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GaleanaEdurne Uriarte

Desmontando al Gobierno feminista

Una ministra de Igualdad que se niega a reformar la ley y un Partido Socialista que ha tardado varios meses en aceptar la necesidad de esa reforma, porque le importaba más la estabilidad de su Gobierno que lo que pasara con los delincuentes sexuales

Actualizada 01:30

Hace algunos años publiqué un libro titulado Desmontando el progresismo. Desde entonces, la historia del progresismo ha dado para hacer varias continuaciones, y una de ellas dedicada exclusivamente al feminismo, con el Gobierno de PSOE y Unidas Podemos como protagonista principal. Con la facilidad añadida para el escritor de que este Gobierno se desmonta a sí mismo con una extraordinaria claridad, y no para de dar ejemplos y argumentos para ese libro. Del último, el del caso Tito Berni. Esta es la hora en que la ministra de Igualdad, Irene Montero, no ha dicho una sola palabra sobre el pago de prostitución por parte de los implicados en la trama. También están completamente silentes las ministras y ministros socialistas, los que clamaban contra la prostitución hace solo unas semanas en el Parlamento. Y este silencio es aún más expresivo que la negativa a formar una comisión de investigación sobre este escándalo. ¿Pero no decían ser el Gobierno más feminista de la historia?

Como muchos sugieren estos días, si este escándalo estuviera protagonizado por políticos de derechas, España sería un clamor de manifestaciones en cada esquina. Y lo mismo pasaría con la ley del 'solo sí es sí'. 721 rebajas de penas a agresores sexuales y 74 excarcelaciones a la hora de escribir estas líneas, con una ministra de Igualdad que se niega a reformar la ley y un Partido Socialista que ha tardado varios meses en aceptar la necesidad de esa reforma, porque le importaba más la estabilidad de su Gobierno que lo que pasara con los delincuentes sexuales. Y que sigue intentando acallar todas las voces que denuncian las consecuencias de la ley, como yo misma he experimentado tanto en el Congreso con la visita de la delegación de Igualdad del Parlamento Europeo, como en el propio Parlamento Europeo.

Pero el problema de fondo del autodenominado «Gobierno más feminista de la historia» es que tiene una concepción sectaria de la definición de feminismo y de igualdad. Basta con leer una buena parte de las convocatorias para las manifestaciones del 8-M, con las llamadas al anticapitalismo, al antiimperialismo y al antifascismo. De ahí que también tengan una concepción sectaria de la defensa de las mujeres y acudan raudos a la defensa de mujeres de izquierdas, pero callen cuando las víctimas votan a los partidos equivocados, sin derecho a la solidaridad feminista. Y de ahí que hayan degradado el concepto de feminismo y la historia de los movimientos por la igualdad de las mujeres, que, no lo olvidemos, tiene un fundamental componente liberal.

Y, por supuesto, el libro tendría que incluir un capítulo sobre los disparates del Gobierno más feminista de la historia, con un lugar de honor para la secretaria de Estado de Igualdad, Ángela Rodríguez. Acaba de decir que le parece «escandaloso que el 75 por ciento de chicas prefiera el sexo con los hombres a la autoestimulación». Y lo peor es que se le podría ocurrir alguna medida legislativa para luchar contra ese intolerable escándalo, si es que unas nuevas elecciones no se lo impiden.

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