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29 de marzo de 2024

Vidas ejemplaresLuis Ventoso

Tierra española que los Reyes no pueden pisar

Nunca se debió haber renunciado a celebrar los premios «Princesa de Girona» en esa localidad por la presión nacionalista

Actualizada 09:25

Como es obvio, el Reino Unido soporta un durísimo envite separatista en Escocia (y pronto pasará otro tanto en Irlanda del Norte, en parte por la mala idea del Brexit). El SNP separatista se ha convertido en el partido hegemónico que arrasa en todas las elecciones escocesas. Ahora ya está exigiendo un segundo referéndum de independencia, a pesar de que en el 2014 prometieron que el de entonces zanjaría el debate «para una generación». Pero a pesar de esa presión hostil, lo último que se le ocurriría a Isabel II es dejar de acudir a Escocia por el ambiente político contrario a ella. Mientras la salud la acompañó, la Reina jamás renunció a pasar sus vacaciones de verano allí. La primera semana permanecía en el palacio de Holyrood, en Edimburgo, que está justo enfrente del moderno edificio del Parlamento escocés, obra del malogrado y brillante arquitecto español Enric Miralles. Más tarde se desplazaba al castillo norteño y campestre de Balmoral, propiedad personal suya, y permanecía allí hasta la entrada de octubre. Sin duda alguna, la presencia de la Reina en Escocia en cada estío suponía una forma de recordatorio y refuerzo de la histórica Unión, rubricada en el acta de 1707.
Por tercer año consecutivo, la Fundación Princesa de Girona ha renunciado a celebrar la entrega de sus premios en la ciudad que les da nombre. El pretexto que aducen es que no encuentran en la ciudad de Gerona un «espacio accesible que reúna las condiciones necesarias». La excusa es absurda, pues la Fundación nació en 2009 y celebró allí sin problemas sus galas hasta que llegó la crecida separatista. ¿Cómo no va a encontrar un local en Gerona una fundación que cuenta con noventa patronos, entre los que figuran empresas tan importantes como Telefónica, la Caixa, Ferrovial, Acciona, Iberdrola, ACS…? La verdadera razón por la que se renuncia a acudir a Gerona y se traslada el acto a Barcelona es que la capital gerundense es la meca del separatismo y se temen protestas (o simplemente molestar a los independentistas con la presencia de la realeza española).
Es inadmisible que se acepte que los Reyes de España y la Princesa de Asturias, que como heredera es también Princesa de Gerona, no pueden acudir a una ciudad española. Quienes han tomado esa decisión han incurrido en un error de juicio. Por supuesto no cuesta intuir la presión del Gobierno. En 2020, Sánchez ya prohibió que Felipe VI acudiese a Barcelona a entregar los despachos de los nuevos jueces, como es tradición, pues consideraba que la presencia allí del Rey podía enojar a sus socios separatistas, embarcados por entonces –como siempre– en una sonora cantinela victimista.
Pensar que lo español molesta en una región de España responde a una visión acomplejada frente al separatismo, un movimiento en realidad retrógrado y de soniquete xenófobo. Una y otra vez se ha probado que cuando se desafía el tópico, la acogida en Cataluña es fabulosa. El sábado se va a celebrar una jura de bandera española para civiles en un cuartel de Barcelona y las peticiones se han visto desbordadas. El buque Juan Sebastián Elcano vivió en Barcelona las mayores colas de público en un puerto español (hubo que ampliar con un turno de noche para atender a todas las visitas). El primer partido de la selección española en Cataluña tras 18 años abarrotó el estadio del Español, con el mayor lleno desde que el club se trasladó a Cornellá. El stand del Ejército en el Salón de la Enseñanza de Barcelona, que Colau quiso prohibir, recibe miles de visitas de personas interesadas de la Cataluña real.
La Familia Real debió haber ido a Gerona a entregar sus premios. Aunque fuese con la Brunete abriendo paso, si se me permite la hipérbole. Porque lo que no se puede admitir es que un jefe de Estado no pueda pisar plazas de ese Estado por la presión de un movimiento independentista que ni siquiera es mayoritario. A buenas horas iba a darse la vuelta Isabel II por la monserga separatista del Scottish National Party...
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