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04 de mayo de 2024

Vidas ejemplaresLuis Ventoso

Robin Hood no vende un peine

Resulta meritorio que Sánchez no remonte en las encuestas ni tras el osado alarde de subir todas las pensiones un 8,5 %

Actualizada 13:07

Es como si un abuelo dadivoso regalase a sus nietos un cochazo para cada uno, un viaje al Disney World de Orlando y una matrícula para estudiar en Cambridge, pero aún así los chavales lo castigasen con una indiferencia displicente y pasasen de él.
Nunca en España se había puesto en marcha semejante batería de ayudas sociales en tan corto plazo. Sánchez ha decidido comprar las elecciones de 2023 disparando con pólvora del rey. Hay que ganar cómo sea. Resulta secundario si el precio es dejar tiritando las arcas públicas (después de mí, el diluvio).
La relación de subvenciones de escuela peronista es asombrosa. Se han subido todas las pensiones un 8,5 %, losa insoportable para un sistema que ya era inviable a medio plazo. Se están regalando viajes ferroviarios de cercanías y media distancia (plan que continuará en 2023, el año electoral, con un coste de 700 millones). Se ha bajado el IVA de la luz del 10 % al 5 % y se ha aprobado un «bono social eléctrico». Cada vez que vamos a la gasolinera, nos ahorramos 20 céntimos en cada litro de combustible por cortesía del Gran Timonel «progresista». También se ha aprobado un cheque de emergencia de 200 euros para familias en apuros. Y hay más.
Ante semejantes aguinaldos, supone una auténtica proeza política que Mi Persona no remonte. Según la última encuesta de Target Point para El Debate, el matrimonio Sánchez-Gómez tendrá que acometer una mudanza el próximo año: el PSOE está en un máximo de 100 escaños, frente a 134 del PP y 50 de Vox (partido que ahora mismo se inclinaría por dejar gobernar a Feijóo con apoyos puntuales, sin meterse en el Ejecutivo).
En las últimas generales, las de noviembre de 2019, Sánchez se envolvió súbitamente en las banderas de España y de la moderación. Estafó al público prometiendo traer a Puigdemont por una oreja, no gobernar jamás con Podemos y endurecer la legislación contra el separatismo. Con esa remesa de trolas logró 120 diputados. Esta vez la estrategia consiste en ir de Robin Hood, con un discurso pueril de exprimir a «los ricos» para dar su dinero a los pobres. Pero no le está funcionando.
Al escorarse hacia las cantinelas podemitas, Sánchez en realidad amplía el caladero de Feijóo, que se está trabajando a los votantes socialistas ocasionales (de ahí que vadee las cuestiones más ideológicas y se ocupe sobre todo de la economía y las condiciones de vida). Por su parte, Podemos se ha debilitado, porque Yolanda Díaz es lo que es (una teniente de alcalde de Ferrol de querencia trepa, que ha llegado más lejos de lo que recomendaba su capacidad). Vox conserva su base, pues al inhibirse Feijóo en el debate ideológico, el partido de Abascal se convierte en el único que plantea una batalla frontal contra los mantras del «progresismo» obligatorio. Por último, al candidato del PP le beneficiará muchísimo la prima del voto útil: al público le encanta sumarse al jinete que huele a ganador.
Robin Hood sufre dos problemones. El primero es que una inflación como la que padecemos machaca a cualquiera, incluso a un buen gobernante (por cierto, curioso que la cifra haya bajado nada más relevar Calviño al responsable del INE). El segundo hándicap resulta evidente: Sánchez cae fatal, gasta una altivez y una relación con la verdad tan elástica que no agrada ni a quienes le votan tapándose la nariz. Pagará también el precio de su felonía con las víctimas de ETA. El eco del «que te vote Chapote» penderá sobre él hasta las urnas.
Aun así, las elecciones serán disputadas. De un presidente de España que le transmitió a Aragonés que no se preocupase, que él le ayudaría a fumarse la sentencia del 25 % de español, cabe esperar cualquier tropelía. En 2023 embarrará la cancha hasta niveles que suponíamos reservados a las satrapías caribeñas más exóticas.
(PD: Nuevo CIS de Tezanos. Manipulación electoral pagada con fondos públicos que los españoles toleramos pastueñamente. En Austria algo similar le costó el puesto al canciller. No sé a qué espera la oposición a denunciar esta práctica en tribunales).
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