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26 de abril de 2024

HorizonteRamón Pérez-Maura

'Napoleonchu' recibe al Rey

No se puede inaugurar lo que lleva siendo sede del Ministerio casi dos décadas. Como mucho se inauguraba una reforma, no una sede. Pero el colmo es que el ministro ponga su nombre y dos apellidos y no ponga el nombre y el ordinal del Soberano, que es quien preside el acto. Lo nunca visto

Actualizada 05:21

Como en el Ministerio de Asuntos Exteriores no paramos de mejorar, su titular José Manuel Albares, más conocido como Napoleonchu, tuvo ayer otro gran día de gloria y fue lo suficientemente generoso como para recibir al Rey y permitirle acompañarlo en la falsa inauguración de una sede del Ministerio en la plaza del Marqués de Salamanca.
Es un misterio sobrenatural el porqué se «inauguró» ayer un edificio en el que hace casi veinte años que figura ininterrumpidamente en la fachada, en letras de bronce, la inscripción: Ministerio de Asuntos Exteriores. Sin quitar el nombre y siendo titular de la cartera Miguel Ángel Moratinos, se trasladó provisionalmente esa sede a las Torres Ágora, junto a la M-30, para intentar solventar un problema de efluvios de naftaleno, incómodos aunque no tóxicos. El problema era absolutamente menor. Pero con él UGT –y un poco CCOO– intentaron poner en un brete a Ana Palacio cuando encabezaba esa cartera. Y cuando ella cedió y puso en marcha el traslado, llegó Moratinos y dijo que «con la salud no se puede jugar». Con el dinero sí. Hemos estado más de tres lustros pagando un millón de euros al mes de alquiler por la sede provisional del Ministerio.
Así que para una falsa inauguración, Napoleonchu organizó un día de gloria (propia) ayer. Quizá por falso pudor del propio Napoleonchu, los funcionarios del Ministerio no fueron informados de la visita del Rey y se enteraron por la mañana al paso del personal de seguridad de la Casa con los perros convenientemente adiestrados. No es que hiciera falta avisar al personal para que se pusiera el uniforme como se hacía antiguamente, pero al menos ir vestidos a la altura que mucha gente quiere estar cuando va a ver al Rey.
Napoleonchu tuvo a bien hacer un discurso congratulándose sobre la inauguración de una obra «coronada» por sí mismo. Lo que produjo un poco de desconcierto. Si él coronaba la obra, ¿quién había hecho el resto del trabajo? Ni una mención a diplomáticos como Cecilia Yuste o ministros como García-Margallo, que fue quien le sacó el dinero a Hacienda.
Felipe VI, acompañado del ministro de Exteriores, José Manuel Albares

Felipe VI, acompañado del ministro de Exteriores, José Manuel AlbaresEFE | Emilio Naranjo

Pero el momento culminante del día, en verdad uno de los momentos cumbre de la historia de nuestro Ministerio de Asuntos Exteriores, fue la inauguración de la placa conmemorativa. Como puede verse en la fotografía, el texto reza: «Su Majestad el Rey inauguró esta sede del Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y cooperación siendo ministro don José Manuel Albares Bueno». Como ya ha quedado dicho, no se puede inaugurar lo que lleva siendo sede del Ministerio casi dos décadas. Como mucho se inauguraba una reforma, no una sede. Pero el colmo es que el ministro ponga su nombre y dos apellidos y no ponga el nombre y el ordinal del Soberano, que es quien preside el acto. Lo nunca visto. En cualquier lugar del mundo, cuando uno ve una placa rememorando un acto, figura el nombre del Monarca o el del presidente de la República. Aquí Napoleonchu, asesorado en materia de protocolo por Irene Rodríguez, ha dado un giro histórico en esa materia. Lo que debe quedar para la Historia es el nombre del político que pasaba por allí ese día, no el del Monarca que da continuidad a la Historia de un país. Las generaciones venideras no sabrán de qué Rey se trataba, pero el nombre y dos apellidos del ministro de turno permanecerán allí indelebles.
La literatura ya anticipó la realidad y hay un cuento, tal vez apócrifo, en el que se menciona el lema de una de las ramas de la ilustre familia austrohúngara de los Esterhazy: «Bajo Adam III Esterhazy, Dios creó el mundo». Y bajo Napoleonchu, Felipe VI inauguró una placa en honor del propio Napoleonchu. Con un par.
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