Ana María Navarro (1929-2024)

Pionera de la orientación familiar en España

Fue gracias a ellas donde nos convencimos de la trascendencia que tiene investigar sobre la realidad familiar

Sonia Rivas

Ha llegado a la meta con las manos llenas una de las Grandes de la Universidad de Navarra. Es Grande por la huella indeleble que ha dejado en quienes tuvimos la suerte de tenerla como maestra en la ya extinta licenciatura de Ciencias de la Educación en sus clases de orientación familiar. La elaboración de sus conocidos casos que nos confesaba, con su inconfundible sonrisa, haberlos extraído de su propia y amplia realidad familiar de la que se enorgullecía públicamente; el modo de acercarse a su alumnado, siempre con tanto afecto y cariño, agarrándonos del brazo cuando terminábamos la clase para continuar conversando sobre alguna cuestión de su materia o de la vida en general; y la forma de compartir su profundo y fundamentado conocimiento con humildad, eran sus señas de identidad. Como otros tantos de sus alumnos, el deseo de iniciar mi carrera investigadora en el área de la educación familiar se originó precisamente en este cultivo del amor por el cuidado del ámbito familiar que veíamos en sus clases. Fue gracias a ellas donde nos convencimos de la trascendencia que tiene investigar sobre la realidad familiar. Como tantos alumnos que hemos tenido el privilegio de disfrutar de su docencia, no solo nos ha influido en la visión del estudio de la familia como un área de aprendizaje privilegiada, sino que también ha avivado nuestro deseo de trasladar este interés a otros.

Ana María Navarro también es grande por haber encarnado en su vida lo que le apasionaba de su docencia: mostrar la belleza del matrimonio y de la familia. Conocida entre el alumnado de varias promociones con el sobrenombre de Jessica Flecher por su notable parecido físico con la actriz Ángela Lansbury, Ana María presumía especialmente de su condición de esposa. Muchos recordamos el apelativo cariñoso que tenían su esposo y ella, y que le gustaba citar: «Somos los novios del Campus». Esto reflejaba el profundo amor y símbolo de unión que compartían Ana María Navarro y Manuel Ferrer, profesor emérito de la facultad de Filosofía y Letras, ya fallecido.

Finalmente, Ana María Navarro es grande por haber roto barreras como pionera en la disciplina de la orientación familiar en España, demostrando que ser mujer, esposa y madre de familia numerosa no fueron obstáculos para destacar en el ámbito académico y profesional. Sumada al extraordinario grupo de profesores que iniciaron el Instituto de Ciencias de la Educación (ICE) en los años setenta, su legado perdurará como un faro de inspiración para muchos de nosotros, que seguirá nutriendo los estudios de quienes tuvimos el privilegio y la suerte de conocerla y aprender de ella. Descanse en Paz.