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18 de abril de 2024

Desde la almenaAna Samboal

Consejos vendo que para mí no tengo

Transparencia, claridad, garantías y certeza. Es lo que, en justa medida, reclamaba desde la oposición y es lo que debe ofrecer ahora que recae sobre él la responsabilidad de gobierno

Actualizada 09:42

«Me gustaría que su Gobierno trasladara certezas, garantías, transparencia, claridad y no tapara la información». Esta es la exigencia que, en 2014, desde la oposición, hacía Pedro Sánchez a Mariano Rajoy en la sesión semanal de control al Gobierno en el Congreso. El secretario general del PSOE, aspirante entonces al banco azul, se quejaba de la incertidumbre que, al informar del primer y único caso de ébola en España, había generado la ministra de Sanidad, Ana Mato.
Su intervención produce hoy, si no el sonrojo, sí la carcajada. «Consejos vendo, que para mí no tengo» –dice el refrán–. La gestión que ha hecho de la covid ha sido negligente, errática y oscurantista. Ahora bien, si en este caso se puede alegar en su defensa la sorpresa, incluso lo inédito de esta tragedia, en el manejo de los fondos europeos no hay «peros» que valgan.
Dos grandes líneas de financiación ha abierto Europa para los Estados. La primera se destina a financiar los ERTE y ése es el único fin al que pueden aplicarse esos dineros. Es la garantía que han dado a los inversores que han comprado la deuda comunitaria. Un parado en Madrid debe recibir el mismo trato que otro en Balares o en Berlín y la misma regla se impone a la hora de echar a una mano a una empresa en suspensión de empleo en Castilla y León que a otra en La Mancha o en Milán. Si Moncloa hace distingos –como denuncia la oposición– arriesga un capital vital para sostener al tejido productivo.
Más serias son las sospechas de los partidos que tienen la misión de revisar y vigilar la gestión gubernamental acerca de la ejecución de la segunda línea de financiación, los fondos Next Generation. Durante semanas, el presidente se dedicó a recorrer las comunidades en las que gobierna su partido proclamando las bondades del proyecto. Acompañado del piano, cerró su road show en Moncloa, respaldado por la plana mayor del Ibex, prometiendo economía sostenible y tecnológica. Y esto es casi todo lo que sabemos, porque la letra pequeña de su proyecto sigue siendo una incógnita. Al parecer, ése era el objetivo de tanto oropel: tapar la realidad.
Las empresas se lamentan de la engorrosa burocracia que les pone piedras en el camino para acceder a las ayudas. La ejecución es lenta. Los contados casos adjudicados que conocemos, como los de proyectos rescatados del cajón en Industria, ponen en duda el criterio a la hora de repartir. Nada de esto nos resulta nuevo. Ya se quejaba Larra de la pasmosa lentitud de la administración española y, lamentablemente, ha ido a más. Sin embargo, es el tratamiento de la información lo que dota de verosimilitud a la denuncia de PP, Vox y Ciudadanos. Si Pedro Sánchez no tiene nada que ocultar, ¿por qué veta la presencia en las comparecencias de los secretarios de Estado que tienen que explicar en qué se está gastando el dinero a medios de comunicación?
Transparencia, claridad, garantías y certeza. Es lo que, en justa medida, reclamaba desde la oposición y es lo que debe ofrecer ahora que recae sobre él la responsabilidad de gobierno. De lo contrario, no sólo se enfrenta a denuncias en los tribunales que acabaremos pagando todos los contribuyentes, también pondrá en riesgo las transferencias de Europa, que no puede jugarse su crédito ante los mercados a los que ha demandado fondos y malbaratará una oportunidad de oro para transformar una economía anclada en el siglo XX.
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