Donald Trump, durante una rueda de prensa
Texas aprueba un nuevo mapa electoral en medio de protestas demócratas y presiones de Trump
El rediseño de distritos refuerza la ventaja republicana y aviva la batalla nacional por el control del Congreso de EE.UU.
La Cámara de Representantes de Texas, de mayoría republicana, aprobó de manera provisional un nuevo mapa electoral que refuerza los planes del presidente Donald Trump de asegurar la hegemonía del Partido Republicano en las elecciones legislativas de 2026. Con 88 votos a favor y 52 en contra, el proyecto de ley HB4 fue remitido al Senado estatal, donde los conservadores cuentan con un margen de poder aún más amplio.
El gobernador texano, Greg Abbott, se prevé que ratifique la medida, después de que Trump instara públicamente a acelerar su aprobación. «Por favor, aprueben este mapa lo antes posible. ¡Gracias, Texas!», escribió el exmandatario en redes sociales, dejando claro que su estrategia se extiende más allá del estado sureño, con planes similares en Ohio y Florida.
Protesta demócrata y debate interno
El proceso de votación estuvo precedido por un intento fallido de bloqueo por parte de los demócratas texanos. Casi dos docenas de legisladores abandonaron el estado durante dos semanas para retrasar la aprobación y atraer la atención nacional. De regreso en Austin, intentaron introducir enmiendas que fueron sistemáticamente rechazadas por la mayoría republicana.
El líder demócrata Gene Wu propuso condicionar la entrada en vigor del mapa a la publicación de los archivos del caso Epstein por parte del Departamento de Justicia, en un intento de forzar transparencia en el debate. Sin embargo, el republicano Todd Hunter, autor de la iniciativa, defendió que el proyecto cumple con la ley y no requiere alteraciones.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, escucha al secretario de Estado, Marco Rubio, hablar durante una reunión en la Oficina Oval de la Casa Blanca en Washington, D.C.
Hunter incluso admitió que el rediseño busca «mejorar el desempeño político republicano», una afirmación que desató la indignación de los opositores y alimentó protestas en el Capitolio texano. Para la legisladora demócrata Bárbara Gerwin Hawkins, el plan no es más que un intento de «silenciar» comunidades minoritarias, mientras que el representante Ramón Romero Jr., de origen mexicano, lo calificó de racista: «Nos quitan nuestras voces donde ya las teníamos y nos dejan en silencio».
Implicaciones políticas y sociales
El nuevo mapa podría permitir que el Partido Republicano controle hasta 30 de los 38 escaños de Texas en la Cámara Baja, frente a los 25 actuales. El diseño impacta especialmente en distritos con mayoría latina y afroamericana, lo que ha generado acusaciones de manipulación partidista del voto —una práctica conocida como gerrymandering— y ha llevado a los demócratas a preparar recursos judiciales para frenar su aplicación.
Más allá de Texas, el pulso se extiende al escenario nacional. En California, el gobernador Gavin Newsom convocó elecciones para noviembre con el objetivo de aprobar un mapa que otorgue cinco nuevos escaños al Partido Demócrata, contrarrestando así la ofensiva republicana. Con 52 distritos, el estado es el mayor campo de batalla congresional y representa la principal esperanza de los demócratas para equilibrar los efectos de los rediseños conservadores.
Una pugna con horizonte en 2026
La aprobación del mapa en Texas no solo marca un capítulo clave en la política estatal, sino que también se inserta en una estrategia nacional que podría definir el equilibrio de poder en Washington. Actualmente, los republicanos mantienen una ajustada mayoría en la Cámara de Representantes (220-212), y el rediseño de distritos es visto como una herramienta decisiva para consolidar esa ventaja.
El debate, que combina intereses partidistas con acusaciones de discriminación racial y manipulación electoral, refleja cómo los mapas congresionales se han convertido en un arma política fundamental. Con el horizonte puesto en las legislativas de 2026, tanto republicanos como demócratas están librando una batalla anticipada por el control del Congreso, una lucha donde Texas y California se han erigido en escenarios opuestos de una misma confrontación.