María Corina Machado durante la última campaña
Perfil
María Corina Machado, la mujer de hierro frente a la dictadura venezolana
La líder venezolana escuchó la noticia en su refugio clandestino para evitar que la detenga el régimen de Maduro
Su nombre no sonaba en las quinielas, pero su elección supone un espaldarazo para la oposición venezolana y un revés, otro más, a la dictadura de Nicolás Maduro.
María Corina Machado lleva décadas dando la cara en Venezuela donde los esbirros del régimen se la rompieron a golpes. Incansable, luchadora hasta poner en riesgo permanente su vida y a los suyos, –los mandó al exilio– logró vencer en las urnas, con Edmundo González Urrutia como titular de la papeleta, a un régimen bolivariano que hoy siente el aliento de Donald Trump en la nuca.
María Corina «encarna la esperanza de un futuro diferente», leía hace minutos el presidente del Comité del Premio Nobel al referirse a Machado. Ella debió escuchar la noticia en su refugio clandestino. Poner un pie en la calle supone su la detención inmediata.
La líder y fundadora de la coordinadora nacional de Vente Venezuela, la mayor plataforma con la que cuenta la oposición contra el régimen chavista ha superado y dado esquinazo a los servicios de inteligencia bolivarianos para los que es su presa más codiciada.
El régimen la tiene primera en la lista de busca y captura, pero no logra dar con ella. Desde que el difunto Hugo Chávez llegara al poder ella ha sido, con Leopoldo López, la única capaz de poner en jaque a la dictadura.
María Machado nació en Caracas en 1967 y es ingeniera industrial especializada en finanzas. Veterana en la arena de la política y con el fango bolivariano intentando embarrarla acaba de recibir el máximo galardón de la paz. Ella, a la que el régimen lleva 20 años declarándole la guerra.
María Corina ha renunciado a una vida personal. Sus hijos Ana Corina, Ricardo y Henrique, por seguridad, han tenido que marcharse de Venezuela. Es de esas mujeres que no duda: siempre ha tenido como objetivo el derrocamiento del régimen chavista, primero con Hugo Chávez y luego con Nicolás Maduro.
Con vocación de servicio y capacidad para buscar recursos en la oscuridad de Venezuela, en 2004 llegó a conseguir cuatro millones de firmas para el referéndum revocatorio contra el entonces presidente Hugo Chávez.
Blanco de las iras de Maduro, el Consejo Nacional Electoral (CNE) de Venezuela, controlado por el régimen, la condenó a 15 años de inhabilitación por «errores y omisiones en sus declaraciones juradas de patrimonio». Cualquier excusa valía para evitar que su rostro, reconstruido por los golpes, apareciera en las papeletas. Ella no se rindió, busco una suplemente, otra Maria Corina pero de apellido Yoris.
Tampoco pudo esta presentarse a las elecciones del pasado 28 de julio. En su lugar logró convencer a Edmundo González Urrutia, hoy exiliado en Madrid y vencedor de aquellos comicios, tal y como probaron las actas electorales.
Nicolás Maduro no acepto el triunfo, se autoproclamó presidente reelecto pero nunca pudo mostrar las pruebas de esa falsa victoria en las urnas.
La frustración de María Corina, como la conocen en Venezuela y el mundo, fue infinita, pero no la hundió ni bajó los brazos. Siguió y sigue en el frente de batalla desde la clandestinidad. Hoy, por fin, ha tenido una victoria: el reconocimiento a la lucha pacífica de una mujer que encarna la esperanza de millones de venezolanos.