Una valla publicitaria en Tel Aviv con la iniciativa israelí bautizada como 'Coalición para la Seguridad Regional'
La ambiciosa apuesta diplomática de Trump: conseguir que Siria y el Líbano establezcan relaciones con Israel
Tras imponer un alto el fuego entre Israel e Irán tras la ya bautizada Guerra de los Doce Días, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quiere apuntarse nuevos tantos en la arena diplomática de Oriente Medio ante su evidente fracaso para poner fin a la invasión rusa de Ucrania. Mientras presiona para lograr una tregua en la franja de Gaza que permita la liberación de los rehenes israelíes en manos de Hamás y detener los combates, el republicano trata de ampliar los Acuerdos de Abraham, su mayor logro en política exterior durante su primera Administración.
Estos acuerdos supusieron la normalización de relaciones entre Israel y cuatro países árabes: Emiratos Árabes Unidos (EAU), Baréin, Sudán y Marruecos, en 2020. A este grupo de naciones, Trump siempre ha querido sumar a la gran potencia suní de la región, Arabia Saudí. Un paso que Riad parecía estar dispuesto a dar a cambio del visto bueno de Estados Unidos a un programa nuclear para fines civiles. Sin embargo, los atentados terroristas de Hamás contra el sur de Israel el 7 de octubre de 2023, donde mataron a sangre fría a más de 1.200 personas y secuestraron a otras 251, y la consiguiente respuesta militar del Ejército hebreo han acabado con cualquier perspectiva de normalización de relaciones entre Riad y Tel Aviv.
Aun así, el republicano no pierde la esperanza de poder anotarse nuevas victorias y ahora mira a Siria y el Líbano, dos países vecinos de Israel y con los que mantiene disputas territoriales, para que inicien negociaciones con el Estado judío. El colapso y caída del régimen de Bashar al-Asad, apoyado por Irán, a manos de una amalgama de grupos rebeldes liderados por la organización islamista Hayat Tahrir al Sham (HTS), ha permitido a Damasco volver a la esfera internacional. El propio Trump se reunió con el presidente interino, Ahmed al-Sharaa, en Arabia Saudí el pasado mes de mayo, en el marco de una gira por el golfo Pérsico. Incluso antes de esta breve reunión, la primera en 25 años entre un presidente de Estados Unidos y uno de Siria, el republicano ya había anunciado que levantaría las sanciones impuestas al país a raíz de la cruenta represión de Al-Asad contra su población.
Trump llegó a referirse a Al-Sharaa –exmiembro de Al Qaeda– como un «tipo joven y atractivo. Un tipo duro. Un pasado fuerte. Un pasado muy fuerte. Luchador». El levantamiento de sanciones a Siria se formalizó este lunes con la rúbrica del mandatario norteamericano en una orden ejecutiva. «El presidente está comprometido en su apoyo a Siria para que sea estable, unificada y en paz consigo misma y con sus vecinos», afirmó entonces la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, en rueda de prensa. Sin embargo, esta concesión llega con la convicción de que Trump pueda añadir, en un futuro no muy lejano, a Siria dentro del selecto grupo de naciones árabes que, bajo su mandato, han dado el paso de normalizar relaciones con Israel.
En este sentido también se pronunció el ministro de Asuntos Exteriores de Israel, Gideon Saar, quien señaló este martes que tienen «oportunidades». «Israel está interesado en ampliar el círculo de paz y normalización de los Acuerdos de Abraham. Nos interesa sumar a países como Siria y Líbano, nuestros vecinos, al círculo de paz y normalización, al tiempo que salvaguardamos los intereses esenciales y de seguridad de Israel», explicó. Sin embargo, en el caso sirio, existe una disputa sobre la soberanía de los Altos del Golán, que el Estado judío ocupó durante la Guerra de los Seis Días en 1967 y acabó por anexionarse formalmente en 1981. De hecho, a raíz de la caída del dictador sirio el pasado año, el Ejército hebreo aprovechó el caos generado por la ofensiva rebelde para adentrarse aún más en este territorio. Por ahora, y como paso previo, se debate un acuerdo de seguridad.
En el caso del Líbano ocurre algo parecido. La devastación que ha sufrido la milicia chií Hezbolá, apoyada por Irán, como consecuencia de la guerra contra Israel durante el pasado año, ha propiciado que ahora Beirut se plantee una normalización de relaciones con su vecino. Pero, en primer lugar, ambos países deben sentarse a negociar las fronteras, donde también existen disputas históricas sobre ciertos territorios como las Granjas de Shebaa. Así, con unas negociaciones sobre un alto el fuego en Gaza en ciernes y la posible ampliación de los Acuerdos de Abraham, el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, tiene previsto reunirse de nuevo con Trump en la Casa Blanca el próximo lunes. La primera vez que se encontraron, el republicano anunció su polémico plan de convertir la Franja en la «Riviera de Oriente Próximo», por lo que cualquier escenario permanece abierto.