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20 de abril de 2024

GaleanaEdurne Uriarte

La estupidez visita a Agatha Christie

Sería deseable que hubiera editoriales comprometidos en la defensa de los creadores frente a la censura 'woke'

Actualizada 01:30

Si Agatha Christie pudiera novelar el asalto del movimiento woke a sus obras, le sugeriría una variación de uno de sus títulos, La muerte visita al dentista, uno de los que aún no han tocado, porque no se puede decir Diez negritos, pero parece que «dentista» sigue siendo una palabra aceptable para la izquierda. Y creo que le parecería bien sustituir muerte por estupidez, porque hay aún más ignorancia e idiotez en este ataque que fanatismo ideológico, que también. La ignorancia de quien desconoce la obra de Christie, su brillante inteligencia, su nulo interés político, su enfoque psicológico, y, sobre todo, sus impresionantes personajes femeninos, muy feministas a su manera, y la idiotez de quienes parecen no darse cuenta de que, por la misma regla de tres, deberían censurar toda la historia de la literatura, y qué decir del cine, del que no quedaría vivo casi nada, comenzando por algunas obras maestras.
Conozco bien este ataque de estupidez, porque yo misma lo sufrí de jovencita, cuando en mi entusiasmo juvenil por lograr la inmediata igualdad de las mujeres me propuse dejar de leer toda obra con cualquier sospecha machista. Pero el ataque me duró muy pocas semanas, las que tardé en darme cuenta de que no iba a poder leer prácticamente nada de lo escrito antes de los setenta, ni de ensayo ni de novela, porque toda obra refleja los valores de una época, por muy adelantada que sea a su tiempo, o por muy brillante que sea el autor, como ocurre con Agatha Christie. Pero al menos yo tenía la excusa de mi corta edad y aún escasas lecturas, mientras que el movimiento woke cultiva a conciencia desde hace años su fanatismo con la tolerancia y el apoyo incluso de editoriales como la que publica a Christie. Tengo la suerte de tener sus novelas en sus versiones originales, pero sería deseable que hubiera editoriales comprometidas en la defensa de los creadores frente a la censura woke.
No quiero dar ideas a estos fanáticos, pero si fueran coherentes, deberían pedir la censura, por ejemplo, de todas las películas de Alfred Hitchcock, incluida mi película preferida, Con la muerte en los talones, por esos personajes femeninos tan antiguos y a veces tan molestos o ridículos para nosotras, como el de Eva Marie Saint en esa película, por muy maravillosa que estuviera, que lo estaba. Realmente, para un movimiento woke coherente, no habría nada salvable en el gran Hitchcock, con ese punto de vista tan irritantemente desfasado sobre las mujeres.
Pero los woke son fanáticos desde una orilla ideológica. De ahí que escojan a Agatha Christie, con su imagen conservadora y tradicional, pero no apunten, por ejemplo, a Andrea Camilleri. Tampoco quiero dar ideas a los fanáticos, pero si Christie es para mí la número uno de la novela policíaca, colocaría a Camilleri entre los cinco primeros, detrás de Josephine Tey, pena que escribiera tan poco, y quizá de Henning Mankell y Michael Connelly. A pesar de sus anticuados personajes femeninos, que se los perdono como a Hitchcock, por ese desbordante talento que todo lo compensa. Supongo que los woke no se lo tienen en cuenta a Camilleri por sus ideas izquierdistas. Y es que los woke son muy selectivos, como es habitual en la izquierda, y persiguen la discriminación siempre que sea sospechosa de venir de la derecha.
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