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19 de abril de 2024

HorizonteRamón Pérez-Maura

Abascal y Hungría

Sin duda se superará el número de millones de judíos finiquitados por los nazis. Y estarán tan orgullosos de su logro como los esbirros de Hitler

Actualizada 03:12

Santiago Abascal tiene el buen criterio de visitar Hungría con frecuencia. Lo volvió a hacer la semana pasada. En su día el Partido Popular Europeo cometió el error de expulsar de sus filas al Fidesz, el partido del primer ministro Viktor Orbán, y sospecho que Vox quiere establecer una alianza con ellos. Imagino que acabarán consiguiéndolo porque el Fidesz necesita encontrar aliados, dentro y fuera de sus fronteras.
El mes pasado toda la oposición húngara celebró unas primarias de las que salió elegido el candidato único de la oposición a las elecciones parlamentarias de la primavera de 2022. Ganó, por sorpresa Peter Marki-Zay, alcalde de la localidad de Hódmezővásárhely, en el centro del país y con 44.000 habitantes. Marki-Zay es un candidato más bien de centro derecha, católico, padre de siete hijos. En su apoyo han llegado desde los antiguos comunistas hasta los neonazis de Jobbik, unánimemente denunciados por la prensa internacional en el pasado, pero cuyo nazismo no parece tan malo si es en apoyo del candidato anti-Orbán.
Yo estoy seguro de que Abascal y su partido tienen mucho bueno que sacar de su relación con Orbán y Fidesz, pero sería mejor que también mantuvieran abiertos los ojos ante políticas en las que parecen poco interesados. 
El Gobierno del Fidesz está en este momento en una campaña desesperada por conseguir hacer avanzar la vacunación de toda la población húngara. Esa vacunación se ha bloqueado en el 60 por ciento, siendo mucho más alta en las zonas urbanas y más baja en las rurales donde la enfermedad vuelve a extenderse alarmantemente. La convicción del Fidesz de las ventajas de la vacunación es expresada por los miembros del Gobierno sin tapujos. A mí me gustaría ver a Abascal hablar con la misma claridad a sus seguidores. Éste es un asunto en el que se mantiene en un discreto segundo plano. Todo lo más dice que es una decisión personal. No hay ninguna otra cuestión en la que yo haya visto tan poco liderazgo por parte del presidente de Vox. Y en ésta hay muchas vidas en juego. Y, por alguna razón, entre sus seguidores hay un altísimo número de personas contrarias a la vacuna. Para mí es incomprensible por qué, pero entre una parte de la derecha española hay un rechazo relevante a la vacunación. Y sólo puede ser porque ese rechazo se está promoviendo por quienes son escuchados. 
El pasado sábado un emergente comentarista liberal publicaba en la página 3 de El Socialista –también conocido como el ABC Republicano– para intentar aportar sensación de imparcialidad al diario. El grado de barbarie de lo allí dicho es inverosímil. Se afirmaba que quieren «marcarnos con un QR como al ganado...», que «ni siquiera China, régimen miserable y liberticida donde los haya, se ha atrevido a tanto.» Irán «a por cualquiera que no cumpla los requisitos de las nuevas Leyes de Nüremberg que especifican quién puede obtener el estatus de 'ciudadano libre'. De la estrella de David al QR. En eso estamos».
No era fácil ningunear más a las víctimas del Holocausto, muertas por millones. Pero equiparar la estrella de David que se obligaba a emplear a los judíos bajo el nazismo con el código QR que llevo en el bolsillo lo logra con creces. Para terminar de completar la equiparación parecen desear que la pandemia provoque más víctimas entre los no vacunados. Y, sin duda se superará el número de millones de judíos finiquitados por los nazis. Y estarán tan orgullosos de su logro como los esbirros de Hitler.
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