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18 de mayo de 2024

Mujeres Afganistán Kandahar

Mujeres con burka caminan por las calles de Kandahar, AfganistánAFP

Afganistán

Las mujeres afganas viven un infierno tras dos años del regreso de los talibanes

Los talibanes han asfixiado todos los aspectos de las vidas de las mujeres en lo que expertos de la ONU sostienen equivale a un «apartheid de género»

Un auténtico viaje al pasado han sufrido las mujeres de Afganistán tras la caída de Kabul en manos de los talibanes y la apresurada salida de Estados Unidos y las fuerzas occidentales.
Las decepcionantes y lapidarias palabras del presidente de EE.UU., Joe Biden, fueron un reconocimiento del fracaso en Afganistán y un presagio del futuro que les deparaba a sus habitantes; «El objetivo del despliegue [militar] nunca fue construir una nación democrática, sino luchar contra el terrorismo», sentenció aquel agosto de 2021 el presidente estadounidense.
Desde aquel momento, las niñas y mujeres afganas quedaron excluidas de derechos básicos como la educación. La primera de las medidas que retrocedería Afganistán a la era del primer régimen talibán de 1996 a 2001 llegó cuando permitieron a los niños y adolescentes volver a las clases de educación secundaria, excluyendo a las mujeres con la promesa de permitírselo una vez se adaptasen los contenidos a la sharia o ley islámica.
La medida acabó extendiéndose el pasado diciembre a la educación universitaria, y por el camino se sumaron otras, como la de no poder trabajar en organismos no gubernamentales , la segregación por sexos, o la más reciente, cuando ordenaron la semana pasada el despido de aquellas que acudan sin velo a sus puestos de trabajo.
Con el depuesto Gobierno, que duró casi dos décadas con el apoyo de EE.UU. y la ONU, las niñas constituían el 39 % de los 10 millones de estudiantes matriculados en las escuelas afganas y las mujeres representaban alrededor del 28 % de los empleados del gobierno, pero bajo el régimen talibán, las mujeres quedaron excluidas de las escuelas y de gran parte del mercado laboral.
«Las mujeres afganas están pasando actualmente por las condiciones más difíciles e insoportables», indicó a Efe una extrabajadora del Ministerio de Justicia que, tras la vuelta al poder de los talibanes, se convirtió en una activista proderechos, Zarlasht Mayar.
En esta foto tomada el 25 de enero de 2022, la madre afgana Friba posa para una foto después de una entrevista con la AFP en su residencia en la zona de Asadullahi de la provincia de Parwan. La toma de posesión de Afganistán por los talibanes en agosto puso fin a 20 años de lucha, y supuso un alivio para muchas mujeres, pero las duras restricciones impuestas por el nuevo gobierno también están causando desesperación

Friba, un mujer afgana residente en la zona de Asadullahi de la provincia de ParwanAFP

Por su parte, Taranom Seyedi, directora de la Red de Participación Política de Mujeres Afganas señaló a Efe que la situación de las mujeres no parece que vaya a cambiar hasta que los talibanes se deshagan de su percepción de las mujeres «como fuentes de pecado y corrupción».

Pequeños oasis en el sector privado

Arezo Osmani, de 30 años, le contó a Afp que se sintió «aterrorizada y triste» cuando los talibanes regresaron al poder, con la promesa de imponer una interpretación estricta del islam.

No salí de mi cuarto durante 10 días, pensé que todo iba a acabarse para mí, y que era lo mismo para todos los afganosArezo OsmaniJoven afgana

Unos meses antes de la caída de Kabul, en febrero de 2021, Osmani había inaugurado su negocio de fabricación de compresas reutilizables. La empresaria, que llegó a emplear a 80 mujeres, decidió cerrar su empresa debido a la incertidumbre que se instaló en el país tras el retorno de los talibanes.
Pero dos meses después, reabrió el negocio. El sector privado es uno de los pocos lugares en los que «las mujeres podían trabajar», explica Osmani.
«Lentamente, nos fuimos acostumbrando a las condiciones y por suerte, como somos una empresa y trabajamos en el sector de la salud, pudimos seguir con nuestro trabajo, me siento bien ahora», confiesa la joven empresaria.
La prohibición de que las mujeres afganas trabajen para asociaciones extranjeras golpeó duramente el negocio de Osmani, ya que sus principales clientes eran mujeres extranjeras. Ahora, ya sólo emplea a 35 personas, menos de la mitad de las que tenía cuando los talibanes regresaron al poder.
«De momento, no tenemos ni contrato, ni comprador (...) si no podemos vender compresas, será difícil continuar, pero intentamos mantenernos en pie», añadió esta joven madre de dos hijos.
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