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03 de mayo de 2024

Aire libreIgnacio Sánchez Cámara

La justicia social no es de izquierdas

La falsa propaganda no cesa. Incluso muchos liberales y conservadores se pliegan a esta apropiación de la justicia social por los socialismos

Actualizada 01:30

Entre las apropiaciones indebidas de la izquierda, con pasividad de la derecha, se encuentra la justicia social. Pocos conceptos han obtenido una mayor aceptación en el siglo XX. Sin embargo, no han faltado algunos disidentes que, como Hayek, han impugnado el concepto, especialmente en su aspecto de justicia distributiva. Pero esta aceptación ha beneficiado, en buena medida por la desidia de la derecha, al comunismo, al socialismo y al reparto de la riqueza.
La justicia social no se limita a la economía. Ni siquiera es ese su principal aspecto. Abarca todos los ámbitos de la vida social, no sólo la creación y reparto de los bienes materiales. Existe también otra pobreza, acaso más grave, intelectual y moral. La vida humana es vocación y proyecto, por tanto, libertad. Sin medios, incluidos los materiales, la vida humana se convierte en tarea imposible. La máxima injusticia no se produce cuando nos arrebatan los medios, sino cuando nos impiden su utilización para la realización de los fines. Invirtiendo la célebre pregunta de Lenin, cabría interrogar: igualdad, ¿para qué?
En este sentido, como afirmó Julián Marías, «la suma injusticia social es la privación de libertad». El dilema de la elección entre la libertad y la igualdad es falaz. Sin libertad no hay igualdad ni justicia social, y la primera igualdad es la de los ciudadanos ante la ley y la abolición de todo privilegio. La libertad es el fundamento de la justicia social. Por eso constituye una falacia decir que en las dictaduras y en los sistemas totalitarios existe justicia social, pero no libertad. No existe ni una cosa ni la otra. También es una falacia sostener que en situaciones de subdesarrollo material (el espiritual no suele considerarse), es preciso en ocasiones sacrificar la libertad para salir de la pobreza. Pero se olvida que lo que más pobreza produce es la supresión de la libertad. El comunismo no realiza la justicia social, sino que constituye una inmensa injusticia social. La libertad, también la económica, es un ingrediente esencial de la justicia social, es su fundamento. Preferir la igualdad a la libertad, cuando no hay incompatibilidad entre ellas, es un lenguaje de esclavo.
La principal causa del avance de la justicia social en los últimos siglos no ha sido el Manifiesto comunista ni el auge de las doctrinas socialistas, sino la libertad. Basta con examinar el grado de libertad existente en los países más desarrollados y justos. Pero la falsa propaganda no cesa. Incluso muchos liberales y conservadores se pliegan a esta apropiación de la justicia social por los socialismos. No es cierto que el bienestar de algunos países se deba principalmente a la explotación de los países pobres. Por lo demás, ni siquiera es cierto que en el ámbito de los bienes materiales sea la igualdad el único criterio de la justicia. Existen desigualdades justas. Como dijo don Quijote, nadie es más que otro mientras no haga más que otro. Y repárese en que no habla de tener, sino de ser. Todo privilegio de nacimiento es injusto, pero quien hace algo más noble o bueno que otro es más que otro. Existe un igualitarismo perverso. Ortega y Gasset afirmó que no le importaba que lo suyo fuera también de los demás, pero que no soportaba que lo de los demás tuviera que ser suyo.
Hay personas hipersensibles hasta para el más leve sufrimiento físico y son absolutamente impermeables al sufrimiento moral. Se compadece al pobre y al enfermo, cosa que está muy bien, pero no se compadece a quien está privado de su libertad o no puede llevar a cabo su proyecto vital. Con miseria y explotación, no es posible la justicia social, pero mucho menos la hay sin libertad. Sin ella, no hay justicia social. No existe mayor injusticia social que la destrucción de la libertad.
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