibido pronunciar la palabra «guerra», cualquier expresión o manifestación contraria a las ansias de conquista de Vladimir Putin acarrea severas consecuencias.
Aquellos que se han atrevido a desafiar al régimen y a sus leyes, deliberadamente injustas, han terminado bajo tierra, en el exilio o encerrados en los calabozos. Vladimir Putin se ha ocupado de que su destino sea, prácticamente, no tener destino.
Este es un breve resumen de los casos más conocidos desde llegada al poder, en 2000, del ex agente de la extinta KGB y todopoderoso autócrata.

Asesinados

Afp recuerda al antiguo viceprimer ministro y considerado en su momento posible sucesor del presidente Boris Yeltsin frente a Putin: Boris Nemtsov. La esperanza de renovación se tradujo en una actividad crítica, de palabra y obra, del hombre que señalaba, con el dedo acusador, a Putin.
El político se opuso a la anexión por parte de Moscú de la península de Crimea en 2014. También se manifestó en contra del apoyo militar del Kremlin a los separatistas del Donbás (este de Ucrania) que el presidente de la Federación Rusa considera ahora ciudadanos rusos.
Menos de un año más tarde, Nemtsov fue asesinado en febrero de 2015 cerca del Kremlin. Tenía 55 años.
Sus seguidores acusaron al dirigente checheno Ramzan Kadirov de haber ordenado su muerte con la luz verde de Putin, aunque él lo niega. Cinco chechenos fueron condenados por el homicidio.
Diez años antes, en octubre de 2006, fue asesinada otra opositora al presidente Putin y a Kadirov, la periodista Anna Politkóvskaya, abatida en la entrada de su edificio en Moscú.
La periodista de Novaya Gazeta, el principal medio independiente del país, documentó y denunció durante años los crímenes del ejército ruso en Chechenia.
En extrañas circunstancias murió el comisario militar de Partizansky, el coronel Roman Malyk. Era uno de los responsables de hacer cumplir el decreto de movilización parcial de Putin. Dicho de otro modo, de reclutar por la fuerza a los rusos. Apareció ahorcado, su familia, amigos y vecinos no creen en el suicidio.
Valeri Mitko fue el tercer científico ruso en aparecer muerto, pese a estar bajo arresto domiciliario. A los 81 años, este especialista en hidroacústica estaba acusado de haber filtrado secretos de Estado.
Anatoliy Geraschenko, director del Instituto de Aviación de Moscú, murió, oficialmente, como consecuencia de resbalarse en las escaleras y caerse desde «una gran altura». Extraoficialmente fue arrojado por el hueco de las escaleras al vacío. Con él sumaron una docena larga los rusos que se enriquecieron a la sombra de Putin y después cayeron en desgracia. Esto es, aparecieron muertos.

Arrestados

Alexéi Navalni, un político de 46 años, sufrió un envenenamiento en 2020 en Siberia. Todas las miradas y los indicios apuntaron al Kremlin. Las autoridades rusas niegan cualquier responsabilidad, pero Navalni no tiene dudas, su familia y la comunidad internacional, tampoco: la mano de Putin estaba detrás del atentado.
El político opositor fue hospitalizado en Alemania. Aunque conocía los riesgos, decidió regresar a Rusia en enero de 2021. Fue detenido, juzgado en una parodia de juicio y cumple una condena de nueve años de cárcel desde marzo.
Navalni sigue denunciando al Kremlin y calificó la invasión de Ucrania de «tragedia» y «crimen contra la humanidad».
El último opositor encarcelado es Vladimir Kara-Murza, de 41 años. Como Navalni, asegura haber sobrevivido a dos envenenamientos debido a sus actividades políticas.
Este lunes, Kara-Murza fue condenado a 25 años de prisión al ser hallado culpable de «alta traición», entre otros cargos.
Otro influyente crítico, Yevgueni Roizman, de 60 años y antiguo exalcalde de Ekaterimburgo, fue detenido varias veces y luego liberado. Las autoridades lo acusan de «desacreditar» al Ejército y corre el riesgo de pasar varios años en prisión en un juicio que se abre a finales de abril.
En diciembre, otro conocido opositor, Ilia Yashin, de 39 años, fue condenado a 8 años y medio de cárcel por haber denunciado «el asesinato de civiles» en la ciudad ucraniana de Bucha, cerca de Kiev, donde el ejército ruso fue acusado de crímenes de guerra.

Refugiados en el exilio

La mayoría de los opositores que permanecieron en Rusia están encarcelados, pero otros huyeron del país.
Uno de ellos es Mijaíl Jodorkovski, antiguo magnate del petróleo que pasó diez años entre rejas a inicios de los 2000. Desde su liberación en 2013, vive en Londres, donde financia plataformas de oposición.
Muchos seguidores de Jodorkovski, pero también de Alexéi Navalni, salieron de Rusia en 2021, cuando se intensificó la represión. La ofensiva en Ucrania al año siguiente multiplicó también la salida de opositores del país.
La estampida de rusos que huyeron del país se disparó con los decretos de reclutamientos forzosos.
A España llegaron a distintos puntos. De Madrid a Valencia, la colectividad de exiliados se extendió a lo largo de la guerra.
Miles de rusos han encontrado refugio en Georgia, las repúblicas Bálticas, Turquía, Israel y Finlandia, aunque el destino soñado es Londres y las capitales europeas.

Espías falsos

En los últimos años, decenas de medios de comunicación, ONG, periodistas, activistas o artistas fueron declarados «agentes extranjeros». La legislación rusa se ha modernizado para poder disolver organizaciones y arremeter, con supuestos indicios, contra profesionales contrarios al régimen.
La organización Memorial, pilar de los derechos humanos y copremiada con el Nobel de la Paz 2022, fue disuelta por las autoridades rusas por violar una ley hecha a medida para el régimen.
Las detenciones de periodistas nacionales son moneda corriente, las de extranjeros son infrecuentes. Entre otras razones porque son escasos los que después de modificar la ley decidieron quedarse en Rusia. Evan Gershkovich, corresponsal del The Wall Street Journal, es un caso extraordinario que el Kremlin ha sabido aprovechar. De padres rusos le acusan de trabajar para la CIA y permanece detenido pese a los intentos de Washington para que lo liberen.
De nada han servido las peticiones del secretario de Estado, Antony Blinken, ni las llamadas a su homólogo ruso. Tampoco la intervención de Joe Biden. La Casa Blanca y The Wall Street Journal han negado las acusaciones de las fuerzas de seguridad rusas contra su corresponsal y no cesan de exigir, sin éxito, su inmediata liberación.
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