La educación presencial proporciona mejores aprendizajes que la online
Durante el período de pandemia, los centros educativos han realizado un enorme esfuerzo para seguir proporcionando educación online a los alumnos. La formación online puede complementar la educación presencial y entre ambas lograr un mejor resultado. Pero por sí sola, la formación online no logra sustituir la educación presencial, sobre todo para los alumnos rezagados. Además, la educación online que se ha proporcionado a los alumnos no estaba preparada, sino que se ha improvisado en muchos casos de la noche a la mañana.
De hecho, existe ya evidencia de que la formación online no ha logrado sustituir a la educación online durante el confinamiento y muchas familias señalan que se ha producido poco aprendizaje tanto en Reino Unido como en los Países Bajos (Andrew et al., 2020 y Bol, 2020).
Como señala David Deming (2020) en un interesante artículo en el New York Times, una parte importante del trabajo en la enseñanza implica la personalización a través de la tutoría, la retroalimentación o el seguimiento individualizado que no son posibles escalar. Simplemente, no hay sustituto tecnológico para los docentes. Los docentes tienen un impacto muy importante en las elecciones de vida de los alumnos y su éxito profesional y no tienen sustituto tecnológico.
La pérdida de aprendizaje será, además, muy desigual intensificado la brecha de competencias por nivel socio-económico. El acceso al servicio de internet de banda ancha no es el mismo en todos los hogares. Los jóvenes de hogares desfavorecidos han tenido que compartir un ordenador entre todos los miembros de la familia, si es que tienen un ordenador, y han podido contar con un menor apoyo de los padres en los deberes por la obligación de estos de trabajar fuera o por su menor habilidad cognitiva.
La profesora de la Universidad de Michigan, Susan Dynarski ya apuntaba en otro artículo en el New York Times antes de la crisis sanitaria que incluso aunque el acceso a internet fuera similar entre los hogares, la educación en línea perjudica al grupo de estudiantes rezagados que son precisamente los que más necesitan del apoyo y el refuerzo de los docentes en el aula (Dynarski, 2018). Seguir las clases online sin un docente requiere de altos niveles de motivación, autorregulación, disciplina y organización. Para los alumnos avanzados el aprendizaje en línea sí que puede abrir nuevas oportunidades.
Lo peor está en que estas asimetrías de la enseñanza online en relación con la enseñanza presencial se acusan mucho más cuando los alumnos proceden de niveles socioeconómicos desfavorecidos; incluso dentro de un mismo nivel socioeconómico, los alumnos que iban más rezagados son los más perjudicados al abandonar la enseñanza presencial por la online.
En Heppen et al. (2017) ya se apunta, para el caso de diecisiete escuelas de Chicago y la materia de Álgebra, que cuando a los alumnos de una misma clase se les asigna aleatoriamente un formato online o presencial, los primeros obtienen un resultado de un 20 % de la desviación estándar por debajo del de los segundos, junto con una menor probabilidad de aprobar (66 % frente a 78 %).
Este mismo año 2022, el centro de investigación en educación Annenberg de Brown University publica un trabajo que muestra que el cambio de la enseñanza presencial a la online en la primavera de 2020 por la pandemia redujo la tasa de finalización de los estudios universitarios entre tres y seis puntos porcentuales y también tiene efectos moderadamente negativos sobre la relación de los estudiantes con sus compañeros y sus docentes. Los resultados de esta investigación sugieren que la experiencia del profesorado en la enseñanza de un determinado curso en línea no mitiga estas consecuencias en los estudiantes que cambian la enseñanza presencia por la online.
La evidencia anterior no indica que las herramientas tecnológicas no puedan mejorar y complementar la educación, sino que no pueden sustituir a la enseñanza presencial. El artículo liderado por el Profesor de la Universidad de Stanford Eric Bettinger (Bettinger et al., 2020) desarrolla un experimento aleatorio y controlado con 6.000 alumnos en Rusia que varía la intensidad de aprendizaje asistido por ordenador como un sustituto del aprendizaje tradicional. El estudio se titula ¿Sustituye la Tecnología Educativa al aprendizaje tradicional? Estimaciones experimentales de una función de producción educativa.
Los resultados muestran que se mejora el rendimiento académico, pero que sustituir completamente la educación presencial es un error. En el nivel base, incrementos en el uso del ordenador mejoran los resultados de los alumnos al estar más comprometidos en aprender a través de la tecnología, pero si se intensifica su empleo se pierden los efectos positivos de la instrucción tradicional.
El enfoque combinado mantiene a los estudiantes interesados y al mismo tiempo expone a los estudiantes a los métodos de aprendizaje más beneficiosos. Por ejemplo, el artículo liderado por la Profesora de la Universidad de Columbia Maya Escueta en su revisión en Journal of Economic Literature (2020) analiza 30 experimentos aleatorios y regresiones discontinuas y llega a la conclusión de que los programas de aprendizaje asistidos por ordenador, es decir complementando la educación presencial, son una herramienta tecnológica que proporciona muy buenos resultados educativos.
Ismael Sanz Labrador es vicerrector de la Universidad Juan Carlos I