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25 de abril de 2024

Pecados capitalesMayte Alcaraz

El diablo viste de Prada

Es especialmente bochornoso que el diablo se nos convierta en Sor Ángela de la Cruz en nuestras mismas narices y nos haga comulgar con ruedas del PCE. Y esa es Yolanda Díaz

Actualizada 02:17

Lo más indecente de quienes gobiernan España es el estrecho lugar del embudo que nos reservan a los demás mientras ellos disfrutan de la parte más ancha del cono. En la sectaria lógica del régimen, Pablo Casado es responsable de la 'Gürtel', que se perpetró mientras iba a la Universidad, pero Sánchez no tiene nada que ver con los ERE, uno de cuyos responsables presidía el PSOE cuando el hoy jefe del Ejecutivo llegó a Ferraz. O incluso el Rey Juan Carlos es autor de no sé cuántos desmanes, que no se han traducido ni en media imputación, pero el Ministerio de Igualdad está plagado de condenados y procesados por corrupción, y pelillos a la mar. Y así hasta el infinito: Zapatero se encama con dictadores pero el malo es Aznar, que nos situó en el mapa atlántico e hizo de España un país respetado que no mendigaba fotos con el presidente americano. O Rajoy tiene hoy que comparecer en la comisión de la 'Kitchen', pese a que el juez no ha visto ni un solo indicio contra él, pero el Gobierno indulta a golpistas y cuando se pone estupendo con la ideología de género, hasta a madres que raptan a sus hijos y los exponen a peligros tipificados en el Código Penal.
Puedo aguantar que la estulticia de Alberto Garzón solo le dé para mandarnos a comer tofu, convocar una huelga de juguetes o sacudir a Amancio Ortega, mientras le pega con apetito al solomillo o se viste de limpio en Zara. Pero es especialmente bochornoso que el diablo se nos convierta en Sor Ángela de la Cruz en nuestras mismas narices y nos haga comulgar con ruedas del PCE. Y esa es Yolanda Díaz.
Resulta que la ministra comunista que quiere ventilarle La Moncloa a Pedro Sánchez, y que es especialista en colocar etiquetas a todo quisque que no sea de su cuerda, ahora va de lideresa transversal porque quiere permear a todas las capas de la sociedad para que no la tilden de peligrosa extremista. Si el Papa ha recibido a Charlene de Mónaco y a Angelina Jolie, nada debe objetarse a que acoja a la vicepresidenta segunda del Gobierno del Reino de España, que por todas esas dignidades ha sido convidada al Vaticano y no por ser la hija del sindicalista Díaz ni por sentirse como pez en el agua en los guateques del PCE ni por presentarnos su «proyecto de país», rodeada de compañeras manifiestamente inútiles en sus puestos públicos, ni por vendernos su glosario de supersticiones en busca de una revolución que huele a alcanfor, mientras se la rifan los modistos para lucir sus trapitos de pasarela.
Pero hay que nadar en desfachatez para apoyar el aborto, la eutanasia, callar ante el acoso a un niño de cinco años al más puro fascismo, suscribir que se acabe con los Acuerdos con la Santa Sede o que se liquide la escuela concertada y plantarse ante el Santo Padre para venderle la economía planificada 3.0 y abogar por los derechos sociales, cuando acaba de firmar la muerte de los riders o el cierre de miles de pequeñas y medianas empresas a cambio de anotarse el pírrico tanto de subir 15 euros el SMI.
Con la foto de este fin de semana, la vicepresidenta cree haber tocado ese cielo que su mentor y hoy enemigo prometió asaltar, pero por muy cerca que haya estado del cielo, aunque el diablo se vista de Prada o de seda, Yolanda la comunista, la que ofende a los católicos, se queda.  
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