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09 de mayo de 2024

Cosas que pasanAlfonso Ussía

El águila de Toledo

Bahamontes fue al ciclismo español, lo que Santana al tenis, Goyoaga a la hípica, Blume a la gimnasia, Ballesteros al golf, Ángel Nieto al motoclicismo, el marqués de Portago al automovilismo, y el Real Madrid de Bernabéu al fútbol

Actualizada 01:38

Con 95 años ha fallecido Federico Martín Bahamontes, al Águila de Toledo, antes el Lechuga, primer español que venció en el «Tour» de Francia, y vencedor en muchas de sus ediciones del Premio de la Montaña.
En España, competía con el vasco Loroño, y en Francia con el luxemburgués Charlie Gaul, Darrigade, Anquetil y Poulidor. Ganaba y perdía en soledad. No necesitaba equipo, porque Bahamontes fue un genial ciclista que sólo obedecía a su individualismo. Con catorce minutos de ventaja culminó uno de los grandes puertos franceses. Se detuvo en un puesto de helados, se bajó de la bicicleta, saboreó el helado y aguardó la llegada de los perseguidores. En 1959, formando parte del equipo del gran Fausto Coppi, –Tricofillina Coppi–, consiguió el primer «Tour» para España. En el Parque de los Príncipes, la televisión y radios francesas le hicieron una entrevista en francés. No lo dominaba. Su respuesta la entendimos todos los españoles que nos hallábamos pegados a la radio. «Je le dedique cette victoire a Fermine, la madame de moi». Héroe nacional. El luxemburgués Charlie Gaul, gran escalador, confesó su estupor. «Se subía al lado de Bahamontes, y en el momento más inesperado, te miraba, se despedía con 'hasta luego, Charlie', y cuando te dabas cuenta ya te había sacado tres minutos de ventaja». En otra ocasión, alcanzó la cima del Tourmalet con veinte minutos de adelanto sobre sus perseguidores. Viento, lluvia y frío. Se cubrió con una manta y esperó a sus rivales para no descender en soledad. En el siguiente puerto volvió a escaparse y alcanzó la meta con otra ventaja abrumadora. Se retiró, estableció en Toledo un negocio de venta de bicicletas, y dejó que los años pasaran por su vida con una humildad y sencillez ejemplares . «No entiendo tantos elogios. Escalar un puerto y llegar a la cumbre el primero es facilísimo. Yo lo he hecho centenares de veces».
El semanario El Caso de Eugenio Suárez, especializado en crímenes y sucesos, se olvidó durante una semana de los hechos delictivos y dedicó todo el número al triunfo de Bahamontes en el «Tour». Vendió más de un millón de ejemplares. En la semana siguiente, retomó los sucesos, y su venta no superó las cien mil copias. Aquel millón de ejemplares vendidos gracias a Bahamontes, le facilitó la compra de un lujoso piso en la calle de Serrano, en su tramo alto. Y Eugenio encargó en una cerámica de Talavera un gran azulejo que la leyenda «Gracias, Fede», al estilo del monumento con un balón de bronce que erigió en el jardín de su casa en El Viso Alfredo Di Stéfano con la inscripción «Gracias, Vieja».
Bahamontes fue al ciclismo español, lo que Santana al tenis, Goyoaga a la hípica, Blume a la gimnasia, Ballesteros al golf, Ángel Nieto al motoclicismo, el marqués de Portago al automovilismo, y el Real Madrid de Bernabéu al fútbol. Excepto el último, unos genios del individualismo. Su adorada Fermina falleció hace pocos años, y Bahamontes inició, desilusionado y melancólico, el último tramo de la vida. La verdad es que nadie sabía si seguía viviendo o había fallecido, porque su discreción y silencio así se lo recomendaron.
De golpe, y sin bicicleta, ha subido a lo más alto. Era bueno, socarrón, seco como la mojama, castellano duro, y siempre se mantuvo en forma. De haberle hecho una entrevista en francés pocos días antes de su muerte, su respuesta habría sido la que sigue: «Je suis beaucoup content, par que proximament je podré abrasé y baiser dans le ciel a Fermine, la madame de moi».
Conseguido, campeón. «Bon voyage».
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