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01 de mayo de 2024

GaleanaEdurne Uriarte

España necesita una revolución

Necesitamos una revolución de ideas en un país donde se sigue llamando progreso a la memoria de la revolución comunista, la que inició las mayores matanzas políticas del siglo XX

Actualizada 01:30

España necesita una revolución, una revolución de ideas, de cultura política. Y sé que algunos la reclamamos desde hace décadas sin grandes resultados, pero ocurre que ahora es más urgente que nunca. Porque la deriva identitaria y populista de la izquierda está debilitando dos pilares esenciales de la democracia, el Estado de derecho y la nación que sostiene el sistema político.
Lo peor de las negociaciones del PSOE con Puigdemont, Bildu y compañía no es lo que el PSOE está dispuesto a conceder, el referéndum y la amnistía de los golpistas, lo peor es la mayoritaria mezcla de indiferencia o de abierta justificación con la que eso está pasando. Como si fuera la normalidad democrática la derogación del Estado de Derecho y el cuestionamiento de la unidad nacional para conseguir el voto de un prófugo de la Justicia o de un partido que legitima el terrorismo. En esa atmósfera de degradación democrática, lo último es la negativa del PSOE a aceptar los resultados electorales en Madrid, con argumentos que en Estados Unidos han llevado a Trump a los tribunales. Pero mientras que el progresismo planetario clama contra Trump, aplaude a Pedro Sánchez en cada uno de sus desmanes, bastante más peligrosos para la democracia que los de Trump.
Y todo esto ocurre porque no hemos sido capaces de transformar una cultura política dominante en la que se demoniza a la derecha porque hace 50 años tuvimos una dictadura fascista, mientras que se justifican y se celebran el comunismo y todas sus dictaduras. Una cultura en la que se ensalza y se jalea a la comunista Yolanda Díaz y a su partido mientras que se demoniza a Vox, que sí ha condenado abiertamente todas las dictaduras, comunistas, fascistas y nazi, mientras que Díaz y su coalición de partidos se han negado abiertamente a condenar el comunismo. Todo lo contrario, siguen gritando ¡qué viva el comunismo!
Necesitamos una revolución de ideas en un país en el que se tilda de reaccionario el patriotismo constitucional propio de todas las democracias avanzadas, mientras que se defiende el nacionalismo étnico y xenófobo de los partidos independentistas. Un país en el que se aceptan los ataques nacionalistas a la diversidad cultural y política mientras que se llama reaccionaria a la derecha por denunciar la cancelación de la bandera nacional o por exigir el cumplimiento de las leyes y el respeto al bilingüismo.
Necesitamos una revolución de ideas en un país en el que el principio democrático fundamental del rechazo a la violencia para lograr fines políticos solo se aplica a la derecha. Por lo que un partido como Bildu que sigue apoyando el terrorismo etarra es socio preferente del PSOE y hasta marca la línea fundamental de la Ley de Memoria Democrática, mientras que todo acto violento de la extrema izquierda se sigue justificando como un acto de resistencia y no lo que es, una ruptura de los métodos democráticos.
Necesitamos una revolución de ideas en un país donde se sigue llamando progreso a la memoria de la revolución comunista, la que inició las mayores matanzas políticas del siglo XX. Un país donde se sigue llamando progreso a los nacionalismos étnicos que reclaman naciones basadas en la etnia y en la destrucción de la diversidad cultural de sus territorios. Un país donde se llama progreso al cuestionamiento de las creencias religiosas siempre que sean católicas o cristianas. Un país donde se llama progreso al pañuelo en la cabeza de las mujeres de algunas dictaduras religiosas mientras se rechaza el feminismo liberal por ser de derechas.
Esta es la cultura política dominante en la que vivimos, la que explica la normalización del disparate democrático en el que estamos embarcados. De ahí el radical rechazo de la izquierda a toda llamada a la revolución de las ideas liderada por la derecha. También la llaman reaccionaria, como a todo lo demás, a la libertad, a la diversidad, a la unidad nacional o al patriotismo constitucional.
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