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23 de abril de 2024

HorizonteRamón Pérez-Maura

Esto no puede acabar bien

Ya no somos capaces de defender los valores que proclamamos, los que permitieron a Hungría, Polonia, o Bulgaria dar la espalda a Moscú. Moscú reivindica que Ucrania era parte del Imperio Soviético. Pero hace 104 años la capital de Ucrania era Viena: formaba parte del Imperio Austrohúngaro

Actualizada 03:49

Es relativamente fácil entender por qué Putin cree que puede expandir su control de Ucrania: cuando en 2014 se anexionó la Península de Crimea, la Administración Obama no hizo nada por impedirlo. Se limitó a unas sanciones que se anunciaron como durísimas, pero que no le han hecho ni pestañear. Ahora, después de que Joe Biden dijese en una conferencia de Prensa que tampoco íbamos a ir a la guerra por un trozo de Ucrania, se reafirma esa posición al anunciar sanciones todavía más duras. Es decir, no hay voluntad de frenar un avance del Ejército ruso mediante medios militares. Putin sabe que tiene las de ganar. Sus tropas no serán confrontadas más que por un débil Ejército ucraniano.
Para mí lo más sorprendente es la actitud de cierta extrema derecha europea en países como Francia, España, Italia o Hungría. Partidos que han recibido respaldos de distinto grado del entorno de Vladimir Putin y ahora procuran callarse. ¿Cómo se explica el silencio de Vox, casi alineado aquí con Podemos abiertamente entregado a Putin? Vladimir Putin es un dictador, que lleva en el poder absoluto desde el 1 de enero de 2000, tergiversando la Constitución de la Federación Rusa para mantenerse en el poder saltándose los límites temporales que fijaba la carta magna que dejó Borís Yeltsin. Yeltsin sería un beodo, pero era mucho más demócrata que este hijo del KGB. Los opositores a Putin que tienen mucha suerte acaban en la cárcel. Los que no, perecen en un «accidente» o envenenados sin que se sepa cómo llegó ese elemento tóxico a su cuerpo. Ése es el régimen que, una vez más, está provocando a Occidente y al que nuestro entorno geopolítico no se atreve a plantar cara. ¿De verdad creen políticos como Le Pen o Abascal que Putin es alguien a quien no se debe plantar cara con la máxima firmeza? ¿Qué querrían traer de la Rusia de Putin a Francia o España?
Sir Alex Younger, que fue jefe del Servicio Secreto de Inteligencia británico entre 2014 y 2020 y al que he tenido ocasión de escuchar y con el que he podido discutir en algún momento declaraba ayer a la BBC que el presidente ruso «está jugando al póker, no al ajedrez», por lo que tendría más opciones. Pero fue muy claro: «En este momento no puedo ver un escenario en el que Putin pueda echarse atrás sin generar desencanto por incumplir las expectativas que él mismo ha creado. Hay una sensación de peligro y claramente se está agravando. Es difícil ver una pista de aterrizaje dadas las expectativas que el presidente Putin ha creado.»
Yo me temo que esto no puede acabar bien para el Occidente que representa las libertades porque ya no somos capaces de defender los valores que proclamamos. Los valores que permitieron a Hungría, Polonia, Rumanía o Bulgaria dar la espalda a Moscú. Moscú reivindica que Ucrania era parte del Imperio Soviético. Bueno, casi la mitad sí. Pero hace 104 años, que tampoco es tanto y es más del tiempo en que existió el Imperio Soviético, la capital de la mayoría de Ucrania era Viena, porque formaba parte del Imperio Austrohúngaro. Eso no lo recuerda nadie porque Viena hoy es la capital de una pequeña república. Y, ni España ni ningún otro país tiene políticos encantados de congraciarse con la República Austriaca. Es mucho más beneficioso esperar a ver qué te regala el dictador Putin. Y así nos luce el pelo.
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