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20 de mayo de 2024

Unas líneasEduardo de Rivas

Que viene la derecha

Negociar con Podemos y Bildu es plenamente constitucional, pero hacerlo con Vox merece llevarse las manos a la cabeza

Actualizada 01:30

Dentro del PSOE han perdido el norte por completo. Después de haber perdido el sur electoralmente hablando –de Madrid para abajo solo gobiernan en Cuenca–, cada vez son más en Ferraz los que no saben cómo parar un descalabro histórico el próximo 23 de julio. No son pocas las muestras que anticipan lo que puede ocurrir, aunque algunos todavía intentan rascar votos de cualquier forma, hasta con un penalti injusto en el minuto 94.
Convocar elecciones en verano fue la primera genialidad, todo un reto de ingeniería para un país que en julio piensa más en el chiringuito y la toalla que en el IPC y los pactos electorales. Después a alguien se le ocurrió utilizar por enésima vez el mantra del miedo a la derecha –a la extrema derecha y a la derecha extrema–, el mismo que Andalucía lleva décadas escuchando cada vez que hay que votar. «Cuidado, que viene la derecha para quitarte paga». Al final la derecha llegó y no solo no ocurrieron los grandes males que anticipaba la izquierda, sino que Andalucía incluso mejoró.
Con los pactos entre PP y Vox, la estrategia de la izquierda empezó a coger forma. Porque ya se sabe que negociar con Podemos y Bildu es plenamente constitucional, pero hacerlo con Vox merece llevarse las manos a la cabeza y numerosas explicaciones por parte de los populares. Como si Vox no fuera una escisión de lo que fue un ala del PP años atrás.
El PSOE quiere exprimir tanto su táctica del miedo que llega a defender que Bildu ha hecho más por España que el PP y que Vox. Las palabras del delegado del Gobierno en Madrid, que no es un hombre sin estudios precisamente, han entrado directas al podio de tonterías que oiremos durante la campaña electoral, pero lo grave no es lo que diga –que también– sino que el partido que representa lo sustente, porque todavía hoy sigue en el cargo. Y seguirá hasta que el 23-J haya un cambio en Moncloa. Pero no porque haya un ánimo de revancha, como algunos piensan, ni porque las elecciones consistan en un «quítate tú que me pongo yo», sino porque para representar algunos cargos hay que merecer el puesto y, además, demostrarlo. Y porque por algo los españoles piden cambios a gritos, pero no para ver caras diferentes sino para que se arregle lo que no va bien.
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