De izquiera a derecha: el presidente de Austriam Alexander van der Bellen; la líder de los liberales, Beate Meinl-Reisinger; el líder de los conservadores y futuro canciller, Christian Stocker y el líder de los socialdemócratas, Andreas Babler
Austria acuerda un Gobierno tripartito que deja fuera al FPÖ, el claro vencedor de las elecciones
El pasado mes de septiembre, Austria celebró unas elecciones legislativas en las que el Partido de la Libertad (FPÖ: Freiheitliche Partei Österreichs) se alzó con la victoria por primera vez en su historia, logrando casi el 29 % de los votos. Su triunfo, como también ha ocurrido con el alzamiento de Alternativa para Alemania, de la Agrupación Nacional en Francia o la llegada de Giorgia Meloni al poder, no tuvo nada de casualidad.
Un endurecimiento de la política de asilo, medidas de ahorro para consolidar el presupuesto y reducir el déficit, su postura contraria a Ucrania, el hastío de los ciudadanos por la situación económica austríaca y la aparición de una alternativa a la política tradicional alzaron a los dirigidos por el carismático Herbert Kickl a ser la fuerza política más votada en el país centroeuropeo. Sin embargo, cinco meses después de eso, se confirma que no gobernarán.
De primeras, la postura del resto de partidos políticos ya fue la de formar un cordón sanitario contra el FPÖ, por lo que los conservadores del ÖVP, gobernantes en la anterior legislatura, mantuvieron conversaciones con los socialdemócratas para vetar a los vencedores de las elecciones. Pero esas negociaciones no llegaron a buen puerto y, el pasado mes de enero, el canciller en funciones, Karl Nehammer, del ÖVP, anunció su dimisión y abdicó en su intento de formar Gobierno.
Llegados a este punto, todo estaba encaminado para que el FPÖ reclamara su posición como vencedor de las elecciones y gobernara como le correspondía. Así se lo encargó a Kickl el presidente federal de Austria, Alexander van der Bellen. Pero el FPÖ no tenía la mayoría, necesitaba al ÖVP, y esas negociaciones tampoco lograron el acuerdo esperado. Kickl acusó a los conservadores de oponerse a cualquier cooperación con ellos, dificultando los términos del acuerdo.
Este nuevo Gobierno será una coalición de perdedoresLíder del FPÖ
Ahora, dos semanas después de esto, y cinco meses tras la celebración de las elecciones, finalmente las fuerzas políticas han llegado a un acuerdo para formar Gobierno. Y ha sido bajo la alternativa que se propuso en primer lugar, con los conservadores del ÖVP, los socialdemócratas del SPÖ y los liberales de Neos formando una coalición tripartita que deja en fuera de juego al FPÖ.
El líder de los conservadores, Christian Stocker, se convertirá de esta manera en el próximo canciller austriaco. Se espera que los tres partidos presenten hoy mismo su programa de gobierno bajo la idea matriz de «consenso y pragmatismo». Las coaliciones entre conservadores y socialdemócratas son habituales en Austria, pero ahora, debido al enorme alzamiento en los votos del FPÖ, necesitan a un tercer socio en el Gobierno: los liberales de Neos, una formación fundada en 2012.
Christian Stocker, próximo canciller austriaco
Se espera que el Gobierno tome posesión el próximo lunes, una vez que las direcciones de los partidos conservador y socialdemócrata den su visto bueno, y que los Neos hagan lo propio en un congreso este domingo. El presidente austríaco, Alexander van der Bellen, instó en los últimos días a los partidos a llegar a un acuerdo, apuntando las crecientes tensiones entre Europa y Estados Unidos tras el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. «Los próximos años serán difíciles», advirtió el presidente de 81 años y exlíder de Los Verdes.
Por su parte, la reacción de Herbert Kickl no se ha hecho esperar y ha exigido elecciones anticipadas, calificando este nuevo Gobierno como una «coalición de perdedores». Según las encuestas, de celebrarse ahora elecciones, el FPÖ alcanzaría ya un 35 % de los votos.