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19 de mayo de 2024

TribunaJulio Borges Junyent

Sánchez, Maduro y la libertad de expresión

Cualquiera que haya sufrido una experiencia totalitaria en carne propia y aterrice en la España de hoy, es, inexorablemente, alguien que viene del futuro.

Actualizada 04:30

La destrucción de los medios de comunicación en Venezuela ha sido devastadora. Apenas ganó Hugo Chávez, su guerra inicial fue contra ellos y contra la libertad de expresión. No es casual, que la cabeza de la entidad encargada de controlar los medios (CONATEL) haya sido Diosdado Cabello. A lo largo de estos años se han desplegado 4 estrategias básicas, cuyos síntomas están presente en la discusión pública española:
La estrategia del desprestigio: El chavismo-madurismo se convierte en el termómetro que indica qué es verdad y qué es mentira. A aquel que tildan de mentiroso, lo descalifican y aniquilan moralmente. No importa lo que se diga, importa quién lo diga para comenzar la destrucción de su integridad personal y calcinarlo frente a la opinión pública. Esto incluye también, hostigar a los medios que cubren actos oficiales además de acusarlos de conspiración contra el gobierno.
Todo este cerco mediático en Venezuela inició cuando la mayoría oficialista aprobó la Ley Resorte, mejor conocida como Ley Mordaza.
El segundo paso fue la polarización radical: la sociedad se divide de muchas formas, revolucionarios versus pro yankis, los de izquierda versus los ultra derecha, los fascistas versus los revolucionarios, los escuálidos versus el pueblo. Pero más allá de toda etiqueta, la lógica es: leal incondicional o enemigo a muerte. En esta fractura social y política, el enemigo está vedado de la conversación pública y está destinado a ser señalado como un enemigo de la patria y de la «democracia». Y como todo lo transforman en ley, ya está aprobada en primera discusión la Ley Antifascismo, el último instrumento del régimen para arrasar con los vestigios que quedan de comunicación independiente.
El tercer paso, fue la judicialización en nombre de la verdad: En tanto la verdad la dicta el jefe, todo ciudadano o periodista que vaya en contra de ella se convierte, inmediatamente, en alguien que debe ser juzgado y llevado a la cárcel o en caso de un medio de comunicación su licencia removida. Como ejemplo, el ampliamente documentado cierre de la planta televisiva RCTV, en el 2007.

En 26 años de Gobierno Chávez-Maduro se han cerrado más de 230 emisoras de radio

Hoy en día, las emisoras que sobreviven operan con estrictas normas de autocensura: los invitados a los programas de opinión deben ser aprobados previamente por el gobierno y antes de iniciar una entrevista se les lee una cartilla para dejar claro qué palabras están prohibidas y qué palabras están permitidas. Por supuesto, está prohibido decir al aire dictadura, de lo contrario, el entrevistador debe interrumpir y aclarar que por decreto de CONATEL, esa palabra no debe usarse. Se siembra tal nivel de miedo que la autocensura se convierte en el aliado de la dictadura. Para institucionalizar esta práctica, la mayoría oficialista aprobó la Ley contra el odio.
El cuarto paso fue crear una red propia de medios públicos y privados, colonizar las redes sociales y el internet. Los principales medios privados fueron poco a poco adquiridos por las buenas o demandados por los malas. A su vez, se les ha impedido a diferentes medios internacionales funcionar: Antena 3, CNNE, DW, Infobae, entre otros.
Cuando se habla de medios alternativos, la realidad es dura también. De acuerdo con Freedom House (en su informe Libertad en la Red), Venezuela está dentro de los 12 países con peores condiciones de libertad en la red, y en los 6 países con peores condiciones de acceso a internet. La dictadura se ha dedicado a la censura de la libertad de expresión, bloqueo de sitios de noticias, difusión de informaciones falsas, ampliación de poderes de vigilancia, uso indiscriminado de la inteligencia artificial y vigilancia biométrica, aplicaciones de recolección de datos de manera discrecional y detención de ciudadanos por expresarse en redes sociales (Twitter, WhatsApp, Instagram, TikTok).
Casos de ataque a la libertad de expresión en Venezuela

Casos de ataque a la libertad de expresión en Venezuela

Es importante subrayar que el período de Maduro ha sido mucho peor que el de Chávez. Más de 100 medios impresos han dejado de circular desde 2013. De los 121 que existían en ese momento, solo quedan 22 en circulación. El ecosistema ha perdido 83 % de su capacidad. Igualmente, se han producido 975 bloqueos a sitios web en Venezuela, la mayoría contra medios informativos.
Por su parte, la ONG Foro Penal ha documentado 109 ciudadanos con procesos judiciales abiertos en la actualidad, por delitos contemplados en los instrumentos legales creados por la dictadura. En 25 años, se han presentado más de 3.500 actos de violencia y persecución contra periodistas y editores.
Este retrato no es algo lejano ni propio de una dictadura tropical. Por el contrario, es la expresión de una nueva modalidad del totalitarismo que está presente en buena parte de las democracias del mundo. Un totalitarismo que, en nombre del progresismo, solo busca relativizar la verdad, la libertad y las democracias.
España está a tiempo, pero hay una realidad, destruir es mucho más rápido que construir.
  • Julio Borges Junyent fue presidente del Parlamento Venezolano
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