Trump desnuda a la bruja
Von der Leyen que es un «doberman» en su maltrato a todas las fuerzas conservadoras y patriotas se convirtió en Escocia en un perrito faldero del dueño del golf
Tendría gracia. Después de todo lo que se han burlado de EE.UU. y han insultado a su presidente Donald Trump esta Comisión Europea y su presidente Úrsula von der Leyen, puede darse la divertida y desde luego reconfortante paradoja de que sea el acto de mayor sumisión a Donald Trump que se ha visto en el escenario internacional el que acabe con esta Comisión Europea, por delante la señora presidente.
La humillación de Canossa del emperador germánico Enrique IV parece una broma comparado con esa visita de Von Der Leyen en la sede de uno de los clubs de golf propiedad de Trump en Escocia a decirle que sí, sí, sí y sí al presidente Trump en todas sus exigencias. Algunas son imposibles de cumplir y muchas no son en absoluto competencia de la Comisión Europea y su presidente no tiene absolutamente ningún poder para otorgarlas.
Ni las inversiones europeas astronómicas ni las compras de energía norteamericana son competencia de esta señora, a la que llamaron «la Reina de Saba» cuando hace un año hizo su segunda Comisión a su medida, con Teresa Ribera y toda una serie de gentes con los armarios llenos de cadáveres. Pero que todo el mundo hasta sus más cercanos consideran más bruja que reina.
Von der Leyen que es un «doberman» en su maltrato a todas las fuerzas conservadoras y patriotas que son críticas con sus demenciales políticas ideológicas, medioambientales, económicas y de relaciones internacionales, se convirtió en Escocia en un perrito faldero del dueño del golf, de las negociaciones y del discurso. Está claro que Trump disfrutó con el mareo que le dio a esta señora que se dijo encantada con todo.
Los 27 líderes de los países miembros que no fueron consultados de los pasos que estaba dando, cosa muy habitual en ella, oyeron y leyeron con espanto unos y con mal disimulada aprensión los demás, las condiciones que Trump enumeraba con regodeo.
Trump ha vuelto a hacer un gran favor al mundo, uno más, y ha sido dejar claro hasta para los más fieles devotos del «europeísmo suicida» que Von der Leyen es un peligro público, no solo para la democracia y la libertad que a muchos les da igual, sino para los bolsillos de todos ellos y su situación ante los propios electorados. Así, se ha demostrado otra vez que los grupos a la derecha del Partido Popular de Von der Leyen tienen razón. Y doña Ursula tiene ya serios problemas. Como dijo Viktor Orban, el peso pesado de Trump se ha desayunado al peso pluma, que solo es soberbia, arrogante y abusadora con los débiles que viven bajo su tiranía. Y bajo su permanente abuso del poder y de competencias de que no son suyas.
El pasado 10 de julio en Estrasburgo, la presidente de la Comisión Europea, logró superar una moción de censura pero desde luego no salía airosa. Los 175 votos a favor de su censura y caída, los 360 en contra y 18 abstenciones le salvaron el pescuezo político, pero no dicen todo porque ahí faltan 155 votos de diputados que estando en Estrasburgo, se ausentaron para no votar.
Ya ese día andaba muy justita de apoyos doña Úrsula. Hoy probablemente lo estaría mucho más y ya no debería extrañar que si se le tuercen un poco más las cosas tenga una moción mucho más madurada y coordinada este otoño. Con resultado mucho más incierto.
Porque el acuerdo con Donald Trump puede de hecho convertirse en la catástrofe final de esta política alemana sobrevalorada hasta el ridículo. Tras haber fracasado estrepitosamente en tres ministerios en el gobierno federal alemán, llegó a la presidencia de la Comisión Europea por una maniobra del inefable Emmanuel Macron y tras decapitar al Spitzenkandidat, Manfred Weber y a algunos otros candidatos.
Ella ha demostrado que carece de escrúpulos y de la mínima empatía con los ciudadanos de las naciones europeas que maltrata. También ha tenido instinto de poder, capacidad de intriga y soberbia de sobra para hacerse fuerte como se ha hecho con el uso muy decidido de las riendas del monstruo burocrático. Pero ahora se ha cruzado con Donald Trump y la reina de Saba ha quedado desnuda y en absoluto ridículo. Y eso es lo más difícil de sobrevivir en política.